Demencia
Alzheimer: un nuevo examen pronosticará si una persona puede padecer o no de esta enfermedad
Pronto habrá un examen de sangre que pronostica si usted va a tener alzhéimer. La pregunta que se hacen muchos es si conviene saberlo o no, teniendo en cuenta que no hay cura para este mal.
Desarrollar alzhéimer es tal vez uno de los más grandes temores de quienes se acercan a la tercera edad. A medida en que la gente vive más, el número de casos ha ido en aumento y según la Organización Mundial de la Salud en el mundo hoy hay unos 47 millones de personas con demencia, pero en 2030 se espera que sean 75 millones.
La mayoría de estos pacientes se diagnostica cuando ya tienen síntomas clínicos muy evidentes como pérdida severa de la memoria, confusión, olvido de palabras y ansiedad. Eso quiere decir que la enfermedad empezó, por lo menos, 15 años atrás. “Si una persona presenta síntomas a los 65 es porque la enfermedad pudo comenzar a los 50”, dice el experto Miguel Sabogal García.
No hay cura para el alzhéimer, por lo tanto, hoy es una enfermedad catastrófica que le roba lentamente las capacidades cognitivas a la persona. “Desde todo punto de vista es costosa”, dice Sabogal. “Los medicamentos y los exámenes son muy caros. Además de eso, el paciente requiere de por lo menos tres cuidadores y en etapas avanzadas debe tener alimentación especial y pañales, todo lo cual va sumando. Adicionalmente, pueden durar cinco, diez y hasta 15 años o se mueren de otras causas”, agrega.
En el alzhéimer siempre interviene la genética. Según el neurólogo Francisco Lopera, hay dos tipos: el genético, que se refiere al producido por genes de causalidad, lo que “significa que cuando se tiene uno de esos genes mutados, sí o sí, la persona va a desarrollar la enfermedad”. El otro es el esporádico. Este se da cuando la persona tiene genes susceptibles, es decir, que producen un riesgo.
La ciencia ha querido encontrar una manera más temprana de diagnosticar el alzhéimer esporádico, pero no es fácil porque los síntomas se confunden con el deterioro normal del cerebro. Incluso hay personas con un deterioro cognitivo leve (DCL), en el que comienzan a olvidar nombres, tienen problemas para planificar u organizar cosas o se distraen con facilidad, pero solo una de cada diez con DCL desarrolla demencia. “Después de los 50 todos tenemos un deterioro más o menos del 1 por ciento al año, pero cuando ese deterioro es del 10 por ciento hay problemas serios”, dice Sabogal.
Hoy la buena noticia es que, en menos de cinco años, estará disponible comercialmente una prueba fácil, rápida y menos costosa que le permitiría saber a la población su riesgo de padecer esta demencia, al menos una década antes de que aparezcan los síntomas.
Es una muestra de sangre que detecta el nivel de la proteína tau circulante, uno de los indicadores del alzhéimer. Y es probable que haya muchas otras. Ahora mismo en Gran Bretaña, la Universidad de Cambridge está desarrollando una prueba que en cinco minutos predice con alta eficacia el riesgo de alzhéimer 15 años antes. Consiste en mostrar rápidamente imágenes de un animal o de ningún animal.
El paciente debe decir a la misma velocidad si lo ve o no. “En términos evolutivos, detectar un animal muy rápidamente fue vital para nuestra supervivencia. La tarea involucra algunas de las estructuras más básicas de nuestro cerebro, como la amígdala, que ayuda a regular nuestras respuestas de lucha o huida”, dijo uno de los investigadores al diario The Daily Mail.
Esto es un indicio de alzhéimer porque, contrario a lo que se cree, en las primeras etapas los síntomas de este mal son leves, pasan desapercibidos y no es la memoria la que se afecta, “sino la velocidad de procesamiento de su cerebro”, dice el investigador. Muchos se preguntan hoy cuál es el beneficio de tener esa información con antelación teniendo en cuenta que no es mucho lo que la medicina puede ofrecer para retrasar su aparición y la ciencia ha fallado repetidamente en encontrar medicamentos que curen este mal. ¿Cómo impacta esa noticia en la vida? ¿Hará más lento el progreso?
Las opiniones están divididas. La evidencia indica que las personas prefieren no conocer su riesgo de demencia. Un estudio hecho en el Reino Unido por el Social Care Institute for Excellence reveló que muchos con signos tempranos de demencia “eligen no buscar un diagnóstico”, pues les preocupa el efecto que ello tenga en sus trabajos, su vida social y en su independencia.
Otro estudio hecho por psiquiatras de la Universidad de Yale en 2020 encontró que los adultos mayores de 65 años que habían sido diagnosticados recientemente con alzhéimer u otros tipos de demencia tenían el doble de probabilidades de morir por suicidio en comparación con aquellos que no tenían demencia. Jacqueline Arabia, directora de la Fundación Alzheimer, dice que saber o no depende de cada caso. Si es alzhéimer genético sí vale la pena para entrar en los estudios que podrían llevar a una cura.
“Pero si es alzhéimer esporádico, en el cual la predisposición no se traduce necesariamente en enfermedad, ¿para qué saber?”, dice.
A estas personas, Arabiales recomienda adoptar los factores neuroprotectores (cuidar la alimentación, hacer ejercicio, tener una vida sana), pues “si lo hacen y no les da, les va a servir igualmente”. Otros, sin embargo, creen que saberlo con antelación es muy importante.
“Podríamos iniciar el tratamiento prematuramente y de esa manera alargar más el tiempo que la persona tiene antes de que desarrolle la enfermedad”, dice Sabogal. Aunque el tratamiento actual no cura, sino que retrasa un poco la enfermedad, hay en desarrollo medicamentos que podrían darse en las etapas iniciales para regular el equilibrio en el cerebro de la proteína tau.
Un diagnóstico, además, permitiría descartar otras enfermedades. Según Sabogal, hay muchos tipos de demencias y el alzhéimer es una de ellas, pero no la más frecuente. “Con métodos diagnósticos se podría saber si la persona tiene una demencia vascular, aquella producida por la hipertensión o por diabetes, que es mucho más frecuente y que se puede disminuir controlando esas enfermedades de base”, dice. En dicho caso, el paciente tomaría medidas preventivas para cuidar el sistema nervioso como no trasnochar, no trabajar de noche, hacer deporte, dormir bien, no consumir sustancias psicoactivas, entre otras.
En otros casos, saber el diagnóstico podría ser un alivio para el paciente, pues explicaría la razón del comportamiento extraño que está viviendo. Más allá de lo médico, existen otras ventajas de saberlo y es que la persona tiene tiempo de planear lo que le queda de vida. Claudia Palacios, cuya madre sufre de este mal, manifiesta que sí se haría una prueba que le anticipe si va a tener o no alzhéimer. “Creo que eso, a una persona como yo, que le gusta planear todo, le permitiría tomar decisiones en un amplio espectro de materias: desde el tiempo de mi vida que dedico a generar ingresos vs. el que dedico a otras actividades, hasta organizar todo para morir como yo deseo”.
Para los expertos es comprensible la renuencia a ir al médico y obtener un diagnóstico. El alzhéimer está asociado con pérdida de independencia, de privilegios (como conducir) y, peor aún, la pérdida de todo aquello que hace a esa persona singular. Pero saberlo hoy puede ser beneficioso para aprender a mejorar el entorno y gestionar cambios que minimicen el efecto de la enfermedad.