TURISMO
Turismo en Santander: ¿por qué varios pasos están tallados en roca?
Los caminos reales de Santander, en Colombia, se han convertido en destino de aventureros. Su construcción podría resumirse con la imagen de hombres sembrando su historia en el paisaje.
El Imperio español se erigió sobre los caminos precolombinos: una red de trochas por las que transitaban chibchas, muiscas, chalalaes y guanes con el fin de intercambiar productos con las demás comunidades indígenas.
En la colonia española estos senderos fueron empedrados para que las recuas de mulas, los caballos y los indios de carga pudieran transitar con mayor seguridad por la escarpada cordillera de los Andes. Las piedras procuraban que, en caso de lluvia, el terreno sobre el que se movía el comercio y el transporte de pasajeros no se convirtiera en una trampa fangosa, resbaladiza y mortal.En el departamento de Santander, en el oriente colombiano, estos antiguos caminos reales quedaron como grietas en medio de una geografía de arbustos secos, piedras descomunales y lagartos tornasolados.
En 1852, huyendo de la justicia alemana tras asesinar en un duelo a otro hombre, llegó al departamento Geo von Lengerke, un ciudadano alemán que se asentó en una hacienda entre los municipios de Betulia y Zapatoca, y cuya habilidad para los negocios lo convirtió en un próspero comerciante. Urgido por facilitar la exportación e importación de productos, buscando una salida al puerto de Barrancabermeja desde la población de Girón, Lengerke recuperó varios de los caminos reales, haciéndose reconocido como ingeniero de vías, constructor de puentes y promulgador del libre comercio.
Geo von Lengerke ganó varias licitaciones del Estado Soberano de Santander y así reconstruyó los caminos antiguos que fueron rebautizados con su apellido. Se sirvió de la mano de obra de cientos de presos facilitados por el propio Estado, e inauguró los senderos de piedra y tierra amarilla por los que hizo traer paños de Londres, vajillas de Francia, espejos de Venecia, porcelanas de Sajonia y hasta un piano de cola Plevel, que viajó desde el puerto de Hamburgo hasta las montañas de Santander.Los caminos de Lengerke son hoy circuitos para caminantes, montañistas, turistas y aficionados a la fotografía.
Tendencias
Los amantes del senderismo los recorren con frecuencia y varios de ellos se han organizado con el fin de preservarlos y protegerlos. Se estima que hay entre 800 y 1.300 kilómetros de caminos a través del departamento —la mayoría de ellos en estado precario—. Algunos de estos se encuentran en perfectas condiciones e incluso el sendero que va de Barichara a Guane fue declarado Monumento Nacional.
De Barichara a Guane
Despertar en una casona de techos altos y paredes de roca amarilla, abrir la ventana de madera y observar los tejados que se extienden como una ciénaga de barro cocido sobre un cielo sin nubes, caminar por las callejuelas de piedra tallada o por el parque de ceibas inmensas, aventurarse en el cementerio del pueblo que resulta ser un jardín de rosas, girasoles y lirios... Barichara, fundado en 1705 y declarado Monumento Nacional de Colombia en 1977, se conecta con Guane por un camino real de cinco kilómetros que inicia en medio de un bosque.
De Los Santos a Jordán
En esta zona es posible visitar caídas de agua de más de 100 metros, lagos navegables o la estación del teleférico que atraviesa el cañón del río Chicamocha: una meseta que concluye en una depresión geográfica.
A dos kilómetros, frente al cañón, comienza uno de los caminos más exigentes. El tramo de piedra serpentea por un risco hasta el Puente Lengerke, que salva las aguas del río y da la entrada al pueblo de Jordán. Un poblado de unos 50 habitantes cuyas calles sugieren un paisaje onírico donde el tiempo se detiene.
De Guane a Zapatoca
En Guane el principal atractivo es el museo precolombino. Geo von Lengerke recuperó este camino, que constituyó una arteria principal en el siglo XIX. Este sendero es de alta exigencia física porque su tramo total es de 18 kilómetros. El sendero desciende desde Guane hasta el Puente de Ruedas —estructura colgante de 96 metros—, reinaugurado en febrero de 2016. Junto al nuevo puente reposan las ruinas del que levantó Lengerke en 1872, en compañía de los reos asignados por el Gobierno y los trabajadores de su propia empresa.
Artículo publicado originalmente en la edición 51 de la revista Avianca