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¿Cómo logró Sao Paulo regular a Uber?
La urbe sudamericana con mayor flujo vehicular encontró una fórmula para legalizar a la plataforma y de paso mejorar el servicio de los taxistas. Estas fueron las claves.
Transitar por Sao Paulo después de las cuatro de la tarde es una misión imposible. Los paulistas están resignados a largos trancones e interminables desplazamientos en una de las metrópolis más congestionadas del continente.
Igual que otras ciudades como Buenos Aires o Bogotá, el transporte público e individual no da abasto para satisfacer la demanda de los usuarios, lo que llevó a la plataforma Uber a presentar sus servicios en ese atractivo mercado.
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Uber llegó a Brasil en 2014 y, como ya es usual, levantó ampolla. Como si fuera el libreto de una novela, la historia que ocurre en Colombia también pasó en la capital paulista. Los taxistas se opusieron con rudeza a la irrupción de la plataforma y los enfrentamientos fueron pan de cada día durante los primeros meses de ese año.
En Brasil, la rama judicial tuvo una especial injerencia en el conflicto. Los jueces expidieron una decena de decisiones preliminares, la mayoría en favor de implementar la plataforma. En medio de una encerrona entre usuarios, conductores y taxistas todo el peso de la decisión cayó en manos de la alcaldía de Sao Paulo. El ayuntamiento se vio obligado a dirimir el conflicto.
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En mayo de 2016, después de un sinnúmero de bloqueos y una decena de medidas cautelares, la alcaldía suscribió un decreto que regula el uso de la aplicación. La decisión del distrito paulista no fue salomónica, pero al menos calmó las aguas y está a punto de bajar dos pájaros de un solo tiro.
Por un lado, para poder operar, Uber debe pagar a la administración municipal una tasa media de 0,10 reales (unos 0,028 dólares) por cada kilómetro recorrido, un monto que podrá variar en función del momento del día o de la oferta disponible.
Sin embargo, de momento solo fueron liberados 5.000 vehículos para esta modalidad, con la que el consistorio pretende suplir la demanda en la metrópoli brasileña. Tal como indicó el alcalde, Fernando Haddad, "el número de taxis es insuficiente para atender la demanda actual".
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Los conductores que se acojan a este servicio no necesitarán licencia de operación, pues les bastará con tener carné de conducción profesional. También están obligados a informar al pasajero sus datos personales, horario, número de matrícula y darle la opción al usuario de evaluar la carrera, requisitos que ya ofrecen muchas aplicaciones como Uber.
Esta nueva reglamentación corre en paralelo a la nueva categoría de taxis puesta en marcha el pasado octubre por la alcaldía, a la que podían acogerse los conductores de Uber mediante el pago de una licencia. Pero la medida no contentó a la empresa, que no se considera una compañía de taxis.
Los taxistas a mejorar
La alcaldía de Sao Paulo buscó hacer moñona. Al tiempo que aceptó el ingreso de los conductores al mercado se puso estricto con los taxistas. La estrategia de la administraciónfue motivar a los taxistas para que compitieran con los Uber mejorando su presentación y su servicio.
En un intento por reconquistar a los usuarios de Uber, la alcaldía de Sao Paulo lanzó en enero una nueva estrategia basada en estrictas reglas de vestuario y comportamiento para los taxistas que no dejaron de levantar controversia entre profesionales y clientes.
Las normas incluían "blazer" en días fríos, traje o esmoquin para taxis de alta gama y camisas lisas o, como mucho, a rayas, además de la obligación de llevar la barba arreglada, uñas limpias y derrochar "optimismo y alegría".
Polémica nacional
En estos meses, la competencia entre los Uber y los taxistas se ha concentrado en aquel que preste el mejor servicio. Sin embargo, se han presentado conatos de protestas de agremiaciones de taxistas que todavía se resisten a la victoria legal de la plataforma norteamericana.
La situación en Brasil es un tanto más paradójica que en Colombia. Por ser un país federado, mientras que Sao Paulo ya avaló la entrada de Uber en otras capitales está prohibido. Actualmente, en Río de Janeiro, la segunda mayor ciudad de Brasil, Uber opera gracias a una medida cautelar que un juez emitió el pasado octubre y que dejó sin efecto una ley municipal que vetaba su uso.
Esta decisión fue ratificada en abril por otro magistrado, que prohibió a la alcaldía reforzar la fiscalización contra los conductores afiliados a Uber. En cambio, en Salvador de Bahía, la mayor ciudad del noreste brasileño, la Cámara de Concejales prohibió el pasado mes por unanimidad el uso de Uber, que había entrado en funcionamiento en marzo.
*Con información de EFE.