TURISMO
Así de maravilloso es ir a California de turismo
Memorias de un viaje de carretera por la Pacific Coast Highway, también conocida como la Ruta Estatal 1. Un recorrido entre Los Ángeles y San Francisco para desentrañar el gran mito de la vida en la costa oeste de Estados Unidos, nutrido de música y sol.
Hay en las crónicas californianas de Joan Didion (Sacramento, 1934) una particularidad que se repite. En todas ellas, la autora manifiesta una desbordante naturalidad. “California es ese lugar donde conviven, en paralelo, una mentalidad en auge y esa sensación tan chejoviana de frustración; y todo ello gira en torno a una idea: por alguna extraña razón, las cosas funcionan mejor aquí”, decía.
La primera vez que leí un texto de Didion me urgió ponerle una cara a sus letras. Hallé entonces la imagen de una treintañera de seductora fragilidad, apoyada en su Chevrolet Corvette Stingray, mirándome sin mirar y con un larguísimo vestido, muy de 1972. Fue tras la lectura de The White Album (1979) —su antología californiana de los ingobernables 60—, cuando sentí de golpe el inconsciente arrebato de emprender ese road trip inmortalizado en el imaginario de nuestra cultura. Quise ser ella: escribir como ella, conducir un Chevrolet como la Didion y desayunar cada mañana, también como ella, una Coca Cola sin hielo. Ella era California: “We wanted to stay on the road forever”. Sus palabras resuenan en el habitáculo de algo parecido a un Chevrolet, cuando emprendo este viaje por la Ruta 101.
Con una extensión de 725 kilómetros en paralelo al océano, la conocida como Pacific Coast Highway no es desde luego el camino más rápido. Pero, ¿acaso las prisas son bienvenidas en el paraíso?Los Ángeles como punto de partida. Aquí, en la fábrica de sueños, donde habitan las estrellas —venidas a más y a menos— discurren las musas a la luz del día. Conviene mirar la ciudad desde arriba, cerca de donde resplandecen sus estrellas. En uno de los miradores de Mullholland Drive, nos espera Liz Donovan, una locuaz angelina dedicada a la ‘industria’. A lo lejos, resplandecen las letras del cartel de Hollywood, que descansan, desde 1923, en el monte Lee.
“¿Conocen la tragedia de Peg Entwistle? —nos pregunta Liz— Peg era aspirante a actriz. En 1932, frustrados sus sueños, se arrojó desde lo alto de la letra H”. Y añade: “Hay que vivir esta ciudad para contarla (y amarla)”.Por si quedan dudas, el estado más poblado de Estados Unidos ha liderado movimientos contemporáneos que han trascendido: la reivindicación de derechos de género, la contracultura, las corrientes pacifistas, el feminismo (#metoo) o el renovado movimiento ecologista (California acaba de aprobar la prohibición de las botellas plásticas en sus hoteles).
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Ese es el carácter de la exclusiva Santa Bárbara. La ‘Riviera americana’ presenta un esplendor arquitectónico y un desbordante hedonismo, que alimentan toda esa diáspora de millonarios angelinos, y un admirable compromiso con todos aquellos asuntos que atañen al planeta, al feminismo, a la salud, a la infancia… un poco todo lo que es el alma de California. Entre mansiones, sus divinos moradores —Bo Derek y su joven John Corbet, Oprah Winfrey, James Cameron, Bella y Gigi Hadid— esgrimen sus propios argumentos en sus casas de Montecito, degustando vintages de los viñedos de Santa Ynez o en sus paseos vespertinos entre las paradisiacas East Beach y West Beach.El documental de culto A bigger splash (1974, Jack Hazan), dedicado a la figura de un jovencísimo David Hockney, contiene una escena en la que el artista del pop art le confía a un amigo su deseo de dejar atrás el gris londinense para mudarse a California. Así lo hizo en 1964. Nadie como el creador británico supo trasladar la fascinación por la luz californiana a sus oníricas series plásticas de piscinas, jardines y mansiones.
Fueron los primeros colonos de Monterey, tal vez enmudecidos como yo ante tamaña estampa, los que le otorgaron el profético calificativo al Big Sur. Atravesar esta abrupta franja costera de 145 kilómetros prensada entre la magia del Pacífico y la orografía del valle de Santa Lucía es someterse a una experiencia que fulmina la banalidad. Próxima a Ragged Point, la cascada de McWay cae con la rotundidad de 24 metros de altura. En términos poéticos, este prodigio de la naturaleza ensalza el inmenso legado de la Generación Beat, cuyos artífices (Jack Kerouac, Lawrence Ferlinghetti, Allen Ginsberg, William Burroughs, Carolyn y Neal Cassady…) sucumbieron al vértigo de vomitar sobre un papel. De hecho, Big Sur (1962) es uno de los textos más crudos y representativos de Kerouac; la severa espiritualidad de este mágico tramo del condado de Monterey, y cuya localidad homónima acumula ficciones merecedoras de otra parada.
