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Viciosos del teléfono

Alarmados por la imparable adicción de niños y jóvenes al ‘smartphone’, profesores, padres de familia y hasta accionistas de las compañías pidieron a los fabricantes de teléfonos hacer estos dispositivos menos atractivos. Y esta fue la respuesta.

Álvaro Montes
28 de julio de 2018
FOTO: RESTREPO

El 63 por ciento de los colombianos, en lugar de cepillarse los dientes o tomar una taza de café, lo primero que hacen al despertar es revisar Facebook. La cosa se pone peor. El 48 por ciento de los colombianos prefiere renunciar a tener sexo durante un mes, antes que a su smartphone. Los datos provienen de un estudio de Motorola que mide el nivel de dependencia del celular y clasifica la adicción en cinco categorías. La mayoría de los 24.000 colombianos que tomaron parte resultaron en el nivel 3: ‘phone-dependientes.’

Un estudio encontró que los colombianos pasan al menos cuatro horas diarias con sus dedos puestos en el celular

La semana pasada TigoUne dio a conocer otro estudio sobre el uso del móvil en niños y jóvenes colombianos, que arrojó datos alarmantes. Los menores pasan 3 horas y 31 minutos diarios literalmente mirando la pantalla del teléfono y los de 16 años malgastan 5 horas al día. El 41 por ciento clasifica en lo que los expertos denominan “uso excesivo” de internet. Esto es que no hablan con sus padres, se enojan, no comen y no se enfocan en sus tareas escolares por atender las redes sociales. Una tercera parte de ese tiempo es gastado en mirar contenido sexual, conversar con desconocidos y recibir contenidos potencialmente dañinos. Tres estudios independientes realizados durante el último año llegaron a resultados similares. Realmente, es hora de hacer algo.

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En Estados Unidos, accionistas de Apple y asociaciones de profesores hicieron campañas para pedir a la industria que preste atención al problema porque allá los niveles de adicción son peores. Y por alguna dichosa razón, la industria de la telefonía móvil ha comenzado a tomar conciencia del daño que produce –junto a las enormes bondades también, por supuesto– el uso excesivo del smartphone. Las personas pasan tanto tiempo mirando el dispositivo y desatendiendo a quienes las rodean, que el asunto se volvió un problema general y dramático en las comunicaciones humanas. Hasta llegar a situaciones absurdas que parecen sacadas de una comedia de televisión, como jóvenes que están juntos –sí, físicamente a pocos centímetros de distancia– y se envían mensajes vía AhatsApp. El mundo se acostumbró a las escenas de familias reunidas alrededor de la mesa a la hora de la comida, cada uno atendiendo su dispositivo; o de espectáculos masivos en donde casi todo el mundo se pierde el show porque está tomando fotos; o a las noticias de centenares de personas que literalmente se han desnucado o caído a un precipicio por tomarse un selfi para ponerla en su muro.

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Motorola puso en marcha a comienzos de este año su iniciativa Phonelifebalance (https://phonelifebalance.motorola.com), que incluye un test para determinar cuán adicto se es al teléfono. Un test serio, diseñado por gente de Harvard, que establece cinco niveles de dependencia y que todo aquel que utilice un smartphone debería realizar. La empresa encargó también un estudio en varios países que arrojó datos escalofriantes. El 53 por ciento de los encuestados de la llamada generación Z considera que el celular es “su mejor amigo”. Y el 33 por ciento de los encuestados reconoce que confiere más importancia al teléfono que a sus seres queridos. Era fácil percibir el problema, pero por primera vez ha sido medido con herramientas precisas.

Google, en su reciente conferencia para desarrolladores, anunció una nueva característica que veremos en la próxima versión de Android: brindará información sobre cómo el usuario utiliza el teléfono y ofrecerá controles para limitar el tiempo de pantalla. Apple se sumó también a esta tendencia y la versión de iOS 12, que estará disponible en octubre para los teléfonos iPhone, incluirá un panel de control para limitar el tiempo de uso del dispositivo y monitorear la adicción. Los móviles podrán, por ejemplo, bloquear el acceso a Facebook o Twitter una vez se alcance el tiempo diario establecido para perder en las redes sociales. Era difícil imaginar a los fabricantes promoviendo un uso menos intensivo de los teléfonos; pero está pasando.

