ARTES ESCÉNICAS
“Me interesa el ser humano que está en el escenario”: el legado de Tino Fernández, fundador de L’Explose
El director y coreógrafo asturiano, fundador de la compañía L’Explose y faro para las artes escénicas contemporáneas en Colombia, murió este viernes en la Clínica Reina Sofía de Bogotá. Una mirada a su trayectoria.
“No tengo un lenguaje coreográfico específico: me interesa el ser humano que está en el escenario”. Con esas palabras respondía Tino Fernández, fallecido este viernes 17 de enero en la Clínica Reina Sofía de Bogotá, a una pregunta sobre sus procesos de creación a la revista Extroversia en 2006. Y es que esa fue la vocación del director y coreógrafo asturiano durante sus casi cuarenta años de trayectoria artística: ver en toda su potencia a los sujetos vivos en escena, recuperar el gesto humano de ese cuerpo que se expresa en la danza. Y así fue también su figura: un faro para la consolidación y robustecimiento creativo de las artes escénicas contemporáneas en Colombia con una vocación profundamente social y humana.
Tino Fernández fundó L‘Explose en París en 1991. Luego estableció su compañía en Bogotá en 1996. Foto: L‘Explose.
Nacido en Navia (España), Fernández comenzó su camino profesional en la compañía de teatro Trasgu después de cursar estudios de Arte Dramático en Madrid. Su trabajo e intereses se orientaron luego hacia la danza contemporánea, por lo cual se radicó en París en 1983. Entre sus primeros maestros figuran Isabelle Dubouloz, Pierre Doussaint, Clo Lestrade y Sara Sugihara, así como Emmanuelle Lyon y Jacqueline Fynnaert, que lo entrenaron en danza clásica. Sus habilidades como bailarín lo llevaron a colaborar con compañías como la de Sylvie Ageon, la de François Larochevalière y la de Gilles Mussard, todo mientras también formaba parte del grupo de investigación de coreógrafos parisinos La Règle d’Or y de la compañía Catherine Berbessou.
Y fue en esa París donde fundó L’Explose en 1991, su propia compañía de danza y teatro. “Ninguna imagen debe interponerse entre quien espero y yo. Ninguna imagen extranjera a mi esperanza o a mis recuerdos. Establecer por fin el vacío. Ese vacío necesario entre el pasado, que conozco tan bien, y el presente, cuyo evento se me escapa”. Ese discurso del dramaturgo español Agustín Gómez Arcos orientó su primera obra: un solo titulado Con los ojos cerrados, que presentó en junio de ese año para Le Regard du Cygne. A esa primera creación le siguieron los dúos El Silencio de las Palabras, El secreto de Inés y Contre-coeur, en los que fue encontrando el particular lenguaje coreográfico que le daría su posterior reconocimiento mundial.
Puesta en escena de Contre-coeur. Foto: L‘Explose.
Fernández y Colombia, un mundo sentimental escrito en el cuerpo
Sus intercambios con Colombia empezaron en 1995, cuando trabajó con el grupo Mapa Teatro, de los hermanos Heidi y Rolf Abderhalden, en la obra Orestea Ex Machina. En 1996, el español radicó su compañía en Bogotá y, desde entonces, esta se volvió uno de los espacios fundamentales para la creación, investigación y difusión en artes escénicas de la ciudad; también uno de los pilares del desarrollo reciente de la danza y el teatro en el país. Fue en Bogotá donde, además, produjo su primer cortometraje, L‘Attente.
“Mi llegada a Colombia fue el encuentro con otra cultura, más cercana a mi España natal que la francesa. Encontré un país exuberante y lleno de contrastes, capaz de generar miles de historias que contar; un lugar donde la gente construía emociones a través del baile, como si el mundo sentimental estuviera escrito en el cuerpo”, dijo en el aniversario veintitrés de L’Explose. “Descubrí fascinado que la danza estaba en la sangre de esta tierra y solo había que “codificarla” para volverla manifestación artística. La vitalidad que me daba este país se fue haciendo latente, así como el deseo de hablar del imaginario que se presentaba ante mis ojos”.
Sol a solas, obra de 1996, creada por Fernández para el Festival Internacional de Danza Contemporánea de Barranquilla.
El debut de Sol a solas en el Festival Internacional de Danza Contemporánea de Barranquilla abrió el camino hacia su largo y aplaudido catálogo de obras hechas en Colombia. De ellas sobresalen La irrupción de la nada (1997), La huella del camaleón (1998), Sé que volverás (2000), La mirada del avestruz (2002) —estrenada en el marco del VIII Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá y programada en la célebre Biennale de Danza de Lyon en Francia— y El tiempo de un silencio (2005). Y en 2006 llegó a uno de los picos de su carrera con Frenesí (2006), pieza con la que obtuvo el Premio Nacional de Danza 2006 otorgado por el Ministerio de Cultura colombiano, así como el premio al mejor espectáculo de danza en la Feria Internacional de Teatro y Danza de Huesca (España).
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La Factoría L’Explose
En el 2008, para consolidar su proyecto escénico, Fernández inauguró la sede de su compañía, que nombró La Factoría. Su propósito: acoger la creación artística y los proyectos de búsqueda e investigación de los creadores escénicos. Desde entonces, la Factoría L’Explose ha sido un centro de creación contemporánea clave para los artistas escénicos de Bogotá y uno de los principales espacios para la danza en la ciudad. Además de piezas suyas, este espacio alberga, desde entonces, una variada programación que abarca distintos formatos, desde obra de larga duración y gran formato, hasta espectáculos cortos, jams de improvisación y batallas de danza urbana. Su interés y su logro fue darle a la danza capitalina un lugar donde expresarse.
Junto a Adela Donadío y Juliana Reyes, Fernández dirigió el Festival "Impulsos, danza y cuerpo hoy", un evento bienal en coproducción con la Fundación Teatro Nacional, que tuvo tres ediciones entre el 2009 y el 2013. En ese tiempo también estrenaron obras que los espectadores recuerdan con afecto, como Diario de una crucifixión (2012), Crónica de una historia danzada (2013) y Carmina Burana (2013), coproducida con el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo, una ambiciosa versión de la cantata de Carl Orff en la que los integrantes del coro también tenían una partitura de movimientos. La puesta en escena se estrenó en el 2013 convirtiéndose en un éxito entre el público, que agotó las entradas en cada temporada en Bogotá.
Con el Teator Mayor también coprodujo una de sus últimas piezas, La miel es más dulce que la sangre, en la que L’Explose se adentró en el universo de Federico García Lorca para reunir al autor y su obra en un mismo plano. Así, Fernández construyó una pieza visual en la que yuxtaponía las obsesiones del poeta inspirado en la relación entre dos leyendas del arte español: García Lorca y Salvador Dalí.
El espíritu de su trabajo, y por lo que lo recordarán sus colegas y amigos, puede condensarse en una emotiva afirmación que hizo para Radio Nacional de Colombia en 2016 sobre El Carnaval del Diablo (2015), obra que ponía el ojo sobre episodios dolorosos del conflicto colombiano, como la masacre de Bojayá y los falsos positivos: "Siempre me ha interesado el ser humano, la gente. Una gran amiga, Fanny Mikey me enseñó que el amor y la perseverancia lo pueden todo. Fanny soñó con tener el festival más grande del mundo y lo tuvo. Entonces creo que la pasión lo consigue todo. Mis intérpretes en L’Explose son también mis amigos, mis confidentes. Eso hace que por mucho que tenga el cuerpo adolorido en las mañanas quiera llegar a la Factoría y hacer lo que amo".