La prosperidad de la que hoy goza Monterey no le hace justicia a la acrimonia que uno de sus célebres hijos dejó para la posteridad. En 1945, John Steinbeck, inmortalizó en Cannery Row las miserias de este antiguo centro industrial. Casi un siglo después, David E. Kelley, seducido por el éxito editorial de Big Little Lies (Liane Moriarty), trasladó la historia de Celeste, Madeleine y sus confidentes a la ciudad del Old Fisherman Wharf, convirtiéndola en fenómeno televisivo y en una de las series más premiadas de HBO. Con un promedio de 300 días de sol anuales y unas condiciones geográficas únicas, el legado vinícola de Napa y Sonoma suma unas 600 bodegas custodiadas por miles de hectáreas de viñedos de zinfandel, shirah, pinot noir… “Un día sin vino es un día sin sol”, reza una plegaria. “Aquí en Napa y Sonoma, un día sin sol es un día sin vino”, asegura Lisa, en Loxton Winery.
“El vino forma parte de un todo, que incluye compañía, entorno, maridaje y sentido del humor. Aquí creamos ese todo”, añade, durante la cata, en la que destaca tres vinos: un pinot noir Griffin’s Lair 2015, un cabernet shiraz 2013 y syrah Estate 2013.“Me fui a San Francisco porque llevaba meses sin poder trabajar. Me frenaba la convicción de que escribir era un acto irrelevante... que el mundo como yo lo entendía había dejado de existir” (Arrastrarse hacia Belén). En 1967, Joan Didion decidió volver a su California natal junto su marido, el escritor John Gregory Dunne. Más pronto que tarde, ‘los Didion’ ya recibían en su domicilio a algunos de los líderes de la ‘industria’: Martin Scorsese, Jim Morrison, Warren Beaty, Brian de Palma, Steven Spielberg, Janis Joplin… En la citada antología, Didion corrobora dos certezas que, a punto de concluir esta aventura, me parecen de una lucidez indiscutible. Habita en California un marcado contraste entre el afán de legitimar las arengas contemporáneas de toda índole y una melancólica resistencia al cambio.
Al calor de este embrollo mental, irrumpe frente al volante una espesa niebla atravesada por un portento arquitectónico que enseguida reconozco. Sí, el Golden Gate (1937) se alza ante mí con sus 227 metros de altura y, a lo largo de los tres kilómetros de puente colgante, florecen sin orden, ni concierto, todos aquellos titulares que posicionan San Francisco como ese territorio donde las ideas, a veces descabelladas, son acogidas con entusiasmo y grandes sumas de dinero (que se lo digan a los líderes de Facebook, Google, Apple, Tinder) y donde cualquier reivindicación se convierte en consigna mundial (que se lo digan a Harvey Milk o a Jo Freeman).
Santa Bárbara
• Duerme en un tráiler Airstream en Autocamp (desde 259 dólares) y desayuna con café y tostadas de aguacate de Handlebar Roasters.
• En el día, recorre el camino costero en una bicicleta para múltiples pasajeros (y con cuatro llantas) de Wheel Fun Rentals (desde 30 dólares la hora). Detente en el puerto para visitar el museo marítimo. Lucky Penny tiene pizzas hechas en horno de madera y Mony’s ofrece tacos de pescado fresco.
• La mejor vista se encuentra al subir la torre del reloj en la Santa Barbara County Courthouse.
• En las afueras: observa mariposas monarca, entre noviembre y febrero, en Goleta Butterfly Cove o toma el camino de 45 minutos al valle de Santa Ynez para visitar Solvang, un pueblo con arquitectura danesa y un delicioso aebleskiver.
San Luis Obispo
• Dirígete al salón de catas de Biddle Ranch Vineyard y lleva tus propios platos para un picnic (o compra una tabla de quesos en el lugar). Inclusive, ofrecen hospedaje en una casa de cuatro habitaciones (1.321 dólares la noche).
• Si te quedas en el Hotel San Luis Obispo (desde 400 dólares la noche), tendrás acceso al popular Farmer’s Market de los jueves en la noche.
• Para una experiencia en el agua, inscríbete para un tour en kayak por la cercana Morro Bay con Central Coast Outdoors (desde 60 dólares).
Big Sur
• Un espectacular recorrido de dos horas, al norte de la autopista 1, te lleva a los acantilados rocosos de Big Sur. Los celulares no funcionan en esta zona, así que disfruta de un rato de desconexión.
• Quédate en una tienda de campaña especial, muy bien atendida y mirando al Pacífico, en Treebones Resort (desde 320 dólares).
• El comienzo del invierno en el hemisferio norte es el mejor momento para ver algunas ballenas en la costa. Monterey Bay Whale Watch ofrece el recorrido en catamarán por 49 dólares. No te pierdas el café y los postres de Big Sur Bakery, ni la famosa ‘ambrosiaburger’ en el patio de Nephente.
