LEGISLACIÓN
¿Se quedará Europa sin Google, Facebook ni YouTube?
Nuevas normas sobre derechos de autor aprobadas por el Parlamento Europeo podrían cambiar la historia de internet.
A pesar de las amenazas de Google de retirarse de Europa, esto es, dejar sin acceso a sus servicios a los 28 países de la Unión Europea (UE), entre ellos Alemania, España y Francia, el Parlamento Europeo sacó adelante la controvertida regulación sobre derechos de autor que obligará a las grandes plataformas tecnológicas a pagar a los medios por los contenidos que enlacen. Significa, en la práctica, que Google no podrá arrojar en sus resultados de búsqueda ni en su aplicación Google News nada para lo cual no disponga de licencia.
Pero hay algo más. La norma exige a los sitios web en los que los usuarios comparten contenidos, como Twitter, Facebook o YouTube, asegurar que nadie realizará publicaciones sujetas a derechos de autor. Hasta ahora, estas plataformas estaban obligadas a retirarlas después si había reclamaciones, pero ahora deben impedir su difusión de manera proactiva.
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Los promotores de la directiva copyright para el mercado único digital, como se conoce al paquete de medidas, basan sus argumentos en la defensa de los derechos de los creadores de contenidos (editores, artistas, periodistas, entre otros), cuyas invenciones son utilizadas por cualquiera en internet sin recibir retribución alguna. Google amasó su poder y fortuna enlazando contenidos de otros. Su aplicación Google News agrega las publicaciones de todos los medios de comunicación del mundo sin pagarles un centavo, y Europa quiere poner fin a eso. Axel Voss, vocero del Parlamento Europeo, dijo que el paquete busca corregir “una situación que le ha permitido a algunas compañías ganar enormes sumas de dinero sin remunerar adecuadamente a los miles de creativos y periodistas que dependen de su trabajo”. Todos apoyan esta idea. Pero hay otras miradas sobre el problema. Los detractores del paquete de normas aprobadas acusan al Parlamento Europeo de establecer leyes a la medida de los intereses de “los monopolios del ‘copyright’”, es decir, las grandes casas editoriales y los sellos discográficos, que son los principales beneficiados con las restricciones; no tanto los artistas, periodistas y creadores de contenidos directamente. Se cuestiona el intento de someter a internet los conceptos antiguos de derechos de autor de la era predigital, en lugar de adaptar el concepto de copyright a los tiempos modernos.
El Parlamento Europeo dejó por fuera del alcance del paquete “al lado loco y creativo de internet”.
La directiva copyright obliga a establecer filtros en los portales y plataformas web que impedirán la publicación de contenidos sujetos a derechos de autor. ¿Es esto posible tecnológicamente? Tales filtros ya existen, son extremadamente costosos y solo las grandes tecnológicas pueden implementarlos. De hecho, YouTube tiene uno para impedir que la gente publique videos de música protegida por derechos de autor, y a pesar de las descomunales inversiones en investigación y desarrollo, el filtro falla con frecuencia; por ejemplo, impide subir videos de música que no está protegida. Ante el reciente caso de la matanza en Nueva Zelanda, difundida en vivo en Facebook, fue tecnológicamente inviable evitar la transmisión, y todavía, a la fecha, no ha sido posible que los sistemas de inteligencia artificial de YouTube eliminen por completo los videos de este acontecimiento, que aún circulan en la red. Es por esta razón que analistas calificaron con duros términos a los parlamentarios europeos que aprobaron la norma: “Ignorantes”, dijo el comentarista internacional Enrique Dans, y “La Unión Europea perdió el sentido común”, señaló Electronic Frontier Foundation, una de las organizaciones más importantes en la defensa de las libertades en internet. Ellos temen que se fortalezca el imperio del algoritmo en el control de los contenidos.
