POSICIÓN DE DOMINIO

Tatequieto a Silicon Valley

Cada vez más voces influyentes reclaman el fin de las redes sociales, y la urgencia de dividir en empresas más pequeñas y menos poderosas a Facebook, Google y otras gigantes tecnológicas que dominan internet.

Álvaro Montes
1 de junio de 2019
| Foto: istock

Empezó como una propuesta un tanto extremista, de Elizabeth Warren, precandidata demócrata respetada, pero con escasas probabilidades de llegar a la Casa Blanca porque marca poco en las encuestas. Después se sumó Nancy Pelosi, y se acaban de adherir Joe Biden y otros aspirantes demócratas como Bernie Sanders; hasta el cofundador de Facebook, Chris Hughes. Todos ellos pidieron dividir a esta compañía, dado que su excesivo poder amenaza a la democracia, a la cultura y a la salud de los humanos. Cada vez más personas e instituciones influyentes se suman a la propuesta de fraccionar las cinco o seis más poderosas tecnológicas norteamericanas porque han abusado de su poder.

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Parece difícil imaginar un mundo sin Facebook, y en donde Google y Amazon sean empresas de tamaño medio sin el poder de imponer sus reglas en el mercado. Aunque no es imposible.

Mark Zuckerberg, Facebook  y Sundar Pichai, Google.

Hay cada vez mayor consenso en que la extrema concentración en manos de unas pocas compañías globales podría amenazar la innovación y el crecimiento económico. Entre los inversionistas de riesgo existe el término “zona de muerte” para referirse al momento en que las jóvenes start-ups comienzan a parecer una hipotética amenaza para las gigantes tecnológicas. Prácticamente, resulta normal que el único futuro posible para un emprendimiento en Silicon Valley es que un gigante lo adquiera o lo aplaste. La genial Nest, que causó furor con sus nuevos productos para el hogar conectado, terminó engullida rápidamente por Google, que quiere dominar el negocio de la domótica. Una vez que Facebook adquirió Instagram, la carrera terminó para Pinterest, Snapchat y otras plataformas más ingeniosas y creativas que le competían.

El número de start-ups estadounidenses registra una alarmante caída sin pausa durante los últimos 13 años, según estudio publicado en Axios. Durante los ochenta, los noventa y hasta 2005, los emprendimientos tecnológicos surgidos en Silicon Valley impulsaron la economía norteamericana, y en ese contexto se forjaron algunas de las grandes marcas tecnológicas que hoy gobiernan el negocio. Pero las más exitosas –que se pueden contar con los dedos– en su voraz expansión adquieren a cuanto emprendimiento innovador surge como una futura amenaza o eliminan a sus rivales gracias al poder de sus plataformas. Un estudio de la Reserva Federal encontró que el número de empresas jóvenes en ciclo de crecimiento ha disminuido en Estados Unidos.

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Cuántas alternativas a Facebook intentaron colarse en la preferencia de los usuarios, ofreciendo características claramente superiores. Pero se fundamentaban en el respeto a la privacidad y no recopilaban datos de los internautas ni utilizaban algoritmos para modificar el feed. Diáspora se basaba en código libre y descentralizado, con tecnología blockchain para mantener la transparencia de la plataforma. Pero les fue imposible competir contra Facebook.

Un reciente informe de Internet Society advierte que la excesiva concentración de internet ha reducido la libre competencia en los mercados mundiales, y señala casos como el sector de servicios de infraestructura (nube, distribución de contenidos y servicios basados en la web), en manos de tres empresas: Amazon Web Services, Microsoft y Google. Facebook y Google concentran el 84 por ciento de la inversión mundial en publicidad digital. Amazon posee el 49,1 por ciento de las compras en línea. Por países, cinco naciones tienen la innovación tecnológica en sus manos: China, Estados Unidos, Japón, Corea del Sur y Taiwán. Las demás solo les compran tecnología, según el estudio más fresco de la Ocde. Estos cinco países han movido entre el 72 por ciento y el 98 por ciento de las tecnologías en 25 campos concretos en los últimos cinco años.

Chris Hughes, ex-Facebook y Jeff Bezos, Amazon. 

No se trata de una preocupación solo de las izquierdas y de los demócratas. El mismo Donald Trump intentó frenar la fusión de AT&T y Time Warner. Estados Unidos tiene tradición en esto de fraccionar empresas y liquidar monopolios. El caso más emblemático ocurrió cuando el presidente Theodore Roosevelt rompió a Standard Oil. Las economías necesitan competencia y, por eso, existen las leyes antimonopolio.

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Pero no solo es cuestión de controles antimonopolio, que ya serían suficiente razón para dividirlas. Chris Hughes, que estuvo sentado con Mark Zuckerberg y Dustin Moskovitz en aquella habitación de Harvard, en donde los tres concibieron la que es hoy la más poderosa red social del mundo, dijo que “Mark es una persona buena y amable. Pero me enoja que su fijación con el crecimiento lo haya llevado a sacrificar la seguridad y la civilidad a cambio de más clics”, en un artículo reciente en The New York Times, que sacudió la discusión. Aunque parecía que no, el escándalo de Cambridge Analytica minó la confianza de los anunciantes en Facebook, en los influenciadores y en las promesas quiméricas del marketing digital automatizado. La promesa de la publicidad digital empieza a desinflarse. Nadie puede probar que las campañas dirigidas por algoritmos resultan más efectivas. Cada día se destapan casos de publicidad supuestamente contextual que es desplegada a los públicos equivocados. Algunos conocedores profundos de los negocios de Silicon Valley se atreven a señalar que la era de las redes algorítmicas, en la que la información personal, las noticias falsas y el spam conviven juntas, podría estar llegando a su fin. Esta sería la razón por la que el centro de la innovación global es cada vez menos Silicon Valley, y cada vez más China y su explosión de start-ups apoyadas por el Gobierno de ese país.

En el último par de años, Europa ha impuesto dos multas por casi 5.800 millones de dólares a Google por abuso de posición dominante en el mercado de búsquedas, y es casi seguro que la Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos impondrá una sanción a Facebook por alrededor de 5.000 millones de dólares, debido al manejo irresponsable de los datos de los usuarios. Y hay propuestas detalladas en relación con un futuro endurecimiento de los controles antimonopolio en caso de una victoria demócrata en Estados Unidos, como la de Elizabeth Warren, que obligaría a dividirse en empresas más pequeñas a Amazon, Facebook y Google (después incluyó a Apple también) para restarles poder, y les impedirá vender sus propios productos en sus plataformas en línea. “O corres la plataforma, o vendes productos en ella, pero no las dos cosas”, dijo. En la tienda iTunes no podrían ofrecerse artículos de Apple, sino solo de terceros. Y así en Amazon.com. Pero hay más. Revertiría las megaadquisiciones más emblemáticas ocurridas en los últimos diez años: las compras de Instagram y WhatsApp que hizo Facebook, la recién aprobada fusión de Time Warner y AT&T, la compra de Waze por Google, entre otras.

Los aplausos y la admiración hacia las marcas emblemáticas de la economía digital norteamericana empiezan a convertirse en dedos acusadores, porque lo que está ocurriendo, especialmente con las redes sociales, genera un verdadero malestar en la cultura y en la economía. Y es hora de hacer algo al respecto.

Joe Biden, precandidato demócrata