Gustavo Rivero
Tu estado de ánimo es tu destino
Sin una gran actitud no triunfarás.
Cuando se trata del éxito, muchos ni siquiera pensamos en nuestra actitud. La mayoría estamos tan ocupados tratando de vivir con miles de tareas y compromisos que nos encontramos reaccionando a nuestra vida en lugar de respondiéndole.
Los líderes exitosos no tienen menos problemas que los fracasados, simplemente tienen una actitud diferente. Lo importante es que tenemos una opción todos los días con respecto a nuestra actitud: no te encierres en pensamientos negativos donde hayas pasado momentos difíciles en el pasado. Ten piel gruesa para avanzar en la vida. Cualquier sentimiento negativo del pasado no tenía valor para ti. No es útil reaccionar de manera negativa a los eventos diarios. Sé consciente de cómo eliges interpretar lo que te sucede. La forma en que reaccionas y razonas cada día es el modo en que se almacenarán tus recuerdos.
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Cuando tengas duras luchas en el trabajo, tu actitud puede salvarte. No puedes cambiar lo inevitable y no sabes lo que sucederá en el futuro: el dolor puede llegar sin invitación y es en esos momentos especialmente cuando tu actitud te repondrá o te romperá. Vigila tus pensamientos, lo primero que debes hacer para salir del pozo es dejar de cavar.
Muchos olvidamos cómo controlar nuestra actitud a pesar de que en realidad es lo único que podemos controlar. Tienes poder sobre tu mente, no sobre los acontecimientos. Cuando nos atenemos a nuestras dudas, cuando reflexionamos sobre la forma en que hemos sido maltratados, es fácil olvidar que nuestra actitud es lo que define lo que experimentamos.
Si quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes: el ayer se fue, el mañana puede que nunca llegue, el presente es lo único que hay. Si te fijas en lo que tienes en la vida, siempre tendrás más. Si te fijas en lo que no tienes, nunca tendrás suficiente.
Lideremos entonces desde dentro: procuremos que nuestras reacciones y respuestas sean lo mejor posible, porque nuestro atributo más preciado es nuestra actitud. La elección es nuestra: podemos aferrarnos a pensamientos negativos o podemos dar altitud a nuestra actitud. Esto implica también tener autoestima con humildad.
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La seguridad en uno mismo necesita un contrapeso: la colaboración. El reto es que la autoconfianza necesaria para avanzar con audacia conspira en contra de las cesiones necesarias para colaborar con éxito:
Conviene rodearse de las personas adecuadas. El estándar es el talento, una capacidad espléndida a aportar. El politiqueo y la veteranía tienen poco espacio aquí. Jobs es famoso por haber tolerado solo a los mejores profesionales.
Es vital escuchar las ideas y las críticas. Eso no significa que vayan a cambiar tu visión. Pero una colaboración exitosa significa que incluso los líderes más confiados se mantienen abiertos a escuchar y evaluar lo que otras personas de confianza tengan que decir. Se resisten a la perdición de una gran colaboración: el sesgo de confirmación, es decir, dar demasiado peso a opiniones que validen la opinión propia. Quien habla siembra, quien escucha cosecha.
La excelencia requiere dos atributos que representan una difícil combinación: una gran autoconfianza y la voluntad de colaborar. Cuando un líder dispone de ambas, el cóctel resulta maravilloso.
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