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Hay dos escenarios posibles como consecuencia de la decisión. Lo que podría ocurrir en la práctica es que las grandes tecnológicas acepten pagar por los enlaces de noticias –como ya comenzó a hacer Apple en Estados Unidos, con su aplicación Apple News, que comparte ingresos con Los Angeles Times, The Wall Street Journal y 300 medios más– e implementen filtros de subida cada vez más efectivos; y queden por fuera de esta posibilidad las iniciativas pequeñas, los portales culturales, los blogs y las páginas de agregación de contenidos que no pueden ni soñar con semejantes inversiones. Los blogueros ya no podrán hacer hipervínculos en sus textos para ampliar la información. El hipervínculo, que es la esencia misma del origen de internet, queda amenazado de muerte. Esto daría como resultado una mayor concentración de internet en las cinco o seis tecnológicas que hoy dominan el mercado. Un segundo escenario posible podría ser el retiro de Google, YouTube, Facebook y Twitter del territorio europeo, como ya amenazaron que harían en caso de que se aprobara el paquete de normas. Google se abstuvo de pronunciarse esta semana, pero en enero pasado dijo que retiraría completamente el servicio Google News de Europa.
La aprobación se logró con estrecho margen: 348 votos a favor y 274 en contra. Países completos se opusieron, entre ellos Holanda, Italia, Polonia y Finlandia, y partidos políticos, sobre todo de izquierda, hicieron lo posible por impedir la normativa durante más de dos años de discusiones acaloradas; además, hubo manifestaciones ciudadanas en las calles durante el fin de semana de sesiones del Parlamento en Estrasburgo. La aprobación acentúa el papel de Europa como el regulador más drástico sobre internet y el único territorio del mundo en donde se ha puesto –o intentado, al menos– límites al poder desaforado de las redes sociales y las grandes plataformas tecnológicas norteamericanas. Allá están obligadas a retirar en 24 horas las noticias falsas y los mensajes de odio racial. También impusieron tres multas descomunales a Google por prácticas monopolísticas, la última por 1.494 millones de euros hace un par de semanas. Mark
Zuckerberg ha tenido que poner la cara personalmente varias veces ante parlamentarios y primeros ministros europeos para apagar los incendios provocados por Facebook y su irresponsable política de manejo de datos de sus usuarios.
Pero ¿el nuevo marco normativo sobre derechos de autor está en la misma línea de las medidas mencionadas? Para los activistas de las libertades en internet, la respuesta es no. De hecho, la aprobación se retrasó más de dos años debido a la fuerte resistencia que encontró entre diversos sectores sociales, políticos e intelectuales, que la entienden como una medida regresiva que ataca el espíritu libre de la red y que no se acomoda a la realidad de los tiempos digitales. La moderación previa de contenidos, buscando infracciones a los derechos de autor, podría encerrar nuevos peligros. Quedaría establecida la capacidad de censura previa de cualquier publicación en la red, lo que ataca la esencia misma de internet, que ha sido, desde su nacimiento, territorio libre. Por eso, el creador de la web, Tim Berners-Lee, se sumó a las voces en contra del paquete europeo.
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Todavía falta la aprobación del Consejo de la Unión Europea, que tomará una decisión el próximo 9 de abril. En el caso de que el Consejo apruebe el paquete, durante los próximos dos años los países miembros adaptarán nacionalmente las normas. Y aunque el alcance jurídico es por ahora europeo, el impacto podría ser de escala global por dos razones. La primera: es imposible que existan dos internet, regidas por marcos normativos diferentes, y las implementaciones tecnológicas que las grandes plataformas establezcan serán aplicadas en todo el mundo. Y la segunda: las políticas europeas en esta materia suelen ser imitadas en el resto de los países, como ya ocurrió con el Reglamento General de Protección de Datos (GDPR) establecido por la UE el año pasado para defender la privacidad en la red.
El Parlamento Europeo dejó por fuera del alcance del paquete “al lado loco y creativo de internet”. Los memes, las parodias y el humor no serán cobijados por la directiva copyrigth, ni tampoco Wikipedia ni las plataformas de código abierto y sin ánimo de lucro, que podrán compartir y enlazar contenidos y a las que no se les exigirá el filtro de carga ni los pagos por enlaces. Pero el texto del paquete de normas es ambiguo en muchos párrafos, y, tal como está, un usuario no podría subir el video de su boda en Facebook si al fondo se escucha una canción.