SALUD

Mitos de la artritis

Hay muchas creencias falsas alrededor del tratamiento de esta enfermedad crónica que afecta a miles de personas. Lea cuáles son las verdades de este mal.

4 de abril de 2016
Los métodos de diagnóstico han evolucionado mucho y por medio de pruebas en sangre se puede determinar si se padece la enfermedad. | Foto: © Monkey Business Images/Corbis

La artritis reumatoidea en una enfermedad autoinmune en la que el cuerpo ataca el tejido de las articulaciones. Esto produce un intenso dolor y una limitación en el momento de hacer algún movimiento. Con el tiempo la articulación se desgasta y pierde por completo su funcionamiento. Las mujeres son las más afectadas ya que apenas uno de cada tres pacientes es hombre; su causa es desconocida y el único factor de riesgo que se ha identificado es el antecedente familiar de la enfermedad.

A pesar de que es un mal muy conocido, muchas personas, incluso aquellas que la padecen, tienen creencias erradas sobre su manejo. Por ejemplo, muchos piensan que el consumo de carnes rojas la empeora pero no existe evidencia de que esto sea así. La carne está identificada en el desarrollo de gota y, junto con el alcohol, genera crisis en la articulación afectada, que casi siempre es la del dedo gordo del pie. El consumo de cigarrillo durante el tratamiento sí ha sido identificado como un factor que empeora los síntomas de artritis y que dificulta su evolución.

A menudo la artritis se confunde con otra enfermedad de nombre parecido, la artrosis. Esta, sin embargo, no es causada por el ataque del cuerpo a las articulaciones sino que se debe a un desgaste por subir y bajar escaleras. Un dolor en la cadera o en las rodillas después de los 50 años puede ser causa de un desgaste en el cartílago lo que genera un dolor que incapacita a los pacientes, pero en estos casos el tratamiento es distinto.

Por eso un diagnóstico temprano es importante no solo porque es clave descartar otras enfermedades que pueden producir los mismos síntomas sino porque tratarla a tiempo y de la manera correcta ayuda a retrasar los daños que genera. Hay que recordar que las complicaciones de la artritis no se limitan a las articulaciones sino que también afecta al corazón, los pulmones y los riñones. Para ello es importante identificar los síntomas.

El primer indicio de que algo está mal es la inflamación de cualquiera de las articulaciones, pero es más común que las primeras afectadas sean las pequeñas como las de los dedos. Casi siempre la inflamación es simétrica, es decir, el daño está dado en las dos manos. También se da un enrojecimiento alrededor de la articulación asociado a un intenso dolor con cualquier movimiento. Algunos pacientes sienten en las mañanas una rigidez en las manos que les impide moverlas. Esta molestia les dura por lo menos una hora y cuando sucede hay que acudir al médico.

Los métodos de diagnóstico han evolucionado mucho y por medio de pruebas en sangre se puede determinar si se padece la enfermedad. Las radiografías son una ayuda valiosa en el momento de mirar el grado de desgaste que han sufrido las articulaciones.

No existe una cura pero sí una variedad de medicamentos que buscan detienen el daño de la inflamación no sólo en las articulaciones sino en todos los órganos. El uso de analgésicos antiinflamatorios, como el Naproxeno, Ibuprofeno o Diclofenaco, ayudan a controlar el dolor y disminuyen los síntomas, pero no deben usarse por mucho tiempo debido a los efectos que tienen sobre el estómago: aumentan el riesgo de sangrados intestinales y puede dañar los riñones.

Los corticoesteroides han sido utilizados por años, pero en la actualidad se recomienda retirarlos a medida que el paciente mejora. Al inicio de la enfermedad se dan por ciclos en  dosis  alta pero esta debe disminuir cuando la inflamación cede. Teniendo en cuenta que entre los efectos adversos de estos medicamentos están el riesgo de osteoporosis, infecciones y aumento del azúcar en la sangre los pacientes que los han consumido por mucho tiempo deben tener una evaluación adicional. Por ejemplo se deben realizar una densitometría ósea para evaluar si tienen o no osteoporosis y evitar la descalcificación con suplementos.

Estos medicamentos, sin embargo, no controlan la enfermedad, sólo ayudan a controlar el dolor. Pero existen drogas que detienen la progresión de la artritis y previenen sus complicaciones, y por eso se consideran la piedra angular del tratamiento

Existen varios esquemas de tratamiento con estos fármacos que se dan dependiendo de la historia clínica de cada paciente. La Sociedad Española de Reumatología recomienda el uso de Cloroquina,  Metrotexate y  Sulafazalazina. Aunque son medicamentos que pueden producir efectos colaterales, su beneficio supera los riesgos, y con una adecuada evaluación y controles periódicos son seguros. Este tratamiento puede generar una remisión, o estados prolongados sin síntomas de la enfermedad. La Sociedad recomienda además la toma de muestras de laboratorio para evaluar la función del hígado y riñones.

Cuando estos medicamentos fallan o se presentan efectos adversos que no se pudieron evitar, se recomiendan un nuevo grupo de fármacos conocidos como biológicos. El beneficio de estos está dado por su gran efectividad y su dosificación. Estos atacan directamente la génesis de la enfermedad y actúan a nivel de las sustancias que generan la inflamación.

Otras recomendaciones para el éxito del tratamiento son mantener un peso adecuado y  tratar de no hacer movimientos repetitivos. La obesidad hace que las articulaciones se desgasten más rápido y si existe un articulación inflamada por artritis los síntomas van a empeorar si no se controla el peso. De igual manera el sobre uso de una articulación no genera artritis, pero sí puede hacer que el dolor sea peor en una articulación que de por si está inflamada.

No se deje confundir. Cuando tenga una sospecha de artritis, acuda al médico. Una vez diagnosticada la enfermedad sea juicioso con el tratamiento y acuda a controles para mirar el avance de ésta. Esto hará que la calidad de vida sea mucho mayor.