CIENCIA

Vampiros ¿cómo saben dónde morder?

Una investigación publicada en la última edición de la revista Nature explica cómo los murciélagos 'Desmodus rotundus’ detectan y localizan de manera precisa los vasos sanguíneos de sus víctimas.

4 de agosto de 2011

Otro de los misterios de los murciélagos comunes, animales que rayan en lo mítico por lo que representan, ha sido develado por los científicos al hallar el mecanismo por el que estos vampiros ubican, así sea en medio de la oscuridad, el sitio preciso para morder a sus víctimas y alimentarse de su sangre.
 
Esta precisión casi que quirúrgica ha sido un enigma para los científicos, que si bien saben que es el sentido del olfato del animal el que lo guía, hasta ahora no conocía cuál era el mecanismo que lo lleva a punzar la piel de su presa de una manera tan eficaz que ésta, muchas veces, ni siquiera se percata de lo que sucede en medio de su sueño.
 
Investigadores de la Universidad de California (EE.UU.) y del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas hallaron que gracias a una partícula situada en las terminaciones nerviosas de su nariz, el vampiro común ('Desmodus rotundus’) es capaz de ‘ver’ las venas o arterias de los animales que ataca, según publicaron en la última edición de la revista Nature, que les dedicó su portada.
 
Se trata de la TRPV1, que es capaz de detectar el calor de una manera muy sensible, que se activa a partir de los 30 grados y a una distancia de 20 centímetros. “Los murciélagos vampiro se alimentan de sangre y es útil para ellos tener un detector de infrarrojos capaz de encontrar la circulación”, manifestó David Julius, jefe de la investigación.
 
Moléculas parecidas se encuentran en otros animales, incluso humanos, que les sirven para saber cuándo hace demasiado calor (43 grados, en nuestro caso). Están presentes en la piel, lengua y ojos y cuando se activan permiten una sensación de dolor cuando se producen las quemaduras.
 
De ahí que las investigaciones puedan abrir la puerta a nuevas maneras en que los fármacos puedan interactuar en el nivel molecular con las terminaciones nerviosas para calmar el dolor en las personas.