ENDOCRINOLOGÍA

El poder de la testosterona

Cada vez más hombres y mujeres están adoptando terapias que aumentan los niveles de esta hormona, para mejorar su vida sexual. Esto dicen los expertos sobre el tema.

22 de octubre de 2016
| Foto: 123RF

Para muchos, llegar a los 40 significa el principio del fin. Esa cifra marca el inicio de una etapa conocida como edad mediana, en la que varios cambios fisiológicos afectan el estado de ánimo y la calidad de vida. No solo aparecen las primeras canas y arrugas, sino que llegan los cambios hormonales: en los hombres se reduce la testosterona y en las mujeres los estrógenos. Esos procesos disminuyen el deseo sexual. La energía no es la misma de antes.
Para contrarrestar ese declive, muchos hombres y mujeres han adoptado un tratamiento que consiste en aplicar testosterona para que los niveles de esta hormona se normalicen, y así combatir ese proceso natural del organismo. Se les llama terapias de reemplazo de testosterona, y muchos se las aplican para mejorar su vida sexual, aumentar su energía, fortalecer los huesos y la masa muscular, e incluso bajar de peso.

Gracias a ese bombo publicitario, los geles, parches, píldoras e inyecciones de testosterona se han convertido en una poderosa industria global que solo en Estados Unidos genera al año 2.000 millones de dólares. Es muy común ver anuncios en los que hombres maduros muestran un estado físico muy superior al esperado en su avanzada edad. Uno de ellos es Jeffry Life, un médico que a sus 78 años luce un cuerpo envidiable gracias a este tipo de productos. “Muchos creen que mis fotos son retocadas digitalmente, pero soy yo tal y como soy”, dice Life. “Todos envejecemos, pero no tenemos por qué vernos o sentirnos viejos”.

La testosterona es una de las principales hormonas sexuales. Producida en los testículos les permite a los hombres tener barba, músculos fuertes y voz grave, así como producir esperma y funcionar sexualmente. Además es un factor determinante en la competitividad masculina. Sus niveles llegan al tope en la adolescencia y la primera edad adulta. A partir de los 30 empiezan a decaer a un ritmo de 1 por ciento cada año. Las mujeres también la producen en los ovarios y las glándulas suprarrenales, pero en menor cantidad. Ellas la necesitan para que sus músculos se desarrollen, para que funcionen sus órganos reproductivos y para el deseo sexual.

Normalmente, los médicos prescriben los suplementos a hombres con hipogonadismo, enfermedad que impide a entre el 2 y 7 por ciento de la población masculina producir suficiente testosterona. Según el urólogo Armando Dávila, estos tratamientos también ofrecen múltiples beneficios para los mayores de 60 años que quieren sentirse vigorosos y mejorar su desempeño sexual. “Entre los 50 y 60 deben hacerse exámenes para comprobar sus niveles de testosterona y de ser muy bajos aplicar el tratamiento. Se usa mucho actualmente”, señaló a SEMANA.

Un estudio reciente publicado en la revista New England Journal of Medicine demostró que los mayores de 65 años a los que les aplicaron testosterona reportaron mejor funcionamiento sexual. No solo aumentó su deseo, sino su actividad y su nivel de satisfacción. De igual manera disminuyó la disfunción eréctil, que afecta a un alto porcentaje de hombres a esta edad. “El mayor impacto se presenta en lo bien que se sienten. Muchos no solo reportaron una mejoría en su vida sexual sino también una sensación de mayor energía y vitalidad”, afirma el endocrinólogo Bradley Anawalt, coautor del estudio y profesor de medicina del Centro Médico de la Universidad de Washington en Seattle, Estados Unidos.

Pero no solo los hombres pueden beneficiarse de este tratamiento. Algunas mujeres en esta etapa prefieren evadir a su pareja o evitan conocer posibles prospectos porque no sienten ya un deseo sexual fuerte. La solución para ellas puede ser la testosterona, como quedó demostrado en un grupo de ensayos clínicos. Los expertos, como Nick Panay, del Colegio Real de Obstetricia y Ginecología, afirman que las mujeres que tienen baja libido, o han sido diagnosticadas con el trastorno de deseo sexual hipoactivo femenino (TDSH), pueden aplicarse testosterona en dosis moderadas para solucionar este problema. Panay sostiene que además dispara el nivel de energía y el estado de ánimo. “Pasan de estar agotadas todo el tiempo a correr maratones”, dice el experto.

A pesar de esas ventajas, la testosterona está aprobada como tratamiento solo para los hombres y por eso las dosis están hechas para ellos, por lo que deben ser recetadas por un especialista. Y aunque esos tratamientos se han vuelto muy populares, hay un fuerte debate en torno a su uso indiscriminado.“Aún hace falta mayor evidencia científica para demostrar que los beneficios superan los riesgos”, dijo a SEMANA Yadira Villalba, médica internista endocrinóloga y expresidenta de la Asociación Colombiana de Endocrinología, Diabetes y Metabolismo (ACE).

Entre los riesgos potenciales para los hombres está que se les agrande la próstata, que su tejido mamario crezca y que sufran trombosis venosa profunda. También los testículos pueden atrofiarse al aplicarla sin control. Las mujeres corren el riesgo de desarrollar cáncer de seno o cuello uterino, especialmente aquellas con antecedentes familiares de estas enfermedades. Los expertos señalan que aún no es claro si a largo plazo la testosterona pueda llegar a hacerlas más propensas a desarrollarlo. Y otros efectos menores, pero no por ello menos importantes. Villalba pudo observar a una ingeniera de estrato social alto que se implantó testosterona por medio de inyecciones para aumentar su deseo sexual, pero esto le provocó un aumento anormal del vello en el cuerpo.

La terapia con testosterona no es riesgosa en la medida en que los médicos hagan un diagnóstico correcto y controlen el tratamiento. El doctor Shalender Bhasin, de la Escuela de Medicina de Harvard ha liderado varias investigaciones y ensayos clínicos para probar estos tratamientos. Afirma que hay mucha confusión y malos entendidos sobre lo que la testosterona puede o no puede hacer. En Estados Unidos, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) ha reiterado la importancia de no prescribir en exceso estas terapias y restringirlas a quienes “padezcan hipogonadismo, o niveles muy bajos de esta hormona”, afirma Bhasin.

Ante las dudas, quienes sientan que su libido ha disminuido o tienen algún tipo de disfunción sexual deben consultar a un especialista antes de someterse a un tratamiento con testosterona. Una vez el médico haya evaluado el caso sabrá si esta hormona soluciona su problema. De todos modos, esta terapia no puede hacer milagros si el paciente no adopta un estilo de vida saludable con una dieta balanceada, una rutina de ejercicio de al menos 30 minutos diarios y nada de tabaco. Y mientras más temprano comience, mejor.