UN LIDER DE PRINCIPIOS
Con la muerte de Víctor Mosquera Chaux el Partido Liberal pierde a uno de sus mejores hombres y el Cauca a uno de sus hijos más ilustres.
Víctor Mosquera Chaux era un bachiller imberbe cuando fue aceptado dentro del directorio liberal del Cauca. Tenía 17 años y por una herencia familiar imposible de negar la política había co-menzado a brotar por sus poros desde muy pequeño. Por su venas corría la sangre de uno de los caudillos más recios de la región, Tomás Cipriano de Mosquera. Y su padre, Manuel José Mosquera, había sido jefe de debate de Enrique Olaya Herrera durante la campaña que llevó al liberalismo a recuperar el poder en 1930 luego de una amplia hegemonía conservadora.Aquel joven inquieto e idealista no podía ser infiel a su estirpe. Acababa de cumplir la mayoría de edad cuando echó su primer discurso en plaza pública y, mientras combinaba la actividad política con sus estudios de derecho en la Universidad del Cauca, salió elegido como concejal y más tarde como diputado a la Asamblea de su departamento. Para entonces ya su fuerte personalidad y sus convicciones ideológicas habían empezado a abrirle paso en la tumultuosa vida política nacional, primero como líder germinante de su departamento, luego como promesa latente del Partido Liberal.Su capacidad para ser firme en los momentos decisivos y de conciliar sin ceder a sus principios haría de él uno de los más reconocidos caudillos del Cauca en los últimos años y uno de los soportes fundamentales de las toldas rojas en los instantes apremiantes. Era un político tradicional que, sin embargo, nunca se mantuvo al margen de las grandes transformaciones. Al fin y al cabo la rigidez de su carácter no le impidió nunca mantener un espíritu dinámico, tanto es así que como representante a la Cámara y senador de la República fue uno de los primeros en defender, por ejemplo, los intereses de los indígenas, los cuales más tarde serían avalados en toda su plenitud por la Constitución del 91. Haber rechazado los ministerios ofrecidos en su momento por los presidentes Alberto Lleras, Guillermo León Valencia y Misael Pastrana no fue un impedimento para ocupar un lugar en la baraja de presidenciables liberales. Sin embargo el destino le tenía preparado alcanzar el solio de Bolívar sin necesidad de ser elegido, tal y como le sucedió a Darío Echandía y a Roberto Urdaneta Arbeláez. Elegido designado por el Congreso, fue presidente por nueve días en reemplazo de Julio César Turbay, quien le cedió el cargo brevemente en 1980 para atender problemas de salud en Estados Unidos. Quizás sea él el último de esta estirpe de ex presidentes, pues la figura del designado ha sido cambiada por la del vicepresidente.Su muerte ha sido una gran pérdida para el departamento del Cauca en particular y para el país en general. Pero sobre todo para el Partido Liberal, una colectividad que Mosquera ayudó a consolidar y cuyos líderes actuales le deben buena parte de sus enseñanzas.