Tecnología
Los impresionantes chorros de vapor de agua que fueron descubiertos en una luna de Saturno
El descubrimiento puede brindar pistas sobre el origen del agua en el planeta Tierra.
A través de fotografías del telescopio James Webb, se logró detectar que en la luna Encelado, del planeta Saturno, se expulsó el mayor chorro de vapor de agua registrado hasta la fecha.
Este tipo de partículas, conformadas por hielo y vapor, se debe al calor interno de esa luna y solo se pueden analizar cuando el telescopio y el sol se encuentran ubicados al lado opuesto de la luna Encelado.
De acuerdo con Natalia Vartán, reconocida por explicar hallazgos científicos, la onda Cassini fue la principal promotora en descubrir que la superficie helada de Encelado se escapaban partículas procedentes de su interior. El descubrimiento data del 2005.
Desde el Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA han anunciado que el telescopio James Webb ha captado la mayor pluma de vapor de agua expulsada por Encelado—la luna de Saturno—descubierta hasta hoy. Es inmensa, dijeron literalmente ⬇️
— Natalia Vartán (@NataliaVartan) May 20, 2023
Desde ese momento, se especuló que este tipo de vapores serían mucho más grandes, hasta que el telescopio James Webb lo descubrió. Sin embargo, se ha mencionado que ese lugar podría albergar vida.
En el Centro de Vuelo Espacial Goddard de la Nasa, anunciaron que en los próximos días presentarán un documento con todos los detalles del descubrimiento. La Nasa también manifestó que este hallazgo puede sugerir que el hielo del agua del sistema solar puede estar conservado en esa región. Se espera que con este hallazgo se pueda determinar los orígenes del agua en en el planeta Tierra.
El telescopio @NASAWebb ha confirmado la primera detección de vapor de agua alrededor de una inusual clase de cometa en el cinturón principal de asteroides. ☄️ pic.twitter.com/IcfUvd5Pj2
— NASA en español (@NASA_es) May 15, 2023
Días atrás, un nuevo estudio, dirigido por el físico Sascha Kempf, de la Universidad de Colorado (Estados Unidos), ha aportado la prueba más contundente hasta la fecha de que los anillos de Saturno son extraordinariamente jóvenes, lo que podría responder a una pregunta que ha tenido perplejos a los científicos durante más de un siglo.
La investigación, publicada en la revista Science Advances, fija la edad de los anillos de Saturno en no más de 400 millones de años. Esto hace que los anillos sean mucho más jóvenes que el propio Saturno, que tiene unos 4.500 millones de años.
“En cierto modo, hemos resuelto una cuestión que comenzó con James Clerk Maxwell”, afirma Kempf, profesor asociado del Laboratorio de Física Atmosférica y Espacial (LASP) de la Universidad de California.
Los investigadores llegaron a esa conclusión estudiando lo que podría parecer un tema inusual, como es el polvo. Kempf explica que diminutos granos de material rocoso atraviesan el sistema solar de la Tierra de forma casi constante. En algunos casos, este flujo puede dejar tras de sí una fina capa de polvo en los cuerpos planetarios, incluido el hielo que forma los anillos de Saturno.
En el nuevo estudio, él y sus colegas se propusieron poner fecha a los anillos de Saturno estudiando la rapidez con que se acumula esta capa de polvo, algo así como saber cuántos años tiene una casa pasando el dedo por su superficie.
“Piense en los anillos como si fueran la alfombra de su casa -señala Kempf-. Si tienes una alfombra limpia, solo tienes que esperar. El polvo se depositará en la alfombra. Lo mismo ocurre con los anillos”.
De 2004 a 2017, el equipo utilizó un instrumento llamado Analizador de Polvo Cósmico a bordo de la difunta nave espacial Cassini de la Nasa para analizar las motas de polvo que volaban alrededor de Saturno.
Durante esos 13 años, los investigadores recogieron solo 163 granos que se habían originado más allá de la vecindad cercana del planeta. Pero fue suficiente. Según sus cálculos, es probable que los anillos de Saturno lleven acumulando polvo sólo unos cientos de millones de años.
En otras palabras, los anillos del planeta son fenómenos nuevos, que surgen (y potencialmente desaparecen) en un abrir y cerrar de ojos en términos cósmicos. “Sabemos aproximadamente cuántos años tienen los anillos, pero eso no resuelve ninguno de nuestros otros problemas -afirma Kempf-. Seguimos sin saber cómo se formaron estos anillos”.
*Con información de Europa Press.