Tecnología
Científicos realizan nuevos hallazgos sobre los ‘monstruos celestiales’ que están en el exterior de la Tierra
El telescopio espacial Webb ha permitido aproximarse a nuevos secretos del cosmos.
Observaciones con el telescopio espacial Webb han revelado una galaxia masiva y densa formada entre 600 y 800 millones de años tras el Big Bang, lo cual representa otro ‘monstruo celestial’ que sería el más antiguo de su tipo encontrado hasta ahora.
A pesar de ser unas 10 veces más pequeña que la Vía Láctea, GS-9209 tiene un número de estrellas similar al de nuestra propia galaxia, según un equipo dirigido por investigadores de Edimburgo.
Estas tienen una masa combinada de alrededor de 40.000 millones de veces la de nuestro Sol y se formaron rápidamente antes de que se detuviera la formación estelar en GS-9209, dice el estudio, publicado en Nature.
GS-9209 es el primer ejemplo conocido de una galaxia que ya no forma estrellas, conocida como galaxia inactiva. Cuando el equipo lo observó 1.250 millones de años después del Big Bang, no se habían formado estrellas en la galaxia durante aproximadamente 500 millones de años.
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El análisis también muestra que GS-9209 contiene un agujero negro supermasivo en su centro que es cinco veces más grande de lo que los astrónomos podrían anticipar en una galaxia con esta cantidad de estrellas. El descubrimiento podría explicar por qué GS-9209 dejó de formar nuevas estrellas, dice el equipo.
El crecimiento de los agujeros negros supermasivos libera enormes cantidades de radiación de alta energía, que pueden calentarse y expulsar el gas de las galaxias. Esto podría haber provocado que se detuviera la formación de estrellas en GS-9209, ya que las estrellas se forman cuando las nubes de partículas de polvo y gas dentro de las galaxias colapsan por su propio peso.
GS-9209 fue descubierto por primera vez en 2004 por la estudiante de doctorado en la Universidad de Edimburgo, Karina Caputi, quien fue supervisada en ese momento por los profesores Jim Dunlop y Ross McLure en la Escuela de Física y Astronomía de la Universidad. Caputi ahora es profesor en la Universidad de Groninga, Países Bajos.
“El Telescopio Espacial James Webb ya ha demostrado que las galaxias crecieron más y antes de lo que sospechábamos durante los primeros mil millones de años de la historia cósmica. Este trabajo nos da nuestra primera mirada realmente detallada a las propiedades de estas primeras galaxias, trazando en detalle la historia de GS-9209, que logró formar tantas estrellas como nuestra propia Vía Láctea en solo 800 millones de años después del Big Bang.
El hecho de que también veamos un agujero negro muy masivo en esta galaxia fue una gran sorpresa, y presta mucho peso a la idea de que estos agujeros negros son los que cerraron la formación estelar en las primeras galaxias”, dice en un comunicado el doctor Adam Carnall, de la Escuela de Física y Astronomía de la Universidad de Edimburgo.
Cabe resaltar que hace un par de semanas científicos habrían descubierto el primer rastro químico que atestigua la presencia de estrellas masivas en protocúmulos globulares, nacidos solo 440 millones de años después del Big Bang.
Los cúmulos globulares, los más masivos y antiguos del universo en su género, son agrupaciones muy densas de estrellas distribuidas en una esfera, con un radio que varía de una docena a cien años luz. Pueden contener hasta un millón de estrellas y se encuentran en todo tipo de galaxias, el nuestro es el hogar de unos 180 de ellos.
Uno de sus grandes misterios es la composición de sus estrellas: ¿por qué es tan variada? Por ejemplo, la proporción de oxígeno, nitrógeno, sodio y aluminio varía de una estrella a otra. Sin embargo, todos nacieron al mismo tiempo, dentro de la misma nube de gas. Los astrofísicos hablan de “anomalías de abundancia”.
“Hoy, gracias a los datos recopilados por el Telescopio Espacial James Webb, creemos haber encontrado una primera pista de la presencia de estas extraordinarias estrellas”, explica en un comunicado Corinne Charbonnel, profesora titular del Departamento de Astronomía de la Facultad de Ciencias de la Unige y primera autora del estudio.
Con información de Europa Press