Productividad

La razón científica (no es por la pereza), por la cual se tiende a procrastinar

Posponer las tareas importantes para darles cabida a unas menos relevantes es una práctica humana, que se puede corregir, pero no eliminar por completo. Algunos consejos.

20 de octubre de 2019
Cuando se dé cuenta que está procrastinando no se enoje con usted mismo. | Foto: Getty Images

El término procrastinar está ganando popularidad, debido a que cada vez más personas son conscientes de que caen en esa práctica. Básicamente consiste en posponer o aplazar tareas, deberes y responsabilidades para hacer primero otras actividades que resultan más gratificantes, pero que son irrelevantes.

Esto no solo implica retrasar trabajos o tareas, que luego se entregan a destiempo, sino que también genera una sensación de insatisfacción personal, pues quien procrastina sabe la razón de su demora y, en algunas ocasiones, se siente culpable.

No obstante, un profesor de sicología consultado por el diario The New York Times asegura que es errado creer que la dilación de tareas significa ser flojo, estar desmotivado o carecer de autodisciplina. Aplazar tareas es una actitud más relacionada con el estado emocional que con la pereza o los malos hábitos y comprender este simple hecho puede ayudar a las personas a procrastinar menos.

La gente pude pensar que la razón por la que postergan sus deberes es porque tienen una personalidad débil o autodestructiva. Pero la verdadera razón es que cuando procrastinan posponen tareas que no les generan felicidad. En otras palabras, tratan de controlar su propio estado de ánimo evitando algo que saben que los deprimirá. Lo cual razonable y humano”, le dijo al New York Times Tim Pychyl, profesor de psicología y miembro del Grupo de Investigación de la Procrastinación de la Universidad de Carleton en Ottawa. "La dilación es un problema de regulación de las emociones, no un problema de gestión del tiempo", reitera.

Por estos motivos, muchas de las tareas que son pospuestas no son necesariamente las más difíciles o las más aburridas, sino aquellas que pueden representar un riesgo de malos sentimientos, por ejemplo, si se tiene que despedir a un empleado o hacer una presentación de ventas sabiendo que es probable que la rechacen. O pueden ser tareas atemorizantes, especialmente si implican un desafío o algo que nunca se ha hecho antes y se tiene la duda de no poder hacerlo bien.

Cómo evitarlo, al menos algunas veces

Una vez se tiene claro que la procrastinación se trata de emociones en lugar de defectos de carácter, también se debe entender que esta práctica no va a desaparecer por completo, pues es una característica humana.

Luego, cuando usted se dé cuenta que está procrastinando no se enoje consigo mismo, no inicie un diálogo interno negativo, ni se obsesione con todo lo malo que sucederá por no haber completado su tarea a tiempo. Dado que la razón por la que está postergando es que está abrumado por sentimientos negativos, sentirse peor solo aumentará el problema. “En cambio, ¿qué tal si se relaja un poco y se perdona por su dilación? Si lo logra eso ayudará bastante. Un estudio demostró que los estudiantes que se perdonaron a sí mismos por postergar una vez fueron capaces de procrastinar menos la próxima vez”, sostiene la experta Minda Zentlin en un artículo de la revista Inc.

El siguiente paso consiste en tratar de descubrir por qué está postergando. No se pregunte ¿qué está mal conmigo?, sino sea genuinamente curioso e intente descubrir por qué esa tarea que está posponiendo los haría infeliz.

Una vez que haya respondido esa pregunta, puede encontrar formas de hacer que el trabajo en cuestión sea menos molesto. Si es aburrido, quizás pueda hacerlo más divertido escuchando música o pidiéndole a un amigo que le haga compañía. Si está resentido porque cree que no debería tener que hacer la tarea, tal vez pueda averiguar cómo pasársela a otra persona o al menos desahogar su resentimiento contándole a un amigo.

Si la tarea es desalentadora y teme no hacerla bien, puede probar una técnica que el sicólogo Pychyl recomienda y que denomina la "próxima acción". Es decir, en vez de empezar por la tarea en cuestión, simplemente haga lo siguiente que haría. Por ejemplo, si está atrapado al comienzo de un proyecto de escritura, escriba un par de oraciones o algunos puntos para un esquema básico. Esto le permitirá volver más tarde a una tarea más fácil porque ya ha comenzado o, después de haber escrito esas primeras frases, es posible que desee continuar y de una vez emprenda el trabajo.

Zentlin hace una recomendación final que consiste en premiarse a sí mismo. Una de las razones por las que hay procrastinación es porque ayuda a evitar los sentimientos negativos que acompañan a una tarea desagradable. Así que, para contrarrestar ese efecto, las personas se pueden dar un pequeño gusto por, digamos, una hora de trabajo. También son necesarios los descansos cortos frecuentes que, según diversas investigaciones, permiten usar el cerebro de manera más eficiente.

Si todo lo anterior se pone en práctica, se puede enfrentar la procrastinación como un problema menos grave.