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Redes sociales: la clave del plebiscito

El Gobierno tendrá la difícil tarea de manejar la violencia conceptual que atraviesa redes como Facebook y Twitter para ganar la confianza de los votantes.

7 de agosto de 2016
| Foto: Ilustración de Jorge Restrepo / SEMANA

Reza el ya viejo adagio: “para los usuarios todo lo que pasa en internet es verdad”. Y si alguien ha tenido que combatir este extraño paradigma es el gobierno de Juan Manuel Santos. La explosión de las redes sociales y su impacto en la agenda diaria de los colombianos es cada vez más notorio y relevante; ahora con la pugna electoral en el plebiscito estas plataformas serán claves.

Para el oficialismo (no importa el país), las redes sociales son un campo minado, mientras que la para la oposición Facebook y sobre todo Twitter es un campo fructífero para alcanzar más y más personas con consignas muchas veces hiperbólicas que terminan diseminándose mucho más rápido entre los usuarios.
Así que el campo de batalla es desigual para las partes, por lo que desde el gobierno tendrán que diagramar una hoja de ruta compleja de desarrollar, pero sencilla de masificar.

El plebiscito, en el escenario de las redes sociales, tiene varias particularidades. En primer término, está el apasionamiento que despierta el tema del proceso de paz y de fondo el conflicto armado en Colombia. Las posiciones son extremas y dejan poco resquicio a los argumentos o la conversación. Los interlocutores no buscan generar una conversación, usualmente buscan espetar su razonamiento a la espera de dos cosas: apoyo o discusión cerrada y agresiva.

La siguiente particularidad que se puede desprender del plebiscito en las redes sociales es la hipérbole y las mentiras verdaderas. En internet las fotos falsas, los montajes, las noticias mentirosas y las campañas de usuarios piratas se convirtieron en parte del paisaje. “Internet es un instrumento peligroso. Con internet no sabes quién está hablando. Usted es periodista, yo soy profesor de universidad, y si accedemos a una determinada página web podemos saber que está escrita por un loco, pero un chico no sabe si dice la verdad o si es mentira”, afirmó Eco.

El escritor agregó que esta realidad que viven los usuarios día a día “es un problema muy grave, que aún no está solucionado. La materia prima debería ser cómo filtrar las informaciones, pero ningún profesor es capaz de enseñar eso”.

En su momento, SEMANA había consultado a Pablo Jacobsen, un asesor de comunicaciones digitales que lleva años estudiando la evolución de las redes en el país, está de acuerdo con Anderson.

Para él, al ser “solo una herramienta” Twitter depende de quién y cómo lo use. Considera que, “en un país de apasionamientos”, la red social se ha convertido en un “medio de desahogo” y “en un motor del fanatismo”.

Y tiene razón: estudios de comportamiento concluyen que algunas personas tienden a ser más activas en el mundo digital que en el físico y que en las redes sociales tienden a ser más virulentas cuando sienten afinidad con algún debate.

El tema es que, en Colombia, como en otras partes, Twitter se ha convertido cada vez más en un lugar muy oscuro donde los desadaptados, siguiendo intereses de todo tipo, insultan, calumnian y hasta cometen delitos como la estafa. Cada vez más esa buena herramienta está siendo acorralada por un maremágnum de agendas de sujetos atrincherados en sus odios, muchos de ellos encapuchados en troles y alias para mantenerse en la oscuridad.

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¿Qué hacer?

Lo primero es entender que tanto el mensaje oficial, como el opositor son válidos. El plebiscito, por ser un mecanismo de refrendación, puede abrir las puertas para que dos posiciones distantes expongan sus puntos y preocupaciones de forma abierta, pero con la intensión de construir y no simplemente de combatir, como viene ocurriendo hasta el momento.

Tanto para los promotores del ‘Sí’, como para lo que se mueven por el ‘No’, las redes sociales serán un escenario clave para exponer sus posiciones y llegar a un número de personas más amplio que en cualquier otra contienda electoral. Lo que no se puede promover es el enfrentamiento y las mentiras virales, que a la postre ensucian el debate y lo alejan de su importancia histórica.

La oposición, liderada por Álvaro Uribe que ha demostrado ser un maestro en el manejo de las plataformas sociales, parte con ventaja en esta carrera. La disciplina de sus alfiles, los mensajes contundentes y la facilidad de divulgación son las virtudes que han sabido aprovechar para promover una de las oposiciones más activas de las que el país y las propias redes tengan memoria.

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Sin embargo, los promotores del ‘No’ también tendrán que cuidarse de promover falsedades, (aprovechando la pereza cognitiva de miles de usuarios), evitar los fotomontajes, la promoción de noticias o imágenes trucadas, para dar señales negativas sobre un proceso electoral que debe ser ganado con justicia en todas las arenas.

Desde el Gobierno, la tarea será dos veces más difícil. Para el Estado, la tarea de promover verdades incomodas no es sencillo en un entorno agresivo como Twitter o Facebook, por lo que analistas sociales coinciden en que la Administración debe, en primer término, tener una estrategia clara que se valga de todos los recursos multimedia a su alcance para combatir el odio y las mentiras que se propagan con facilidad en las plataformas.

Finalmente, los usuarios del común también tienen una responsabilidad. Es cierto que actualmente buena parte de la opinión pública se crea en redes sociales, mediante el modelo dómino. Así que, los colombianos con acceso a internet deben cumplir una labor casi que civica de promover una discusión bien informada, argumentada y sobre todo no creer todo lo que ven. Al final de cuentas, no todo lo que se dice en internet es verdad.