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El colombiano Camilo Reyes en la Mars Desert Research Station en Utah, Estados Unidos
El colombiano Camilo Reyes en la Mars Desert Research Station en Utah, Estados Unidos | Foto: Foto cortesía de Camilo Andrés Reyes

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Los lugares más extremos donde preparan a los astronautas sin salir del planeta

En su diario, Laura Lark describió cómo lavaba su ropa una vez al mes y aprendía a hornear pan espacial: “Guardamos celosamente las galletitas Cheez-It. Es la aventura de mi vida”. Ella hizo parte de la misión que estuvo en la cima de un volcán para preparar a los astronautas que van a Marte.

Ángela Posada-Swafford periodista científica, conferencista y escritora. Ha colaborado con la NASA y la National Science Foundation documentando sus exploraciones para medios como WIRED, Astronomy y Scientific American
25 de septiembre de 2024

Durante ocho meses, en la cima del volcán hawaiano de Mauna Loa, sometidos al aislamiento absoluto y a intensas pruebas físicas, mentales y emocionales, en una estepa estéril donde no existe rastro de la existencia humana, seis hombres y mujeres intentaron romper los límites de sus capacidades como si fueran astronautas en un planeta hostil. De hecho, su tarea fue simular que eran exploradores del espacio —de Marte, para ser más exactos— y preparar a las tripulaciones interplanetarias. Porque para salir de la Tierra —y sobre todo, para volver—, hace falta más que mantenerse con vida.

No era la primera vez que alguien se ofrecía para pasarla mal en un lugar inverosímil y apoyar la ciencia. Conejillos de Indias extremos: polos, desiertos y hasta el lecho marino han sido por décadas la base de entrenamiento para los astronautas. Ahora, esto que la NASA llama ‘misiones análogas’ es parte clave en las investigaciones para un viaje tripulado a Marte y prever los efectos para una tripulación en el espacio, en un asteroide o sobre la superficie de otro planeta.

Manejada en conjunto con la Universidad de Hawái, entre las tareas de los voluntarios de HI-SEAS V (Hawai Space Exploration Analog) estaban, también, probar tecnologías recientes y entender cómo el aislamiento y la falta de privacidad dentro de un grupo pequeño afectaban sus aspectos sociales. Para la NASA esto es decisivo en sus misiones a Marte. Según cuenta Kim Binsted, investigadora principal del proyecto, el sitio resultó ideal: “En otras palabras, es uno de los pocos lugares de la Tierra que ofrece a la ciencia un tablero en blanco con pocas características de nuestro planeta sin tener que salir de él”.

Los seis participantes tuvieron que restringirse a comer lo que consumiría un astronauta real, es decir, comida liofilizada o alimentos que permanecen estables durante varias semanas. El agua y la electricidad estaban extremadamente limitadas, incluyendo las duchas; y solo se podía salir del hábitat una vez por semana para llevar a cabo estudios de terreno a pie.

Al salir de la cápsula, los integrantes de la misión debían llevar trajes muy similares a los que se están diseñando para el primer viaje al Planeta Rojo.
Al salir de la cápsula, los integrantes de la misión debían llevar trajes muy similares a los que se están diseñando para el primer viaje al Planeta Rojo. | Foto: cortesía HI-SEA Universidad de Hawai

Naturalmente, debían llevar puestos trajes similares a los que están siendo diseñados para ir a Marte. El interior del domo que les sirvió de casa tenía dos pisos. El primero apenas llegaba a los 84 metros cuadrados, albergando las áreas comunes, como el laboratorio y la ducha; mientras que la planta superior, de 40 metros cuadrados, contenía las camas y medio baño. Adosado al domo había un pequeño taller, hecho con trozos de un contenedor de carga. En general, el diseño de todo el hábitat resulta muy fiel al que tendrán los colonizadores marcianos.

La Mars Desert Research Station en Utah, Estados Unidos
La Mars Desert Research Station en Utah, Estados Unidos | Foto: Foto cortesía de Camilo Andrés Reyes

Muy singular resultó ver la interacción entre los tripulantes y cómo cambian, cómo se van viendo a sí mismos y a los demás después de estar juntos durante meses. No se trataba de saber si se llevaban bien o se caían mal, sino de tener claro que la composición de una tripulación puede dictar el éxito o el fracaso, en términos científicos, de una misión al espacio profundo.“Hoy dejé que me afeitaran un poco la cabeza para recoger muestras de mi cabello. Las van a analizar en busca de hormonas del estrés. ¡Las cosas que uno hace por la ciencia!”, escribió en su diario Laura Lark, una de las tripulantes, que anteriormente trabajó como ingeniera de software en Google.

El diario de Lark habla de toda clase de pequeños y grandes obstáculos cuando se vive meses dentro de un domo, siempre acompañado de los mismos. Incluye cosas como la adaptación a los ruidos que hacen los demás, el acceso a la naturaleza y la necesidad de estar siempre consciente de los alrededores: una destreza absolutamente crítica a la hora de hacer una caminata espacial. “Lavamos la ropa una vez al mes, guardamos celosamente las galletitas Cheez-It y aprendimos a hornear pan espacial. Es la aventura de mi vida”, agregó.

Sin salir de la Tierra

Otras misiones en entornos análogos.• HERA: misión simulada a un asteroide, en el Johnson Space Center de Houston.• NEEMO: 15 días a 60 pies de profundidad en el laboratorio Aquarius, Florida.• RATS: trabajo con un vehículo robótico en el desierto de Arizona. • Flashline Mars Research Station: se encuentra en el ártico canadiense y es desarrollada por The Mars Society.

De Latinoamérica a Marte

The Mars Society opera el Mars Desert Research Station en Utah, Estados Unidos, en un terreno que es geológicamente similar a Marte. En mayo, un equipo de seis latinoamericanos de Argentina, Colombia, México y Perú pasó algunas semanas haciendo estudios de radiación del suelo, germinación de plantas en ambientes extremos y trabajos con un vehículo de exploración planetaria rover. En este tipo de misiones han participado más de 1.000 voluntarios desde 2001.

Artículo publicado originalmente en la edición 51 de la revista Avianca