La ternura de los bebés animales, característica que enamora a la humanidad, se basa en un complejo mecanismo evolutivo que asegura su supervivencia, según revelan los científicos.
Los rasgos encantadores de los bebés animales, como los ojos grandes y el cuerpo regordete, tienen una función en la naturaleza que va más allá de la estética, según expertos en biología y psicología. | Foto: Getty Images

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Esta es la razón científica por la que los bebés animales parecen tan adorables

La biología evolutiva y la neurociencia revelan que la ternura de los bebés animales está diseñada para activar diferentes aspectos en los humanos.

Redacción Tecnología
13 de noviembre de 2024

Es un hecho común que las crías de diversas especies despiertan una sensación de ternura en los seres humanos, un fenómeno que ha sido estudiado científicamente. Desde cachorros y gatitos hasta crías de especies salvajes, los animales bebés resultan irresistibles a los ojos humanos, y detrás de esta reacción existen factores biológicos y evolutivos que explican por qué despiertan esa respuesta afectiva y protectora.

La ciencia detrás de la ternura: por qué los bebés animales resultan irresistibles

La ternura es una reacción que va más allá de una simple preferencia estética y se arraiga en profundos mecanismos biológicos y culturales. Según Joshua Paul Dale, profesor de la Universidad Chuo en Tokio y experto en estudios relacionados con la ternura, el fenómeno de sentir ternura hacia animales o cosas adorables tiene una base evolutiva que reconfigura la percepción humana y explica la atracción global hacia lo bonito y tierno.

Ternura y cultura: una conexión global

La expansión de la ternura como estética y la creciente fascinación mundial por los personajes entrañables son el resultado de un proceso de “polinización intercultural”, como explica Dale en su obra Irresistible: How Cuteness Wired Our Brains and Conquered the World. Este fenómeno tiene raíces profundas en la cultura japonesa, donde se desarrolló el concepto “kawaii”, que engloba una serie de elementos visuales y emocionales diseñados para evocar ternura y despertar empatía. Desde los dibujos animados hasta la moda juvenil, la estética de la ternura ha trascendido fronteras, convirtiéndose en una fuerza cultural que activa en el cerebro humano respuestas de placer, empatía y, especialmente, comportamientos de protección.

La ternura no es solo una respuesta emocional, sino también un fenómeno cultural que conecta a las personas globalmente. Desde personajes populares como Hello Kitty hasta los adorables cachorros, la estética de lo tierno despierta en los humanos sentimientos profundos de cuidado y empatía.
La ternura conecta a culturas y despierta empatía, como muestra la popularidad de figuras kawaii en Japón. | Foto: Getty Images

La ternura no solo es estética; está vinculada a una red compleja de procesos neuronales que producen una conexión rápida y profunda. Según estudios, los estímulos que evocan ternura activan la corteza orbitofrontal, una región del cerebro relacionada con la recompensa y el placer, en tan solo una fracción de segundo. Esta respuesta automática es seguida por procesos más lentos que promueven el cuidado y disminuyen la agresión, creando una reacción emocional positiva que potencia el acercamiento y la conexión afectiva.

La biología de la ternura: el “esquema del bebé”

En una publicación de National Geographic se referencia una investigación científica sobre la ternura comenzó en la década de 1940 con el etólogo Konrad Lorenz, quien definió una serie de rasgos comunes en los bebés de muchas especies, a los que llamó kindchenschema o “esquema del bebé”.

Este esquema incluye características como una cabeza grande en comparación con el cuerpo, ojos grandes situados en la parte baja de la cara, mejillas redondeadas, extremidades cortas y movimientos tambaleantes. Lorenz concluyó que estos rasgos no solo nos parecen adorables, sino que activan una respuesta biológica que induce al ser humano a querer proteger y cuidar al animal.

Los científicos han encontrado que la percepción de ternura en los bebés animales despierta una respuesta innata en el cerebro humano, desencadenando instintos de cuidado y afecto.
El “esquema del bebé” explica por qué los rasgos de las crías despiertan instintos de cuidado en los humanos. | Foto: Getty Images

La teoría de Lorenz sugiere que la ternura es una adaptación evolutiva que promueve el comportamiento de crianza y cuidado, elementos esenciales para la supervivencia de las especies. Las crías con rasgos neoténicos, es decir, que mantienen características infantiles incluso en etapas más avanzadas de su vida, despiertan en los adultos humanos un instinto protector que asegura que las crías más indefensas reciban el cuidado necesario. Esta adaptación podría explicar por qué incluso los bebés de especies no relacionadas, como los polluelos o los cachorros de ciertos mamíferos, también generan un impulso protector en los humanos.

Respuestas de género y preferencias evolutivas hacia la ternura

Investigaciones también han explorado las diferencias en la percepción de la ternura entre hombres y mujeres. Los estudios indican que las mujeres son más propensas a responder con mayor empatía y disposición de cuidado hacia las crías que presentan características tiernas. Según los etólogos, este fenómeno podría ser el resultado de la coevolución entre las características neoténicas de los bebés y las respuestas de cuidado de los adultos. Las crías que presentan estos rasgos tienden a recibir mayor atención y cuidado por parte de los adultos, lo que aumenta sus probabilidades de sobrevivir.

Las crías de animales no solo despiertan simpatía, sino que, según investigaciones, su apariencia adorable activa áreas específicas del cerebro humano, impulsando una conexión biológica profunda.
La ciencia muestra que el instinto de cuidado varía por género, con una mayor respuesta en mujeres. | Foto: Getty Images/iStockphoto

El estudio destacó además las diferencias de percepción y actitud entre especies semiprecociales (como algunas aves y reptiles que requieren cuidado parental) y especies superprecociales (independientes al nacer). Los bebés de especies semiprecociales, que presentan características más neoténicas, fueron percibidos como más vulnerables e indefensos, y se mostró una inclinación por proteger y cuidar de ellos. Esta respuesta refuerza la idea de que la ternura es una herramienta de supervivencia que ha moldeado el comportamiento humano a lo largo de su historia evolutiva.