Turismo
¿Sabía que el Puente de Brooklyn fue construido por una mujer? Descubra su historia y secretos de esta mítica obra arquitectónica
Visitar Nueva York implica sí o sí conocer esta icónica estructura de la arquitectura neoyorquina.
Descubrir cuánto tiempo tardó en construirse el emblemático Puente de Brooklyn, uno de los iconos más famosos de Nueva York, así como quién estuvo a cargo de este trabajo y dónde se encuentra su misteriosa puerta secreta, entre otros datos curiosos y secretos que guarda la historia de esta estructura es una de las aventuras más anheladas por los turistas.
Y es que este monumento es más que una estructura de cables y torres; es un símbolo de innovación, perseverancia y visión, inaugurado en 1883, con una longitud de 486 metros y torres góticas de granito que alcanzan los 84 metros de altura.
En su época, este puente colgante que se extiende sobre el río Este, conectando los distritos de Manhattan y Brooklyn, fue catalogado como el más largo del mundo, demostrando los avances de la ingeniería del siglo XIX.
Además, de acuerdo con el portal especializado en viajes y turismo National Geographic, no es solo un emblema de la arquitectura neoyorquina, sino también “un símbolo literario y cinematográfico, inmortalizado en innumerables obras de la cultura popular”.
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Debido a esto, explica que caminar por su pasarela peatonal, compartida también por ciclistas, se ha convertido en una de las experiencias imperdibles para quienes visitan la ciudad. “Cruzar el puente al atardecer, especialmente desde Brooklyn hacia Manhattan, ofrece una vista espectacular del perfil iluminado de la isla, una bienvenida cálida y majestuosa a la ciudad que nunca duerme”, detalla el medio.
Diseñado por el ingeniero alemán John August Roebling, el Puente de Brooklyn se construyó a partir de una tecnología innovadora para aquella época: los cables de acero. Sin embargo, la construcción no estuvo exenta de desafíos.
Según el mismo portal, aunque Roebling ya había probado su genio en obras como la pasarela de las cataratas del Niágara, con un puente que no llegó a ser completado. en 1869 sufrió un accidente fatal mientras supervisaba el proyecto y no pudo ver su obra terminada.
En ese momento, la responsabilidad recayó entonces en su hijo, Washington Roebling, quien asumió la dirección, pero desafortunadamente Washington también cayó gravemente enfermo debido a la enfermedad por descompresión, conocida como “enfermedad de los buzos”, que sufrió trabajando en las profundidades del río durante la fase de cimentación.
Ante estas dificultades, la esposa de Washington, Emily Warren Roebling, fue quien asumió un rol decisivo en la construcción, pese a que no tenía experiencia formal en ingeniería.
A pesar de ello, Emily aprendió los fundamentos necesarios y actuó como enlace entre su esposo y el equipo de trabajo, supervisando la obra durante más de una década, realizando importantes aportes y asegurándose de que la construcción cumpliera con los estándares de seguridad y calidad.
Su dedicación y conocimientos fueron tan notables que fue la primera persona en cruzar oficialmente el puente al momento de su inauguración, siendo uno de sus logros más extraordinarios y un precedente para las mujeres en el campo de la ingeniería.
Desde su apertura, el puente se ha convertido en un ícono cultural y una atracción turística que atrae a millones de visitantes cada año, quienes cruzan sus pasarelas peatonales para admirar las vistas de Manhattan y Brooklyn.
Por eso hoy, el Puente de Brooklyn se erige como un testimonio de los avances tecnológicos del siglo XIX, además de un recordatorio del poder de la determinación humana y la valentía de Emily, posicionándose como una de las historias más inspiradoras para diferentes generaciones de ingenieros y soñadores alrededor del mundo.