CORONAVIRUS
Coronavirus: del "big data" al "big brother"
En una columna para el diario El País de España, el filósofo surcoreano Byung-Chul Han analizó algunos factores de la pandemia y los cambios que significará para el mundo. Aquí un recuento de su disertación.
Es difícil negar el hecho de que los países asiáticos han controlado con mucha mayor eficiencia la propagación del coronavirus que países del resto del mundo. El nivel de contagio ha crecido exponencialmente y hoy se calculan son más de 430.000 casos confirmados a nivel mundial e Italia ya duplica el número de muertes que se han dado en China y se convirtió en el mayor foco de propagación.
En una columna en el diario español, El País, el filósofo surcoreano Byung-Chul Han expuso sus opiniones al respecto de cómo los países ha afrontado la crisis por el coronavirus. Este filósofo conocido por sus ensayos sobre la sociedad moderna, especialmente desde la perspectiva de la comunicación de masas y las nuevas tecnologías, aborda las diferencias entre Asia y Europa para controlar la propagación del virus.
Según el autor, los datos hablan por sí solos: en Hong Kong,Taiwán y Singapur hay pocos casos reportados. Las medidas en Corea del Sur no incluían una cuarentena total ni el cierre de comercios como pasó en otros países, que incluso cerraron sus fronteras. Para el filósofo, cerrar los países es “una expresión desesperada de soberanía” que no sirve de nada, pues hoy la gente no quiere entrar a Europa, por cuenta del impacto del virus. “Sería más sensato decretar la prohibición de salidas de europeos, para proteger al mundo de Europa”.
De acuerdo con Byung-Chul Han, que vive en Berlin, la ventaja de Asia es un tema cultural de larga data: el confucianismo. Una mentalidad autoritaria, donde las personas son mucho más obedientes en términos generales que en los países occidentales. Esto hace que las medidas que se tomen sean acatadas. Si a esto se suma un sistema de vigilancia altamente sofisticado, en el que un estado puede saber cuáles son las conductas de los ciudadanos con un nivel de precisión que solo logra el análisis masivo de datos se entiende cómo se logra controlar la pandemia en Asia.
Esto tiene tanto de bueno como de malo. Por una parte, ayuda en situaciones como estas a controlar la población y se pueden hacer estimaciones muy precisas de contagiados solo con análisis de macrodatos. Por otra parte, eso elimina la esfera privada, pues esto significa que el Estado tiene total acceso a la información de todas las personas, tanto de su teléfono móvil como de su contacto social y sus opiniones, sean favorables o no para el régimen. Esta compleja infraestructura está tan fundida con la vida cotidiana de los habitantes de estos países que en la mayor parte de los países asiático ya no existe conciencia sobre la necesidad de la protección de los datos.
Cosa que no ocurre en el resto del mundo, donde se crean leyes que protegen la información que produce una persona. Esta protección es un último recurso para sentir que las decisiones que se toman no están sesgadas por una manipulación subrepticia del marketing. Pero esta circunstancia ha creado un nuevo panorama en el que es incluso deseable sacrificar la vida privada por una política más eficiente de control.
En el balance del poder político ha entrado en juego un nuevo factor determinante: el control de los datos. “Es soberano quien dispone de datos”, dice Byung-Chul Han, porque los datos se convierten en un mecanismos de vigilancia y control mucho más amplios y eficientes en niveles casi abstractos.
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Esta es una situación que modifica el panóptico que propuso Michel Foucault: la vigilancia se ejerce ahora con cámaras y con dispositivos móviles. Es más cercano a un “ojo que todo lo ve”, lo guarda y analiza. En este nivel es en el que se puede saber con qué personas se ha tenido contacto y cuáles son potenciales contagiados y a cuáles se debe confinar. Esta nueva y potente herramienta es lo que ha permitido ganarle la guerra al coronavirus de manera más rápida en oriente que en occidente. Lo que está en juego, en consecuencia, la posibilidad de controlar al detalle la vida de los ciudadanos o, como ocurre en Europa, dejar que el virus gane terreno.
La resistencia a la realidad
¿Qué tiene este virus que ha cambiado tanto al mundo? Para el pensador, primero hay que tener en cuenta que una situación de esta magnitud no se veía hace mucho tiempo. Este contexto de hiperconectividad en el que es posible saber en tiempo real qué ocurre en todo el mundo da un cariz diferente al virus, de cercanía y de efecto directo. Segundo, también hoy es evidente una resistencia a la realidad que se ha ocasionado por la mediación de la tecnología en la que se habitan simultáneamente la realidad y la virtualidad ha hecho que un virus que no infecte a los aparatos sino a las personas sea una sorpresa. Este segundo factor crea una resistencia y es lo que degenera en la sobrerreacción hacia la emfermedad.
La globalización del virus
En este artículo, el surcoreano da una explicación a la rápida expansión del virus y el miedo que genera. Esto se da por el hecho de que la sociedad moderna tiene muchas menos “barreras”, como sistemas de protección “inmunológicas”. De estas forma está mucho más expuesta a la circulación libre. Es una sociedad “positiva”, en la que los excesos están permitidos y no tenemos tal desconfianza por el otro. La llegada del virus puede ser el momento en que este paradigma cambie, pues esas barreras que no conocemos desde la Guerra Fría se vuelven necesarias.
“Los peligros no acechan hoy desde la negatividad del enemigo, sino desde el exceso de positividad, que se expresa como exceso de rendimiento, exceso de producción y exceso de comunicación”, dice Han.
La reflexión del pánico de los mercados
La caída de las bolsas en diferentes jornadas y el dólar disparado por cuenta de este virus no escapa de la mirada analítica de Byung-Chul Han. Con respecto a esto, afirma que este pánico venía reprimido desde tiempo atrás y el virus lo que hizo fue disparar esta reacción. Esto se debe, según Han, a la arriesgada política monetaria que se se ha dado durante los último años y que había generado un silencioso miedo que estalló gracias al empujón del coronavirus.
Respecto a si esto generará un cambio de modelo económico o político, el filósofo se muestra renuente, a diferencia del filósofo Slavoj Žižek que ve un cambio del sistema capitalista hacia uno de corte socialista. Coinciden en dos puntos: la globalización agoniza y China ha manejado de la manera más eficiente la pandemia.
Žižek argumenta en su libro Pandemic! COVID-19 shakes the world que ve un cambio de modela hacia “la barbarie o un comunismo reinventado”. Por su parte, Byung-Chul Han ve con escepticismo la teoría, pues el virus no es capaz de hacer una revolución que las personas no son capaces de hacer; sin embargo, sí ve en este momento la posibilidad de plantear un revolución de las personas hacia un sistema menos “destructivo” y que permita dar los pasos hacia una relación más sana con el planeta.
Vale la pena ver el hecho de que países europeos y asiáticos han tenido enfermedades como la peste negra, la peste española y más recientemente el MERS y el SARS. Pero en América una situación así no se había visto. Por ejemplo en Estados Unidos “el enemigo” -como dice Han- no ha estado históricamente en su territorio, sino siempre fuera de las fronteras. Esta nueva situación, la de un enemigo interno y que es difícil de enfrentar, los deja sin armas y muy poco preparados. Es posible que en los próximos días el foco de propagación se translade a Estados Unidos.
El dilema que plantea Byung-Chul Han es enorme, más si se tiene encuenta que se trata de una autor asiáitico que vive en alemania, donde es profesor universitario: ¿es necesario reconocer que la big data nos ofrece soluciones a los desafíos modernos, pero a costa de erigir un "big brother" que todo lo vigila y coarta la libertad de todos los ciudadanos?