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Adictos en línea: SEMANA revela la dolorosa historia de un joven que por poco pierde la vida por su adicción a las apuestas
La ludopatía infantil y juvenil existe. Un reciente estudio de la Universidad Nacional puso en evidencia que cada vez son más los adolescentes y jóvenes adictos al juego, impulsados especialmente por las apuestas en línea. Un joven víctima narra su caso.
Juan Felipe Parra dice que vive una especie de “segundo tiempo” en su vida desde noviembre de 2022, cuando un accidente de automóvil por poco acaba con su sueño de convertirse en ingeniero. Todo sucedió una noche de jueves. “Desesperado por conseguir varios millones”, tomó su auto sobre las nueve de la noche y salió rumbo al barrio Modelia, al occidente de Bogotá, donde un prestamista lo esperaba con un dinero que necesitaba urgentemente.
El joven, por entonces de 21 años y en quinto semestre, había perdido en una apuesta parte de los 17 millones de pesos que debía pagar para matricularse en el siguiente semestre en la Universidad de La Sabana. Sus padres, como ya era costumbre, le habían consignado el dinero, y Juan, un estudiante aplicado y con buenas notas hasta entonces, siempre había respondido sin contratiempos a esa a confianza.
Pero hasta la noche del violento accidente, en la que su auto “dio varias vueltas sobre la Boyacá y se fue a pérdida total”, debido al exceso de velocidad, Juanfer, como lo llaman todos sus conocidos, completaba varias semanas tentando a la suerte en un reconocido sitio de apuestas en línea.
Engancharse fue fácil, reconoce ahora este joven caleño, cuyos padres, ambos trabajadores en el Ejército, hacían un gran esfuerzo para pagarle sus estudios en la capital del país. Un día, dice, simplemente entró movido por la curiosidad y la influencia de varios amigos a un sitio de apuestas, en el que varios de ellos “se desvaraban cuando no tenían para salir a tomar los fines de semana o querían levantar amigas”.
Aquella primera vez puso sus expectativas en su equipo de fútbol favorito. Creyó que el marcador terminaría 2-1. Y acertó. Feliz, esa noche se llevó a los bolsillos los primeros 500.000 pesos más fáciles de su vida.
“Sé de números y en esto aprendes de probabilidades estadísticas. En esto juega la suerte, pero uno aprende a poner algo de ‘técnica’ en el juego”, cuenta en SEMANA.
Las otras veces arriesgó más. En unas acertaba, en otras no. Y la osadía lo llevaba a apostar cifras más grandes cada vez, saltando por varios sitios de apuestas. Después de eso, probó en los casinos. “Solo fue cuestión de meses para que comenzara a prestar plata aquí y allá. Y tapaba con lo que me mandaban mis papás. Una vez, en una sola noche, perdí casi 2 millones de pesos. A veces hasta les mentía inventando cosas extras que me tocaba costear en la universidad”.
Confiesa que nunca había tenido “adicciones de nada, pero en poco tiempo me vi apostando una y otra vez. No podía parar. Es como si fuera algo más fuerte que yo. Si perdía, me decía que la próxima vez sí ganaría. Y así. Cuando ya me vi ahogado en las deudas, no tuve otra que coger de lo que me habían mandado para el semestre. Pero, mi papá se dio cuenta de que yo no había pagado la matrícula y ahí se me armó la gorda. Me entró una angustia impresionante. Un primo me habló entonces de un prestamista, me recomendó con él y salí volando para allá”.
Pero nunca llegó a su cita. Lo siguiente que recuerda Juan Felipe fueron las luces de una unidad de cuidados intensivos de la Fundación Santa Fe. “Usted está vivo de milagro”, le dijeron un par de médicos. Solo abandonaría la clínica tres semanas después. Aún sigue en fisioterapia debido a las secuelas que le quedaron en ambas piernas y uno de los brazos.
¿Ludopatía juvenil?
La ludopatía juvenil y hasta infantil existe. Es un comportamiento tan o más impulsivo del que se presenta en la adultez y se mueve alrededor de los juegos de azar, los videojuegos (en varios de los cuales se paga por diferentes servicios o retos) o las apuestas en línea, como en el caso de Juan Felipe.
Quien lo explica es Argemiro Cortés Bernal, psiquiatra y experto en adicciones. Asegura que, tras el encierro de la pandemia, ha crecido entre la población joven el número de casos de este tipo de adictos. En parte, dice este especialista, impulsados por la facilidad con la que muchos pueden ingresar a los sitios de apuestas en línea, donde parece no existir mayores restricciones para sus jugadores.
De acuerdo con Cortés, las apuestas en línea se han convertido en una amenaza latente y silenciosa que acecha a los jóvenes en colegios y universidades del país, especialmente en los estratos medios y altos, “en los que muchos de ellos tienen acceso a las tarjetas de crédito de sus padres o incluso a tarjetas propias, o que manejan ya cuentas bancarias que les dan acceso a flujos permanentes de dinero”.
El asunto, subraya, es que se trata de negocios legales “que han invadido todos los canales de publicidad. Lo ves en eucoles, en la televisión, en los videos de YouTube. Con un agravante que me parece complicado: hay muchos influencers que promocionan estas plataformas sin ningún tipo de restricciones. Esa termina siendo la puerta de entrada de muchos de los apostadores jóvenes”.
Entonces, añade, pueden “volverse adictos con solo un clic. Ya no necesitan ir a un casino para convertirse en ludópatas. Basta con un celular, crear un usuario y listo, comienzan a apostar. El casino lo llevan en el bolsillo”, dice con preocupación el psiquiatra.
Lo sabe bien el docente José Ignacio Ruiz Pérez, que forma parte del Departamento de Psicología de la Universidad Nacional. Ruiz se dio a la tarea de emprender un ambicioso estudio, en el que participaron 2.809 universitarios de unos 20 años en promedio. La muestra incluía estudiantes de las 32 capitales del país.
Su objetivo: identificar la incidencia del trastorno del juego en los jóvenes. Gracias a esta investigación identificó que, de ese total de estudiantes, cerca de un 9 por ciento mostraba señales de adicción a estos juegos.
Dicho trastorno ya tiene nombre: juego patológico o “trastorno de juego”, que Ruiz describe como una condición grave de la conducta. Quien la padece se enfrenta a una preocupación constante por jugar, la necesidad de apostar cantidades cada vez mayores de dinero para sentir el vértigo del peligro. Y, sobre todo, una evidente incapacidad de autocontrol.
En casi todas sus víctimas se muestran idénticas consecuencias: problemas financieros, legales y hasta familiares. En el caso de Juan Felipe, aunque agradece estar vivo, dice que la relación con sus padres cambió por completo. “Mi papá no me quiso seguir pagando la carrera. Mi mamá me ayuda a escondidas, pero tuve que comenzar a trabajar para pagar gran parte de mis estudios. He trabajado en call centers, restaurantes y logística de conciertos, lo que salga. Estuve en un proceso de desintoxicación en la Montserrat. Me lo exigió mi mamá para seguirme apoyando”, cuenta el joven.
Lo que indica el profesor Ruiz es que la evidencia de varios estudios demuestra que este desorden es más frecuente en esta etapa de la vida. “La adolescencia está asociada con una serie de conductas de riesgo como probar cosas por curiosidad, estimulación u otras razones”, explica.
Y añade que se trata de una edad compleja en la que las personas están formando su carácter y personalidad, “por lo que no calculan las implicaciones de una conducta, como empezar en las apuestas”.