BARRANQUILLA

Así es ‘Ventana al mundo’, el nuevo ícono de Barranquilla

Este obelisco amosaicado le arrebata al Santísimo, de Floridabanca (Santander) el título del monumento más alto de Colombia.

14 de agosto de 2018
"Ahora la ciudad está viviendo un despertar, se transforma, es dinámica y crece”. | Foto: Tomta de Twitter (@_VentanaAlMundo)

Este 14 de agosto muy probablemente será un día memorable para la ‘barranquilleridad’. Es cuando se entrega oficialmente el monumento Ventana al mundo, encargado por Tecnoglass S.A., que fue erigido en una de las rotondas vecinas a las instalaciones de la empresa y cerca del cruce de dos arterias de la ciudad, la Avenida Circunvalar con la Vía 40, sector industrial en el que la firma productora de vidrios y ventanas inaugura también un puente peatonal y ya entregó una estación de bomberos.

Christian Daes, cabeza visible de la firma ha señalado que se quiso "recuperar esta rotonda abandonada para convertirla en una tacita de plata”. “Iniciamos pensando en hacer una fuente pero empezaron a llover ideas e hicimos el concurso donde recibimos 100 propuestas. De esas quedaron tres finalistas y los barranquilleros escogieron su monumento”, señaló el empresario sobre la convocatoria internacional acompañada por la Sociedad Colombiana de Arquitectos, regional Atlántico.

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La propuesta ganadora fue la presentada por la arquitecta Diana Escorcia Boelly, barranquillera egresada de la Universidad Autónoma del Caribe. De 47,5 metros de altura total, se convierte en el monumento más alto del país, título que ostentaba la escultura del Santísimo, levantada en Floridablanca (Santander), que tiene 38 metros de alto. Como referente, el Arco del Triunfo parisino tiene 49 metros de alto.


“La obra debía tener un componente importante de vidrio y aluminio, que son los que comercializa Tecnoglass, y quedar en la memoria colectiva de los barranquilleros. La suma de esos factores hizo que la propuesta se acerara a lo que el promotor estaba buscando y estuviera entre las finalistas”, dijo Escorcia en entrevista con SEMANA.

Cuando se le pregunta por el significado del monumento, la arquitecta señala que “la historia de Barranquilla cuenta que tuvo una época resplandeciente y luego tuvo una etapa de estancamiento en muchos aspectos. Ahora la ciudad está viviendo un despertar, se transforma, es dinámica y crece”.

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De ahí que sean dos las coloridas torres -tal cual Barranquilla- que se complementan para componer la obra: una que se engrosa en un mosaico de colores que pasan por todo el círculo cromático hasta el vívido rojo, que contrasta con el gélido azul de la estructura en frente, que afina sus líneas en la bajada. Como el yin y el yang.

“En lo alto llega a un punto máximo de transformación, la ventana, que es el eje de ese dinamismo”, añade, en referencia a Tecnoglass como insignia del empresariado local. Las bases significan industria y cultura, ambas corrientes que impulsan a esta ciudad. Entretanto, en el suelo que las une, hay una galería que cuenta la historia de la Arenosa.

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En la estructura del monumento se le da forma a unas 100 toneladas en acero, complementada por 6.000 kilos de perfilería en aluminio que soporta unos 750 vidrios de varias tonalidades y que cubren un área de 2.200 m2.

Fue levantada en poco más de 120 días, tiempo récord, para estar casi lista durante los Juegos Centroamericanos y del Caribe que se realizaron en la ciudad. Desde entonces, Tecnoglass calcula que, en promedio, unas 500 personas cada día visitan el monumento, que antes de su inauguración, ya es un nuevo ícono para Barranquilla.

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