Tecnología
La nueva norma que pondría en jaque a los que usan la inteligencia artificial para hacer trampa
Varias entidades como la encargada de los Premios Grammy están tomando medidas para evitar contener a la IA.
Los Premios Grammy han actualizado las directrices que guían la elección de los nominados para incluir una serie de matices con respecto de la inteligencia artificial (IA) generativa, y dejar claro que si bien no la excluye completamente de la producción, sí lo hace de la posibilidad de ganar el galardón.
La Academia de la Grabación de Estados Unidos, organizadora de los premios Grammy, ha actualizado sus directrices con motivo de la 66.ª edición para incorporar reglas sobre el empleo de la IA generativa.
En concreto, descarta la posibilidad de que una IA pueda ser nominada o resultar ganadora de un Grammy, limitando este hecho solo a los creadores humanos. Y de hecho, exige que las obras contengan autoría humana para poder ser consideradas en cualquier categoría.
No obstante, admiten obras con materiales generados por una IA, siempre que la autoría humana sea “significativa y más que mínima” y que este componente de autoría humana sea “relevante para la categoría en la que se inscribe dicho trabajo”.
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Y si la obra cuenta con material generado por una IA, el autor de ese material incorporado no será elegible para ser nominado o ganador a un Grammy.
Empieza la guerra de los humanos contra la IA: un gremio hizo el primer movimiento
La irrupción de la inteligencia artificial generativa, capaz de crear voces sintéticas apenas diferentes de las humanas, amenaza con desplazar a locutores, actores de doblaje y narradores de audiolibros que, irónicamente, alimentan día a día esa tecnología que podría arrebatarles su sustento.
“Estamos peleando contra un monstruo muy grande”, dice el actor de doblaje y locutor Mario Filio, cuya creatividad quedó inmortalizada en la banda sonora de la película animada Madagascar, con su pegajoso estribillo “¡Quiero mover el bote! ¡Quiero mover el bote!”.
El verso original y título de la canción era “I like to move it”. Pero Filio, que dobló al español latino la voz del fiestero lémur, el rey Julien, y la encargada musical del film idearon la adaptación, que se convirtió en un hit.
Este mexicano, que ha puesto voz a Will Smith y a personajes como Obi-Wan Kenobi (Star Wars), Winnie de Pooh o Miss Piggy, sostiene que nunca recibió regalías por aquel éxito. Pero eso es un asunto menor frente al desafío que plantea la IA generativa, que crea textos, imágenes, videos o voces utilizando contenido existente, sin intervención humana.
Para dar esa batalla, bajo el lema “No roben nuestras voces”, una veintena de gremios y sindicatos de Europa, Estados Unidos y Latinoamérica crearon la Organización de Voces Unidas (OVU), que impulsa legislaciones para armonizar IA y creación humana.
El uso “indiscriminado y no regulado” de IA puede extinguir un “patrimonio artístico de creatividad (...) que las máquinas no pueden generar”, advierte OVU.
Derecho humano
Los artistas de voz ya competían con Text To Speech (TTS), sistema que locuta textos, con dicción robotizada, y se emplea en asistentes como Alexa o Siri.
Pero la IA sumó el “aprendizaje de máquinas” (machine learning), con el que un software puede comparar una muestra de voz con millones existentes, identificando patrones que generan un clon.
“Se alimenta con voces que hemos estado subiendo por años”, explica Dessiree Hernández, presidenta de la Asociación Mexicana de Locutores Comerciales. “Hablamos del derecho humano de usar la voz y la interpretación sin tu consentimiento”, añade.
Plataformas como revoicer.com ofrecen una vasta gama por mensualidades de 27 dólares, una fracción de lo que cobrarían profesionales. En su web aclara que “no pretende reemplazar las voces humanas”, sino ofrecer una alternativa ventajosa.
Aunque las empresas tecnológicas siguen contratando intérpretes, estos sospechan que solo sea para alimentar sus archivos, y buscan herramientas para rastrear sus voces frente a una piratería que se sofistica.
Abogan por leyes que impidan que sus registros de voz sean usados para entrenar IA sin su aval e impongan “cuotas de trabajo humano”, detalla el locutor colombiano Daniel Söler de la Prada, que llevó el cabildeo de OVU a Naciones Unidas y a la Organización Mundial de Propiedad Intelectual.
En México, meca del doblaje en Latinoamérica, también fue radicado un proyecto de ley para regular esta tecnología.
Mientras, en Argentina ya existe una ley que limita la locución a personas tituladas. Y una máquina no lo es, observa Fernando Costa, quien pelea contra el eslogan “No utilice más locutores, no gaste”, desde el Sindicato Argentino de Locutores y Comunicadores.
*Con información de AFP y Europa Press