UN FALLO HISTORICO

Con la condena al ex general Contreras, Chile comienza a cerrar las heridas dejadas por la dictadura.

3 de julio de 1995

DURANTE TODO EL DIA martes 30 de mayo, Chile estuvo pendiente del fallo que debía emitir la Corte Suprema en el juicio por el asesinato, en Washington, del ex canciller Orlando Letelier. La actitud de los medios y de los centenares de personas agrupadas afuera del edificio del tribunal, así como los incesantes despachos periodísticos emitidos desde la hacienda del principal inculpado, mil kilómetros al sur de la capital, eran el aspecto más visible de la expectación y la angustia.
Expectación, pues el fallo debía ratificar o modificar la condena en primera instancia como autores del asesinato de Orlando Letelier, a dos hombres, el general en retiro Manuel Contreras y el brigadier general Pedro Espinoza, que en su tiempo encabezaron la omnipotente Dina, la Dirección de Inteligencia Nacional de la dictadura de Pinochet, responsable no solo del asesinato de Letelier sino también de torturas y desaparecimiento de personas. El fallo de primera instancia había demostrado la culpabilidad de los procesados, pero aún estaba por verse si la Corte Suprema, que se caracterizó por su obediencia al poder militar, era capaz de emitir un fallo condenatorio.
Angustia por la reacción que podrían asumir las Fuerzas Armadas ante una condena. Pues aunque los políticos y los jueces han puesto énfasis en que se trata de la condena a dos individuos y no a una institución, estas personas operaban bajo las órdenes directas de Augusto Pinochet y el crimen fue realizado después que la dictadura decretó la pérdida de la nacionalidad chilena para Letelier. En los últimos días, inusuales reuniones, acuartelamientos y declaraciones poco claras de las Fuerzas Armadas, marcaron un intento de presión sobre la Corte y sembraron, en una sociedad aún traumatizada por la dictadura militar, la duda y el temor respecto a la reacción de las Fuerzas Armadas.
Los aplausos y abrazos de las personas congregadas fuera de los tribunales acompañaron las palabras del secretario cuando, a las 18:15 horas, éste informó que "la Corte Suprema ha dictado sentencia de segunda instancia en el llamado caso Letelier y ha confirmado el fallo emitido por el ministro Bañados ".
El fallo mismo, luego de analizar los antecedentes y de rechazar las apelaciones a la sentencia de primera instancia, señala que "la pena que se impone a los sentenciados lo es por la responsabilidad de autores del delito de homicidio calificado de Orlando Letelier del Solar". El general Contreras fue condenado a siete años de presidio mientras que el brigadier Espinoza lo fue a seis años.
Las reacciones fueron disímiles. Por una parte, expresaron la necesidad de respetar el fallo el presidente Eduardo Frei, el ex presidente Patricio Alwyn, los presidentes del parlamento, el cardenal de Santiago y los presidentes de todos los partidos políticos.
Por otra parte, las Fuerzas Armadas no emitieron pronunciamiento, aunque mantuvieron hasta cerca de la medianoche un estado de alerta que prolongó la angustia. Sin embargo, voceros ligados a las Fuerzas Armadas, como el senador y ex vicecomandante en jefe, Santiago Sinclair, tuvieron expresiones amenazantes, mientras que el propio Contreras, rodeado de escoltas, señalaba que no se entregaría mientras no tuviera un tratamiento justo.
Pero aunque Contreras indique que su rechazo al fallo será encauzado por la vías legales, lo cierto es que se trata de una sentencia definitiva que no admite apelación. De este modo, el país estará en los próximos días pendiente de su actitud en el momento en que se le notifique la sentencia, pues el problema no es el enfrentamiento armado que pueda producirse sino la actitud que a raíz de ello asumirán sus camaradas de armas y el propio Pinochet.
Sea cual fuere la actitud de Contreras, ella pertenece al terreno de lo anecdótico. Lo sustancial es el alcance histórico del fallo de la Corte, el hecho de que, en palabras de la abogada Fabiola Letelier, "por primera vez en Chile se ha obtenido una sentencia justa".

Perverso, sádico, sicópata
YO NO VOYA IR A LA CARcel ni un solo día", ha dicho el hombre que logró tener en sus manos el mayor poder que se conozca en la historia de Chile.
Miembro de una familia de larga historia militar, Contreras ingresó a la Escuela Militar a los 14 años. Allí conoció a Augusto Pinochet y se inició en el arte del castigo a los más débiles. "Era perverso, sicópata, con ingredientes de sadismo, mitomanía y complejo de superioridad", ha declarado Alejandro Barros, uno de sus condiscípulos.
Asignado al arma de ingenieros, mostró siempre obsesión por la información, obsesión que lo condujo a la escuela de Fort Benning Virginia, Estados Unidos, en 1967.
En 1973, al producirse el golpe militar, era comandante de un regimiento a 150 kilómetros de Santiago. Destacado por el rigor y la crueldad con que impuso el orden castrense en su región, fue designado en 1974 como director de la Dina, la policía política de la dictadura de Pinochet.
La Dina, que según sus propias palabras poseía 2.000 efectivos militares y 50.000 informantes, fue la que desarrolló la mayor parte de las torturas y asesinatos de la dictadura. Se calcula que alrededor de 3.000 desaparecidos y 1.000 muertos son responsabilidad de este organismo, el cual en los cuatro años de su existencia dependía directamente del general Pinochet al que Contreras informaba todos los días.