"Innovación es una palabra que se dice sin pensar mucho", dice la empresaria libanesa Sarah Karam, de 26 años.
Ella cree que los empresarios deberían centrarse en satisfacer las necesidades de los consumidores y que diseñar modelos que se adapten a los diferentes mercados es tan importante como crear productos novedosos.
"No se trata de la complejidad de una idea o de cuán 'innovadora' es", dice.
"Se trata de hacerlo bien y de ofrecer un muy buen servicio".
Para Karam, el trabajo principal de un empresario es hacer que las cosas ocurran.
"Muchas personas tienen grandes ideas, pero las ideas hay que llevarlas a cabo, no sólo hablar de ellas", dice.
"Algunas de las mejores ideas son las más simples.
"Puede ser la simple resolución de un problema o encontrar una necesidad en la sociedad que no esté cubierta, por ejemplo, la distribución de comida. No es necesario reinventar la rueda".
Los problemas de los pobres
El pionero de las telecomunicaciones indio Sam Pitroda dedicó su carrera a acercar la innovación a la gente que se encuentra en la parte inferior de la pirámide.
Para Pitroda, las innovaciones más simples suelen ser las más importantes para este grupo.
"En realidad, no se trata de hacer grandes inventos sino de aplicar los inventos a nuestra vida cotidiana", dice.
"Muchas oportunidades tendrán que ver con crear mecanismos que nos permitan hacer las cosas de manera diferente".
El éxito de algunos empresarios puede constituir un incentivo para que más personas jóvenes e inteligentes desarrollen ideas para resolver los problemas de los más pobres.
Pitroda lamenta el hecho de que muchos de los graduados más brillantes de la ciencia terminan en el sector financiero, mejor remunerado.
"Los mejores cerebros se han ocupado en solucionar los problemas de los ricos, que en realidad no tienen problemas que resolver", dice.
"Como resultado, los problemas de los pobres realmente no llegan a los talentos adecuados".
Cultura del riesgo
César Salazar, de 27 años, creó su primera empresa mientras preparaba su licenciatura en Suecia.
Su actual empresa, México VC, se ocupa de financiar y asesorar a emprendedores mexicanos.
Salazar cree que la falta de recursos naturales y de mercados disponibles fomenta la innovación.
"Suecia es muy buena en generar riqueza a partir de ideas, y se nota al ver que un país de alrededor de nueve millones de habitantes tiene muchas marcas globales y exitosas", explica Salazar.
"Como tienen pocos recursos para explotar, han tenido que centrarse en exportar ideas".
Estados Unidos se beneficia de la magnitud de su mercado interno y, por lo tanto, en comparación, no es tan innovador, según el empresario mexicano.
Y aunque la cultura estadounidense de arriesgarse y el acceso relativamente fácil a los fondos fomenta la actividad empresarial en EE.UU., Salazar opina que ese país todavía puede albergar a muchos empresarios más.
Modelando el futuro
Por el lado de la demanda, un mercado de fácil acceso también puede entorpecer la innovación, y la dependencia de México en los consumidores de EE.UU. se traduce en pocos incentivos para la generación de ideas.
Pero, ahora, la competencia de los fabricantes chinos y sus productos baratos están empujando a México a centrarse más en las ideas y en cuestionarse no sólo cómo hacer las cosas sino también cuáles hacer primero.
Salazar entiende la innovación como una parte fundamental de la actividad empresarial. Por lo tanto, cree que los empresarios son cruciales para la economía y la sociedad en su conjunto.
"Los empresarios van a modelar el futuro del mundo", dice.
"Ellos están construyendo la próxima generación de productos y servicios para un mundo muy complejo y desafiante".
Por otra parte, la naturaleza misma de la iniciativa empresarial conduce a la innovación.
"El espíritu empresarial se trata de probar cosas y experimentar -dice Salazar- y de fracasar muchas veces".
Espíritu lúdico
La idea de que la experimentación y el fracaso son importantes se hace eco en el trabajo del diseñador gráfico y científico de la computación John Maeda, actual presidente de la Rhode Island School of Design.
Con su experiencia en la tecnología, el arte y el diseño, Maeda ha participado activamente en el desarrollo de ideas desde una variedad de ángulos.
La innovación consiste en fracasar de manera productiva, cree.
"Cuando se puede fallar productivamente, puede experimentar, y generalmente es un buen experimento", dice.
La estrecha relación entre la actividad emprendedora y la innovación plantea preguntas acerca de cuál llega antes:
¿Los empresarios adaptan las buenas ideas en respuesta a las oportunidades de mercado, o será que las mejores innovaciones son motivadas por las oportunidades del mercado?
Pensamiento creativo
Maeda cree que nuestro mundo ha sido demasiado manejado por el mercado y que esto ha dado lugar a ideas poco auténticas.
Un interés exagerado por los deseos de los mercados dificulta el pensamiento libre y creativo, fundamental para la innovación.
Para Maeda, al emprender procesos de innovación hay que tener en cuenta la manera en la que los artistas piensan.
El proceso artístico es innovador por naturaleza, ya que los artistas apelan al ensayo y error hasta llegar a alguna parte. Toman riesgos que son esenciales en la generación de ideas.
"Independientemente de la edad, todos los buenos pensadores innovadores son muy lúdicos", dice.
"Ellos han logrado no perder esa parte que es el alma creativa del artista".
"Mi momento favorito es ver a los niños dibujando, porque en algún momento se vuelven locos".
"Pueden dibujar un caballo de 18 patas y 17 ojos, y en color púrpura, y eso es genial".
"Pero un día alguien les dice: 'Esa no es la manera de dibujar un caballo: debe tener cuatro patas y dos ojos y nunca es púrpura'. En ese momento, hemos anulado la imaginación y nos hemos dejado caer en manos del mercado".