Turismo
La magia de Garzón, el pueblo uruguayo que se ha convertido en el hogar de miles de artistas
Más de 20 artistas de todo el mundo se reunieron en este lugar para celebrar la octava edición de Campo Art Fest.
En diciembre, Garzón se convirtió en el escenario de la octava edición de Campo Art Fest, un evento creado por la fotógrafa estadounidense Heidi Lender, que durante tres días convocó a más de 20 artistas de todo el mundo -entre ellos de Estados Unidos, Singapur, Corea del Sur y Brasil-, y reunió a unos 6.000 visitantes.
Entre los invitados estuvo presente el artista plástico alemán Lukas Kühne, quien colocó una instalación sonora con cajas de resonancia y martillos de goma en la capilla del pueblo, una pequeña localidad detenida en el tiempo en medio del campo uruguayo, que un día amaneció sin sus bancos de madera.
La idea de Kühne, radicado en Uruguay, no fue producto de un arrebato de locura, sino más bien un gesto de admiración por este destino del que se considera “fanático” y define como “un proyecto utópico en el buen sentido”.
“Parece un pueblo cualquiera, pero no lo es, están apareciendo cosas muy lindas e interesantes, tiene su aura”, explica sobre este lugar 170 km al este de la capital Montevideo que por su paisaje con viñas y olivos ha sido comparado con la Toscana.
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El primero en poner a este pueblo en el mapa fue el reconocido chef argentino Francis Mallmann, que abrió su restaurante hace ya 20 años. Por su parte, Lender llegó a Garzón de casualidad hace 14 años, se enamoró del pueblo, compró una casa.
Posteriormente, fundó una organización sin fines de lucro para “darle a otros artistas la oportunidad de crear en esta tierra mágica” y, hoy en día ese proyecto incluye residencias artísticas, el festival y la próxima construcción de un campus con un proyecto del arquitecto uruguayo Rafael Viñoly.
“Es difícil de explicar qué tiene Garzón, hay que venir y vivirlo”, dice. “Hay una energía que no existe en ningún otro lado del mundo, es un mix entre la luz, la gente, la autenticidad, la simpleza de vivir, la tranquilidad, la soledad, la belleza… es una gran sopa de magia”.
Los encantos de Garzón que lo convierten en un destino fascinante
Garzón tiene la virtud de estar lejos -pero no tanto- de Punta del Este, el balneario favorito de la élite sudamericana, famoso por sus playas pero también por su vida nocturna.
También se ubica apenas 35 kilómetros al norte de José Ignacio, más exclusivo y en los últimos años punto de encuentro para los amantes del arte, con galerías y eventos internacionales.
Como en la mayoría de los pueblos del interior uruguayo, la actividad se concentra alrededor de la plaza principal, donde está la iglesia, la municipalidad, el club social, un viejo almacén convertido en tienda de diseño y alguna de las cinco galerías activas durante la temporada, entre otros sitios de interés.
En las salas de las galerías circulan turistas, coleccionistas y curadores en gran parte europeos y estadounidenses, aunque también muchos argentinos y brasileños.
Casi todo en Garzón remite al pasado. A una época en que el tren marcaba el paso del tiempo. Hasta los años 1950 el pueblo disfrutaba de la prosperidad de un molino de trigo. Había 2.000 habitantes y no los escasos 178 que marcó el censo 2023.
Conocido como “El Mijo”, Artigas Rodríguez hace más de 20 años que vive en el pueblo trabajando en tareas de construcción. Le gusta “que es tranquilo” y “la gente se lleva bien”, cuenta a sus 85 años.
Entre sus vecinos hay varios nombres ilustres, como el sastre de los Rolling Stones, John Pearse, o la artista francesa Marie Ducaté, ahora con museo propio, marcando el resurgimiento de este lugar como un polo artístico.
Con información de AFP.