Turismo
¿Cómo llegaron las obleas a Colombia? Así le dio vida la tía ‘Conchita’ al tradicional postre
En el corazón de Floridablanca, Santander, una ventana oculta un secreto culinario que ha conquistado paladares por más de siete décadas.
Un obsequio de amistad, hace más de 70 años, se convirtió en un ícono del sabor con una receta que transformó un sencillo postre casero, en una tradición familiar heredada por ya casi cinco generaciones.
Para descubrir la historia y el origen de un delicioso postre, nos dirigimos a Floridablanca. En la esquina de una antigua casa, situada en la carrera séptima con calle quinta, nos recibió Sergio Morales Padilla, la cuarta generación al frente del negocio de las obleas.
Nuestra conversación comenzó en el salón de ‘Los Abuelos’, espacio que en su momento fue la habitación de sus bisabuelos y que hoy está lleno de mesas y sillas para atender a los comensales.
La dueña del inicio de esta historia es la tía ‘Conchita’, que es como su familia prefiere recordarla. Ella recibió hace más de 70 años un regalo por parte de una buena amiga, una monjita que había llegado de España. El obsequio incluía un aparato, que funcionaba con carbón. Tenía el nombre de obleario.
Además del aparato, la monja le entregó una receta que transformaría una simple mezcla de harina de trigo y agua en una delicada y crujiente galleta. Para complementar el sabor neutro de la oblea, también le enseñó a preparar un delicioso dulce de leche, que en medio de la galleta, crearía una combinación exquisita que para conquistar paladares en cualquier rincón del mundo.
La tía Conchita “no tuvo hijos”, le dijo Sergio a SEMANA. Y él, además de ser heredero del negocio familiar, es actualmente el gerente. “Ella le entregó la idea a mis bisabuelos, y así fue como nació el negocio, esto ocurrió en el año 1949″, dijo.
“Hicieron la primera oblea y la monja les enseñó a preparar el dulce de leche”, agregó. “Mis bisabuelos vieron el potencial y lo convirtieron en un negocio”. Sin embargo, aclaró que, aunque la idea está muy arraigada en Colombia, no necesariamente tuvo su origen en nuestro país. “El regalo vino de España”, compartió Morales con este medio.
“Cada país ha nacionalizado la oblea, en México son muy famosas”. En Colombia, particularmente en Santander, el tamaño es de 15.5 cm de diámetro, con una variedad de sabores que despiertan todo tipo de sensaciones en el paladar.
Pero, ¿cómo funcionaba el antiguo aparato? Sergio se tomó el tiempo para explicar: “Era de carbón”, dice. “Tenía en la parte de abajo carbón, pero en la parte de arriba se podía enchufar”. El molde de las obleas presentaba algunas dificultades por el tema de las resistencias porque no se conseguían.
Por eso, para mejorar las características del ‘obleario’, un tío abuelo tomó la iniciativa de hacerle modificaciones. “Implementó un sistema de gas. Luego con algunas mejoras, se replicaron los oblearios”, sostuvo Sergio.
De ahí en adelante, lo que comenzó como un postre casero se convirtió en una tradición en la carrera Séptima de Floridablanca. Desde la ventana de la casa, ofrecían la oblea tradicional, cuyo relleno era únicamente dulce de leche.
Con el tiempo, el negocio se trasladó de la ventana al garaje de la casa, que tiene al menos 140 años de antigüedad. “Mis bisabuelos se pasaron allí y, con una mesa, el negocio comenzó a crecer; ahí arranca este sueño dulce”, contó Sergio, mientras recordó que el primer obleario se conserva en una cápsula del tiempo en la Casa de la Cultura, la cual será abierta en dos años.
En el garaje funcionaba una mesa, pero con el paso de los años se debió ampliar el espacio y ya todo el garaje estaba dispuesto para poder atender la demanda, que los fines de semana se incrementaba.
El negocio estuvo a cargo de manos femeninas durante décadas. La abuela Eloisa lo dirigió primero y luego lo pasó a la abuela Lilia, quien posteriormente delegó la dirección a sus siete hijos: Carlos, Sonia, Pedro, Lilian, Javier, Patricia y Yaneth. “Cuatro de los hermanos se quedaron con la empresa y nosotros estamos ahora al frente”, explicó Sergio.
“Los abuelos empezaron a ver que había una posibilidad de negocio e involucraron a toda su familia”, en la que se fueron transmitiendo los conocimientos. Unos se encargaban de hacer la oblea, otros el dulce y el negocio empezó a ir bien, “construyen un sueño en familia”.
“Corre más arequipe que sangre por las venas”
Hace 25 años, la tercera generación se incorporó al negocio y comenzó a experimentar con nuevas combinaciones. Fue entonces cuando sabores como la mora y el queso empezaron a aparecer. Pero, lo más característico es que cada combinación recibió un nombre alusivo al amor, sin seguir una regla específica.
Se unió el arequipe con el queso para crear ‘El Noviazgo’; el dulce de guayaba con arequipe y queso dio origen a ‘El Amor Veleño’, y la mezcla de dulce de leche, crema chantilly y dulce de frutos rojos se convirtió en ‘El Amor Perfecto’.
Así nacieron los 62 sabores que existen actualmente. “Incluso hemos tenido propuestas de matrimonio”, comentó Sergio.
Actualmente, en Santander hay 13 puntos de Obleas Floridablanca. Durante la temporada alta, se entregan mensualmente 70.000 obleas, que requiere el trabajo de 150 personas. “Es el McDonald’s de las obleas”, afirma Sergio. “Contratamos a estudiantes para que tengan un ingreso”, dice.
Así, ese municipio se ha convertido en ícono y ganado reconocimiento a nacional. En particular, Obleas Floridablanca fue elegida como la mejor oblea del mundo por Tasty World, compañía que recorre el mundo probando diversos platos para seleccionar a los mejores.