Un hombre, un pueblo
Más que un líder, Jorge Eliécer Gaitán era la expresión de un pueblo que buscaba los cambios que quedaron truncados el 9 de abril de 1948.
El 7 de febrero de 1948, 60.000 personas abigarradas en la Plaza de Bolívar, en profundo silencio esperaban escuchar la voz de Jorge Eliécer Gaitán. Su figura apareció en los balcones de la Contraloría Municipal, cetrina, teatral, de mirada devoradora de multitudes. El rostro aglomerado en la Plaza de Bolívar se transfiguró como si hubiese llegado la noticia tantas veces añorada. El silencio de la multitud cambió de parecer, pues dejó de ser un silencio desolado por la angustia, ante la oleada frenética de la violencia conservadora que azotaba diversas regiones del país, para convertirse en un silencio de ilusión y expectativas. Habló Gaitán:
"Señor presidente Mariano Ospina Pérez:Bajo el peso de una honda emoción me dirijo a vuestra excelencia, interpretando el querer y la voluntad de esta inmensa multitud que esconde su ardiente corazón, lacerado por tanta injusticia, bajo un silencio clamoroso, para pedir que haya paz y piedad para la patria". Gaitán, al pronunciar la Oración por la Paz se estaba jugando la vida con semejante poder sobre su pueblo. Ningún político había sido capaz de manejar el silencio como arma de protesta política, en circunstancias tan dramáticas como las que estaba viviendo el país.
Formacion del caudillo
Jorge Eliécer Gaitán había nacido el 26 de enero de 1903 en Bogotá. Sus padres, don Eliécer y doña Manuela, atravesaban una situación económica difícil, era una familia de ingresos económicos modestos. Don Eliécer ejerció diversos oficios: impresor, periodista, negociante. Al fracasar como administrador de un almacén, se hizo librero y dedicó su vida a vender libros usados. Su madre, doña Manuela Ayala de Gaitán, era una mujer poco común para la época: librepensadora, acusada de ser "masona" por sus opiniones religiosas no convencionales. Por esas opiniones en relación con sus principios educativos, perdió el empleo como profesora y directora de escuelas públicas. Entonces fundó su propia escuela, en la cual con libertad de pensamiento enseñaba a los hijos de familias liberales. Por su entereza intelectual, doña Manuela fue fundamental en la formación del carácter de Jorge Eliécer Gaitán, en el transcurrir de su intensa y apasionada vida.
Gaitán vivió de niño en el barrio Egipto, uno de los más pobres de la capital. Esa vivencia le sirvió para experimentar en carne propia las desigualdades de una sociedad como la colombiana. Cursó la primaria en escuelas públicas. Por gestión de doña Manuela el director del Colegio Araújo permitió por medio de una beca que cursara estudios de bachillerato. Era un colegio de características especiales, donde los liberales de clases altas enviaban a sus hijos a recibir una educación que no estuviera influida por la ideología conservadora, tampoco por el clericalismo religioso del régimen.
En 1920 Gaitán entró a la Universidad Nacional a estudiar leyes. En los predios universitarios se le consideraba un revolucionario por sus ideas radicales. Prepotente y confiado en sí mismo, impresionaba a sus compañeros por su liderazgo natural y capacidad de persuasión. Con un grupo de amigos organizó el Centro Universitario para la Propagación de la Cultura, cuyo eje era ofrecer un programa de educación para líderes locales en las provincias cercanas a Bogotá. En realización de su proyecto, viajó por diferentes regiones del país, lo que le permitió establecer los primeros contactos políticos con la realidad del país.
Su tesis de grado titulada 'Las ideas socialistas en Colombia', inicialmente no fue aceptada por sus profesores, que argumentaban era demasiado polémica, pues proponía un viraje en la conceptualización de la propiedad y en los medios de producción para fundamentar, según Gerardo Molina, la posibilidad de que en estos países atrasados hubiera regímenes socialistas. Gaitán persistió y finalmente fue aceptada, con ciertas reservas académicas del comité calificador.
