Tecnología
Científicos realizan un intrigante hallazgo sobre el origen de la vida en la Tierra
Partículas meteoríticas y volcánicas pueden haber favorecido la vida.
Precursores de moléculas necesarias para el origen de la vida pudieron generarse por reacciones químicas promovidas por partículas ricas en hierro procedentes de meteoritos o erupciones volcánicas.
Este proceso pudo tener lugar muy pronto en la historia de la Tierra hace aproximadamente 4.400 millones de años, según un estudio publicado en la revista ‘Scientific Reports’.
Investigaciones anteriores habían sugerido que los precursores de las moléculas orgánicas --hidrocarburos, aldehídos y alcoholes-- podrían haber sido transportados por asteroides y cometas o producidos por reacciones en la atmósfera y los océanos de la Tierra primitiva.
Estas reacciones pueden haber sido promovidas por la energía de los rayos, la actividad volcánica o los impactos. Sin embargo, debido a la falta de datos, no está claro cuál fue el mecanismo predominante que produjo estos precursores.
El investigador del Ludwig-Maximilians-Universität Munich y el Instituto Max Planck de Astronomía (Alemania) Oliver Trapp y sus colegas investigaron si las partículas de meteoritos o cenizas depositadas en islas volcánicas podrían haber promovido la conversión del dióxido de carbono atmosférico en precursores de moléculas orgánicas en la Tierra primitiva.
Para ello, colocaron gas de dióxido de carbono en un sistema presurizado y calentado (un autoclave) a presiones de entre 9 y 45 bares y temperaturas de entre 150 y 300 grados centígrados. También simularon condiciones climáticas húmedas y secas añadiendo hidrógeno gaseoso o agua al sistema.
Imitaron el depósito de partículas de meteoritos o cenizas en islas volcánicas añadiendo al sistema diferentes combinaciones de muestras trituradas de meteoritos de hierro, meteoritos pétreos o cenizas volcánicas, así como minerales que pueden haber estado presentes en la Tierra primitiva y que se encuentran en la corteza terrestre, en meteoritos o en asteroides.
Los autores descubrieron que las partículas ricas en hierro de los meteoritos y la ceniza volcánica favorecían la conversión del dióxido de carbono en hidrocarburos, aldehídos y alcoholes en toda una serie de condiciones atmosféricas y climáticas que pudieron estar presentes en la Tierra primitiva.
Observaron que los aldehídos y alcoholes se formaban a temperaturas más bajas, mientras que los hidrocarburos lo hacían a 300 grados Celsius. Los autores sugieren que, a medida que la atmósfera de la Tierra primitiva se fue enfriando, pudo aumentar la producción de alcoholes y aldehídos.
Estos compuestos podrían haber participado en otras reacciones que habrían dado lugar a la formación de hidratos de carbono, lípidos, azúcares, aminoácidos, ADN y ARN. Calculando la velocidad de las reacciones que observaron y utilizando datos de investigaciones anteriores sobre las condiciones de la Tierra primitiva, los autores estiman que el mecanismo que proponen podría haber sintetizado hasta 600.000 toneladas de precursores orgánicos al año en toda la Tierra primitiva.
Los autores proponen que su mecanismo podría haber contribuido a los orígenes de la vida en la Tierra, en combinación con otras reacciones en la atmósfera y los océanos de la Tierra primitiva.
El misterio de la ‘caja negra’ de la Inteligencia Artificial que genera preocupación mundial
No todo es color de rosas para la Inteligencia Artificial, por lo que el lado negativo de esta herramienta tiene que ver con las ‘cajas negras’, un elemento que preocupa a la ciencia al implicar un riego para la relación con las máquinas.
La caja negra hace referencia a un fenómeno que los científicos experimentan cuando no pueden comprender los algoritmos de la IA, haciendo que desconozcan las acciones que la Inteligencia tome y sin poder vigilarla con rigurosidad. El problema de este efecto negativo, es posible riesgo que la herramienta adquiera habilidades irreversibles y logre total autonomía en ciertas acciones.
Este fenómeno fue descubierto por un grupo de ingenieros de Google cuando se encontraban programando un software de IA. La sorpresa que tuvieron en medio de su trabajo fue que la herramienta había aprendido un nuevo idioma, sin hacer recibo previamente la orden para desarrollar esa habilidad. Tampoco fue programada para lograr eso.
El hecho en cuestión consternó a la comunidad científica, debido a que no le encontraron razón a esta acción automática que desempeñó la herramienta. Además, señalaron que así como aprender un idioma, la Inteligencia Artificial podría desarrollar otra serie de actividades sin haber sido programada para ello.
Al ser un acontecimiento inesperado y sin muchas respuestas, ha despertado la curiosidad por parte de la comunidad científica, la cual ha propuesto teorías para explicarlo. Una de las que ha tomado fuerza es que este fenómeno responde a los límites que está logrando la IA con respecto a igualarse o superar al humano.
El problema de esta hipótesis es que no hay forma de controlar el desarrollo de las herramientas. La principal advertencia de esta visión es que la IA puede, en el peor de los casos, reemplazar a los humanos.
Ejemplo de ello están las capacidad que tiene ChatGPT, la cual puede escribir un código funcional y ensayos de alta complejidad con los requisitos universitarios. También se ha comprobado que puede realizar diagnósticos médicos y hacer premociones ante determinados temas.
La contraparte de este fenómeno es la ‘caja blanca’, la cual hace referencia a las acciones que las herramientas de Inteligencia Artificial llevan a cabo a través de un software tradicional de códigos, permitiendo anticiparse a la próxima actividad que se desempeñe.
No obstante, este elemento es menos probable que la caja negra, dado que la programación que se ha estado desarrollando en la Inteligencia Artificial pretende romper con el sistema de códigos habitual, para construir un esquema que imite las redes neuronales de los humanos. Es decir, los algoritmos que manejan no responden a la lógica matemática, sino que van a un escalón más profundo.