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¿Es posible borrar un mal recuerdo del cerebro? Esto dice la ciencia sobre cómo lograrlo
La ciencia explora cómo mitigar el impacto de recuerdos dolorosos mediante innovadoras técnicas de neurociencia.
La posibilidad de eliminar recuerdos dolorosos o traumáticos ha intrigado a la ciencia y la neurociencia por años. Aunque actualmente no existen métodos definitivos para borrar recuerdos, los avances tecnológicos y científicos comienzan a ofrecer alternativas para mitigar el impacto de aquellas memorias que afectan la calidad de vida. Desde investigaciones sobre la naturaleza de los recuerdos hasta innovadoras técnicas experimentales, los expertos exploran formas de transformar la relación con las experiencias del pasado.
La formación de recuerdos en el cerebro
El modo en que el cerebro organiza y almacena recuerdos ha sido objeto de múltiples investigaciones. De acuerdo con el portal de psicología, CPAPsicológos, el hipocampo desempeña un papel central en el procesamiento de las memorias, categorizándolas en dos tipos: recuerdos declarativos y de relaciones espaciales. Mientras que los primeros se refieren a hechos o eventos específicos, los segundos se asocian con mapas mentales, como la capacidad de recordar rutas o lugares.
A pesar de que aún no se comprende totalmente cómo se forman estos recuerdos a nivel cerebral, existen teorías relevantes. Una de ellas es la teoría del engrama o de “huellas de memoria”, que sugiere que los recuerdos dejan una especie de “marca” en la corteza cerebral, modificando la transmisión entre neuronas. Otra hipótesis es la teoría de las “huellas múltiples”, que sostiene que cada vez que se recupera un recuerdo, se crea una nueva versión del mismo, modificando su interpretación emocional y su relevancia.
Además, los recuerdos suelen estar íntimamente ligados a las emociones. Experiencias marcadas por sentimientos intensos, como el miedo o la alegría, son más propensas a ser recordadas y a mantenerse en la memoria, facilitando el aprendizaje de esas experiencias. Este vínculo emocional subraya cómo la memoria, lejos de ser solo un registro objetivo, está profundamente influenciada por las vivencias personales.
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Decoded Neurofeedback: reduciendo el impacto emocional de los recuerdos
Con el avance de nuevas tecnologías, los científicos están desarrollando métodos que permiten controlar el impacto de ciertos recuerdos sin eliminarlos completamente. Uno de los enfoques más recientes en este campo es el Decoded Neurofeedback (DecNef), una técnica que utiliza resonancia magnética y algoritmos de inteligencia artificial para ayudar a las personas a reinterpretar sus recuerdos traumáticos.
Mediante este método, los individuos pueden ser entrenados para recordar experiencias dolorosas desde una perspectiva más neutral, reduciendo así la carga emocional asociada.
El DecNef se basa en sesiones en las que el cerebro es guiado para disminuir respuestas emocionales intensas como el miedo o la tristeza. A través de la repetición, el cerebro comienza a reinterpretar estas memorias y a asociarlas con emociones más neutrales, un proceso que podría ser especialmente útil para personas con trastornos de estrés postraumático. Aunque esta técnica se encuentra aún en fase de investigación, sus resultados prometen abrir nuevas posibilidades en terapias psicológicas.
Optogenética: avances experimentales en manipulación de memorias
Otro enfoque experimental que ha mostrado resultados en investigaciones con animales es la optogenética, un método que permite a los científicos activar o desactivar células cerebrales mediante impulsos de luz.
En estudios con ratones, los investigadores lograron “desactivar” recuerdos de miedo, lo cual podría representar un avance revolucionario en el tratamiento de traumas humanos. Esta técnica plantea la posibilidad de reducir la carga emocional de ciertas memorias en personas que han vivido experiencias traumáticas.
La optogenética permite a los científicos manipular las memorias de forma específica, una característica que puede resultar crucial en el tratamiento de trastornos mentales graves. A medida que esta tecnología progresa, la posibilidad de controlar o eliminar selectivamente recuerdos dolorosos plantea una serie de retos éticos, ya que intervenir en los recuerdos podría afectar la percepción de la propia identidad y la coherencia emocional de cada persona.