Su ambición inmediata era estudiar en Roma con Enrico Ferri, de renombre mundial en el positivismo legal. Con amigos y familiares reunió el dinero para su viaje. La vida en Italia fue difícil: sus fondos eran escasos, los horarios excesivos, intensos, pero cumplió sus propósitos por su férrea disciplina. Después de un año se graduó Magna Cum Laude en criminología, y fue premiado con el codiciado Premio Ferri, otorgado al más prometedor abogado criminalista. En Italia, vivió el ascenso de Mussolini y aprendió de éste su capacidad histriónica para movilizar a grandes multitudes.
El 20 de julio de 1929, Gaitán fue recibido como miembro de la Cámara de Representantes. Al día siguiente lanzó la más formidable diatriba contra el gobierno, al examinar, paso a paso, la masacre de la Zona Bananera. Con una exhaustiva documentación, obtenida en viajes a la región, probó ante el país que había una conspiración siniestra entre el gobierno conservador y la United Fruit Company para explotar a los trabajadores. Gaitán se convirtió en la figura más influyente en su primer período como legislador, al introducir nuevos temas de justicia e igualdad social en el debate político en Colombia. Sus discursos y declaraciones sirvieron para unir e impulsar al Partido Liberal en la reconquista del poder en el año 30.
Gaitan y el gaitanismo
El gaitanismo, como movimiento sociopolítico, se originó en 1933 y durante 15 años atravesó tres etapas definidas. En la primera, Gaitán decepcionado del liberalismo por la lentitud con que obraba el gobierno de Olaya Herrera en materias como la reforma agraria, fundó la Unir. El unirismo se apersonó de problemas como la lucha contra el latifundio en Viotá y Fusagasugá. El partido fue fugaz, por la misma ambigüedad política de Gaitán, que veía su porvenir político en el liberalismo oficialista. Gaitán aceptaría la candidatura al Senado por el liberalismo, en mayo de 1935, con la promesa de López Pumarejo de cambios sociopolíticos en el país. El unirismo desaparecería del panorama.
En 1937 Gaitán fue designado alcalde de Bogotá, cargo que ocupó durante un año hasta que se vio obligado a renunciar por una huelga del sindicato de taxistas, que rechazaron la orden del alcalde de usar uniformes. En 1940, Gaitán aceptó el cargo de ministro de Educación de Eduardo Santos. El presidente afirmó que lo había escogido porque quería premiar sus méritos, su probidad, sus impulsos progresistas y su talento. Gaitán renunció a su posiciónen febrero de 1941, después de soportar la soterrada oposición de influyentes sectores del liberalismo oficialista.
Cuando la ambición presidencial de Alfonso López Pumarejo se hizo pública en 1941, Gaitán se convirtió en ficha definitiva en los altos círculos políticos para impedir la reelección para un segundo período. Gaitán apareció públicamente, promovido por sus antiguos enemigos políticos, como el "caudillo de la democracia" y recibió amplio apoyo en su campaña para detener al ex presidente.
A pesar de la fuerte oposición, López Pumarejo salió elegido para un segundo período y como zorro político en maniobra diseñada para debilitar a la oposición dentro de su partido, nombró a Gaitán ministro de Trabajo. Gaitán, animal político por naturaleza, aprovechó el Ministerio para suavizar sus tensas relaciones con el movimiento sindical, cimentando futuras bases sociales para su próxima campaña presidencial. En marzo de 1944 Gaitán renunció para lanzarse a la lucha definitiva por la Presidencia de la República.
Segundo gaitanismo
La segunda etapa del gaitanismo comienza el 17 de mayo de 1944, cuando Gaitán anuncia la resurrección de su movimiento, al aprovechar el retiro temporal de López Pumarejo de la Presidencia. El golpe final para López ocurrió el 10 de julio de 1944 cuando un grupo de conspiradores militares intentó un golpe de Estado, mientras el presidente estaba observando las maniobras del Ejército cerca de Pasto. En su campaña Gaitán usó el lema: "Por la restauración moral y democrática de la República" como un arma efectiva contra sus enemigos políticos, primordialmente los liberales del sector moderado. Los gaitanistas creían que la Nación se había cansado de tantas farsas políticas y que las acusaciones de corrupción contra la segunda administración lopista habían desacreditado aún más las instituciones.
