PERFIL
El lado personal y poco conocido de Carlos Slim
Uno de los hombres más ricos del planeta es austero y se asignó un sueldo mensual como cualquier trabajador. Este es el lado B de Carlos Slim.
Al terminar la entrevista Carlos Slim Helú camina a su escritorio y saca una vieja libreta, de hojas amarillentas y atada con una liga.
Es su primer cuaderno de finanzas. Allí, cuando tenía 12 años de edad, anotó sus gastos y ganancias con sus ahorros. A esa edad abrió su primera cuenta de cheques, dijo a periodistas de BBC Mundo.
Así, en la siguiente media hora repasó página tras página de la libreta con números, símbolos y palabras sueltas.
Slim, uno de los hombres más ricos del mundo y en ese entonces de 70 años de edad, recordaba cada detalle de su cuaderno.
La conversación ocurrió en 2010, pero quienes le conocen y han escrito sobre él aseguran que lo repite con frecuencia en algunas entrevistas.
José Martínez Mendoza, autor de Los secretos del hombre más rico del mundo. Carlos Slim, dice que es un rasgo de su personalidad.
"Lo hace cuando agarra confianza con la gente", le dice el escritor a BBC Mundo.
Pero otros como el periodista Diego Osorno, autor de Slim, biografía política del mexicano más rico del mundo, creen que el gesto no es improvisado.
"Ha buscado armar la narrativa de sí mismo", le dice a BBC Mundo.
"Sabe que de una u otra forma va a llegar a los libros de historia, y seguramente preferirá aparecer como el hijo de un inmigrante libanés, muy trabajador y un genio en matemáticas que logró ser el primer latinoamericano en la lista de Forbes".
Ésta es, de hecho, la manera como en la página de internet de Slim se cuentan los inicios de su trayectoria.
Pero lo que cuenta a los periodistas que lo entrevistan "es una narrativa muy distinta a la del hijo de un comerciante rico que se volvió, gracias a una serie de oligopolios, uno de los oligarcas del planeta".
La historia del libro
La anécdota del viejo cuaderno muestra la parte personal y poco conocida en la vida de Slim Helú.
Algunos lo han definido como una especie de Rey Midas porque casi cualquier negocio que emprende resulta exitoso.
Pero también ha sido cuestionado por encabezar el mayor monopolio de telecomunicaciones de América Latina.
Incluso en la década de los 90, cuando compró la paraestatal Teléfonos de México, fue acusado de beneficiarse de su cercanía con políticos y funcionarios.
Diego Osorno lo ejemplifica con otra historia. Durante el gobierno del expresidente Vicente Fox (2000-2006), el empresario fue invitado a comer a la residencia oficial de Los Pinos.
Al concluir la reunión caminó por la biblioteca presidencial y se encontró con un viejo libro, llamado Leonardo, que su madre había donado hacía 50 años.
La escena habla de la influencia del empresario en México, quien puede pasear libremente por un área íntima de la casa del presidente.
Pero lo más importante, subraya Osorno, "revela cómo los Slim han estado en Los Pinos desde los años 50".
Y entre ellas una fundamental: evitar los excesos y ahorrar.
"Un día le pregunté cuál era su salario y dijo: ‘me asigné un sueldo de 300.000 pesos mensuales, que serían ahorita como US$15.000", cuenta José Mendoza.
"Con este dinero le tenía que alcanzar para sus gastos y además ahorrar. Podrían decir que es un tipo miserable pero no, es muy mesurado y apegado a la realidad".
Es parte de su personalidad "frugal", dice. Slim no usa relojes ni automóviles ostentosos, incluso su vehículo particular no es nuevo.
"Tiene un yate magnífico por supuesto, y avión personal", añade el escritor, pero las casas de descanso de la familia son las mismas de su consorcio empresarial, Grupo Carso.
Y el avión "es menos costoso que el de Donald Trump", aunque la fortuna del mexicano es cinco veces mayor a la del estadunidense. Forbes la calcula en unos US$50.000 millones.
"Frente a Slim, Donald Trump es un pordiosero", insiste Martínez Mendoza.
"Lo daban por muerto"
En 1997, Carlos Slim enfrentó uno de los momentos más difíciles de su vida: una cirugía a corazón abierto en un hospital de Houston, Texas.
Cuando terminaba la operación una válvula del órgano se rompió y el empresario sufrió una intensa hemorragia.
Los médicos le administraron 31 bolsas de sangre; el magnate permaneció 24 horas conectado a un respirador artificial, según narra Osorno en su libro.
El escritor Martínez Mendoza dice que el magnate le confesó que apenas escapó de la muerte.
"Se le fue tres veces a los médicos, lo daban por muerto", cuenta. "Me dijo que lo revivieron y a la tercera vez se mantuvo estable".
Slim perdió más de 20 kilos en una semana, pero la experiencia le ayudó a tomar decisiones fundamentales.
Después de recuperarse delegó en sus hijos el manejo de su consorcio, Grupo Carso, que actualmente incluye negocios de telecomunicaciones, restaurantes, un banco, constructoras y explotaciones mineras.
Nada raro. "La familia es el centro de su vida", explica Diego Osorno. "Sus hijos, hijas, yernos y algunos de sus sobrinos representan la posibilidad de mantener su imperio".
Pero no todo son satisfacciones. Diego Osorno documentó que uno de sus hermanos mayores, Julián, fue comandante en la desaparecida Dirección Federal de Seguridad (DFS) en los años 70.
La corporación fue una policía política dedicada sobre todo a combatir a movimientos guerrilleros, y ha sido vinculada con la desaparición de cientos de personas en el período conocido como Guerra Sucia.
Cuando el periodista cuestionó al empresario sobre el tema "minimizó la relación con su hermano, aunque en los hechos estuvo muy presente en su vida, lo acompañó al altar cuando se casó con Soumaya Domit".
"Dijo que le gustaba andar en problemas y a él y a sus hermanos no les agradaba eso, pero lo reivindica al decir que fue alguien limpio, que nunca se benefició con los cargos que tuvo".
Al final la confianza familiar ha prevalecido, coinciden los entrevistados. De hecho algunos hijos de Julián Slim ocupan cargos importantes en el consorcio.
El elemento familiar es fundamental en el destino del negocio, que representa miles de millones de dólares.
Slim, dice Diego Osorno, hizo arreglos legales para que el conglomerado sea manejado por su familia, incluso después de su muerte.
Es una especie de fideicomiso donde ninguno de los miembros puede tomar decisiones importantes si no cuenta con el respaldo del 80% de los miembros.
Osorno concluye: "La preocupación por su familia es real. Es una de sus referencias para todo lo que él hace".