• Camina hasta encontrar la cascada en el Julia Pfeiffer Burns State Park o haz un picnic en Sand Dollar Beach, a la que llegan muy pocas multitudes y algunos surfistas.
San Simeón
• Siguiendo al norte, dirígete a la pequeñísima ciudad de San Simeón (población de 500 habitantes). ¿La razón principal de tu visita? El Castillo Hearst, una propiedad en la cima de una colina construida en 1919 para el magnate de los medios William Randolph Hearst. El lugar ofrece, por 25 dólares, visitas guiadas que llegan a las habitaciones principales y muestran la colección de arte.
Carmel-by-the-Sea
• Es posible que no exista un lugar más amigable con los perros que esta población costera californiana. Una villa de artistas cerca de Monterey y a 45 minutos de Big Sur.
• Cena con ceviche en Forge in the Forest (perros bienvenidos, por supuesto).
• Carmel Art Tours propone un viaje de 90 minutos por los callejones y pasajes menos conocidos de la ciudad, que desembocan en algunas de sus galerías más interesantes (por 30 dólares).
• Es probable que quieras contar con un guía, ya que la población no tiene direcciones y muchos de sus lugares se identifican solo por su nombre particular: Tree House o Story Book Cottage, por ejemplo.
Santa Cruz
• Al norte de la bahía de Monterey: la relajada ciudad universitaria de Santa Cruz, famosa por su estridente montaña rusa frente al mar en el Santa Cruz Beach Boardwalk.
• Comienza el día con café y croissant de almendras en Buttery Bakery, dejando espacio para el almuerzo en Picnic Basket, un café cerca del malecón, famoso por sus ensaladas, sándwiches, helados y vistas del océano.
• Para hacer una excursión, viaja en el tiempo a 1880 en Roaring Camp, a 15 minutos de la ciudad, en donde puedes atravesar el bosque en una locomotora de vapor (por 32 dólares).
• La playa de Pleasure Point es famosa por el surf en aguas heladas, aunque también es un lugar ideal para contemplar el mar. • El Dream Inn Santa Cruz (desde 249 dólares) tiene habitaciones en la playa, chimeneas junto a la piscina y mesas de noche llenas de libros.
Pescadero
• Esta pintoresca ciudad, 15 minutos al norte de Santa Cruz, no es el típico destino para turistas. Es un lugar sin pretensiones en el que granjeros, pescadores y artistas se congregan por igual.
• Prueba el pan de alcachofa recién salido del horno en Norm’s Market y la sopa de chile verde y el olallieberry pie de Duarte’s Tavern.
• Toma bloody mary en el bar del encantador San Gregorio General Store, un mercado local con música en los fines de semana.
• La vista del atardecer sobre el mar desde San Gregorio State Beach es insuperable. Hospédate en una cabaña o en un bungalow muy cerca en Costanoa Lodge (desde 106 dólares).
Actividades
Warner Bros. Studio Tour
Conoce uno de los estudios de cine más activos de L.A., visita sets de grabación, diviértete con la pantalla verde, recrea escenas de Friends en su icónico sofá y disfruta de atracciones como DC Universe: The Exhibit.City Sightseeing Los Ángeles Hop-on Hop-off Descubre la ciudad en este autobús que puedes abordar cuándo y dónde quieras gracias a los pases de 24 y 48 horas. Recorre sus cuatro rutas, que incluyen 50 paradas.Go Los Ángeles card Recorre los mejores parques de atracciones, tours y puntos de interés con la tarjeta Go Los Ángeles: Universal Studios —únicamente para los pases de 3, 5 y 7 días—, Legoland California, Pacific Park, de Santa Mónica, y Warner Bros. Studios, entre otros.
Imperdibles
Pebble BeachGolf Course
El campo de golf público número uno de Estados Unidos por Golf Digest. Una opción junto al mar que este año cumplió 100 años y hospedó su sexto U.S. Open.Temporada de BasketballLos Golden State Warriors de Steph Curry se encuentran con los Lakers de Lebron James el 13 de noviembre en el Staples Center.Balloons Over PasoRecomendada si buscas una experiencia tranquila y privada. Esta compañía ofrece recorridos de hasta cuatro horas en globo aerostático sobre los viñedos de Paso Robles, condado de San Luis Obispo, todos los días, despegando entre las 5:30 y las 6:45 am.
Misiones españolas
Son 21 iglesias, vestigios de la época de la colonia que se configuran hoy como pequeños museos. Puedes recorrerlas todas haciendo el camino real o ir a las de San José de Guadalupe (Freemont), San Rafael Arcángel (San Rafael) y San Francisco, en donde una de estas misiones es el edificio más antiguo de la ciudad.
Por:
Bitácora: Sara Morillo Jaimes
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Artículo publicado originalmente en la edición 78 de la revista Avianca