La Convención Gaitanista se reunió el 25 de septiembre de 1945, en la Plaza de Santamaría. Cuarenta mil gaitanistas desbordaron la plaza, en una experiencia política sin precedentes en Colombia. Gaitán se enfrentaría a Gabriel Turbay, candidato oficial del liberalismo. Mientras tanto, Laureano Gómez utilizando la estratagema política de apoyar a Gaitán desde el periódico El Siglo, preparaba el terreno para su candidato, Ospina Pérez. Dividido, el liberalismo perdió las elecciones y Ospina Pérez asumió el poder.
En la tercera etapa del gaitanismo, lejos de admitir la derrota, tres días después de las elecciones, Gaitán fortalecido en sus ambiciones presidenciales, con la consigna "Por la reconquista del poder", apela a los liberales para que se le unan. Turbay viajaría a Europa, a los 46 años moriría solitario en el Hotel Plaza-Athenée de París. Murió porque no cumplió su sueño de llegar al poder.
La elección para el Congreso, el 16 de marzo de 1947 dio un triunfo rotundo al gaitanismo sobre los liberales 'santistas'. La victoria abriría el camino para que Gaitán asumiera el control del Partido Liberal. En junio, Gaitán sería elegido 'jefe único' del mismo.
Una de las causas inmediatas que originaron los acontecimientos del 9 de abril, fue la violencia desatada en el gobierno de Ospina Pérez en 1947 y 1948. El conservatismo quiso convertirse en un partido hegemónico y asegurar su aspiración de prolongarse hasta el año 2000, según la profecía del aguerrido ministro de Educación, Joaquín Estrada Monsalve. Y como táctica para modificar ese desequilibrio entre mayoría y minoría se planteó, a modo de argumento político, la eliminación física de los miembros de esa mayoría.
La violencia verbal que incita a la física adquiere su más alto contenido en el discurso pronunciado por el ministro de Gobierno, José Antonio Montalvo, cuando expresa: "El gobierno se opone a perder la dirección de la Policía, pues eso equivale a dejarlo sin herramientas para el manejo del orden público. El presidente tiene que defender a sangre y fuego las instituciones del país; el presidente no se deja amarrar y nosotros no lo dejaremos amarrar".
El país convivía con el eco de la violencia sicológica, expresión del discurso pregonado por Laureano Gómez, quien planteaba que la mayoría liberal se debía a la existencia de 1.800.000 cédulas falsas. Era el desarrollo de un supuesto fraude que nunca existió. Gómez estaba creando las condiciones para hacer invisible la República, para que transitara por los caminos de la guerra civil; como en efecto sucedió. Para contrarrestar ese alud de violencia, Gaitán pronuncia la célebre Oración por la Paz.
El Diario del Pacífico, conservador de Cali, el 8 de abril en plena Novena Conferencia Panamericana, en su editorial escribía que Gaitán era "un líder en trance de agonía". Gaitán no creía en su asesinato. Apostaba su vida al 'seguro' que le brindaba como apoyo la mayoría del pueblo colombiano.
Gaitán era ya el presidente de Colombia para 1950, pero se había creado la atmósfera propicia para su asesinato: a Gaitán lo hubiera podido asesinar alguien distinto al homicida Roa Sierra. A la 1:05 de la tarde se paró el reloj de Gaitán, cuando el asesino vaciaba el revólver sobre su cuerpo. A esa hora en 1948 cambió el rostro de Colombia.
El 9 de abril fue, en definitiva, una derrota para el pueblo, una frustración histórica, porque aquella tarde se enterró un futuro que ya se vislumbraba, en el proyecto de Gaitán. Colombia cambió su destino. Después vendría la oscura etapa de la violencia. Como siempre, el pueblo ofrendó su vida por unos ideales que quedaron en la orilla del camino.