No se sabe todavía si este enfoque tendrá impacto. La mayoría de los smartphones son tan atractivos que es difícil resistirse a la tentación de malgastar el tiempo con sus apps. Y no puede pedírsele a la industria que retroceda a los tiempos de las ‘panelas’, como se llamaba popularmente a los viejos teléfonos. ¿O sí? De hecho, hay quienes lo están haciendo. Algunos fabricantes adoptaron un enfoque diferente: el del hardware. ¿Por qué no hacer teléfonos menos adictivos? Nokia revivió el viejo y adorable 3310, que hizo furor en el año 2000 y que regresó en 2017 renovado, pero, en esencia, el mismo. Un aparato para hacer llamadas y jugar snake. Punto. ¿Para qué más debería servir un teléfono? Y está por salir la segunda versión del Light Phone, un celular realmente básico, con pantalla en blanco y negro y sin apps, que es anunciado como “un celular que te respeta de verdad”. Existe también el Unihertz Jelly, con sistema operativo Android. Es más avanzado que el Light Phone, tiene apps, datos, navegación, pero fue diseñado pensando en que el usuario no sienta la tentación de extasiarse mirándolo todo el día, como ocurre con ese oscuro objeto del deseo llamado iPhone. El Jelly tiene una pantalla pequeña y está pensado para que ayude con las comunicaciones esenciales, como llamadas, correo y navegación. Este enfoque se parece al de aquellos restaurantes en los que las sillas son deliberadamente no tan cómodas, para que los comensales disfruten la comida, pero no sientan ganas de quedarse toda la tarde con una taza de café.

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TigoUne propone un enfoque diferente a los anteriores. “No queremos que se use menos el celular, sino que se use de manera responsable”, dice Marcelo Cataldo, presidente de la compañía. Alarmados por los resultados del estudio que encargaron a la Universidad Eafit, diseñaron una estrategia de responsabilidad cocial enfocada en lo que se conoce como mediación proactiva, y se refiere al papel que los adultos deben cumplir en el uso que los menores hacen del móvil. En lugar de prohibir o bloquear, los padres y los profesores pueden hacer algo más interesante, como contribuir en una cultura digital más sana y ayudar a que el teléfono, la pieza electrónica más popular en la vida de los humanos, sirva para algo. Ciento cincuenta mil personas de 260 colegios en 10 ciudades del país recibirán guías y apoyo metodológico para el uso inteligente de internet en el aula. “Muchos hablan del riesgo, pero pocos de la oportunidad que el móvil ofrece a los jóvenes”, agrega Cataldo. De hecho, hay jóvenes que aprendieron a programar mediante cursos en línea desde el teléfono; hay ejecutivos que se reúnen para hacer negocios vía Skype empresarial; hay apps para aprender astronomía, idiomas, emprendimiento y millones de cosas útiles. No todo en las redes sociales es maldad, matoneo y noticias falsas y hay que promover los usos creativos del móvil. Desde luego, es del interés de las telcos que los usuarios incrementen el consumo de datos, pero es loable que un operador móvil por fin se enfoque en ayudar a mejorar la dieta digital de los colombianos y no solo en vender planes y hacer sonar la caja registradora.

El vicio tiene atrapados también a los adultos. Un estudio de Asomóvil el año pasado encontró que los colombianos pasan al menos cuatro horas diarias con sus dedos sobre el celular. La mayor parte de ese tiempo se gasta en las redes sociales y los usos productivos, según el estudio, solo alcanzan al 54 por ciento de las personas. Es decir, casi la mitad de los colombianos no realiza ningún tipo de actividad educativa ni productiva desde su teléfono.

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Lo más probable es que una combinación de todas las aproximaciones al problema, desde el hardware, los sistemas operativos o los contenidos, ayudarán en el mediano plazo a reducir un poco la agobiante adicción al móvil que tantas consecuencias negativas ha traído.