ASTRONOMÍA
El lado oculto de la Luna
Esta semana China logró una hazaña histórica al posar por primera vez una nave en la cara oculta de la Luna. ¿Por qué nadie había llegado antes y qué esperan encontrar los científicos?
Hace exactamente 50 años, en un acto que paralizó al mundo, Neil Armstrong se convirtió en el primer hombre en pisar la Luna. El 20 de julio de 1969 partió la historia de la humanidad en dos. El hombre no solo probó que podía llegar más allá de sus límites planetarios gracias a la tecnología, sino que dio paso a uno de los periodos más prolíficos de la exploración espacial en la historia.
La carrera entre Estados Unidos y la Unión Soviética por conquistar el espacio dio lugar a proyectos cada vez más audaces. Comenzaron por el lanzamiento de satélites, siguieron con misiones tripuladas para orbitar la Tierra, la misión norteamericana a la Luna, sondas a planetas y al espacio profundo y la Estación Espacial Internacional. Sin embargo, quedaba un saldo pendiente: explorar el lado oculto de la Luna.
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Ya que la Luna tarda lo mismo en rotar una vez sobre sí misma que lo que tarda en dar una vuelta alrededor de la Tierra (casi 28 días), solo hay un hemisferio lunar visible desde esta. Los astrónomos llaman “cercano” al lado conocido, y al que está en el costado opuesto le dicen “oscuro”. Un término que para José Gregorio Portilla, doctor en física y director del Observatorio Astronómico Nacional de Colombia, no es muy apropiado, pues “aunque esté del otro lado, nunca está oscuro”. De hecho, todos los rincones de la Luna reciben luz solar y solo un 41 por ciento de su superficie está velada de la Tierra (unos 15,5 millones de kilómetros cuadrados).
Esta condición hizo que durante años fuera mucho más difícil que una sonda alunizara allí. Pero el jueves, China sorprendió con la noticia de haber logrado esta hazaña. En un comunicado difundido por la Administración Nacional del Espacio de China (ANEC), el Imperio Central informó que Chang’e 4, una sonda lunar que incorpora un orbitador, un módulo de aterrizador robótico y un explorador (rover), se había convertido en el primer objeto en posarse en esa región de la Luna.
La sonda Chang‘e-4 transporta semillas de papa e insectos que plantará allí a modo de experimento biológico.
Los científicos chinos lograron así superar la mayor dificultad técnica de esa misión, que la había dejado relegada en la agenda espacial. Como se trata del lado contrario a la Tierra, una nave no puede mantener comunicación con su base, pues “el mismo astro impide que haya una transmisión directa de las ondas”, explica Portilla. Pero ellos lograron colocar en el punto L2 del espacio, un lugar estratégico, la nave Queqiao, que sirvió de espejo para transmitir los datos entre el lado no visible de la Luna y la Tierra. Gracias a esta proeza, los chinos alojaron finalmente a Chang’e 4 en el enigmático territorio, que además tiene una topografía mucho más accidentada que la cara visible, con más cráteres. Para el astrofísico Santiago Vargas “esta es otra de las razones por las que es más probable que una misión tenga más dificultades allí”.
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Según los científicos, la sonda china, que despegó el 8 de diciembre desde del centro de lanzamiento de satélites Xichang en la provincia de Sichuan, alunizó sin problemas a las 10:26 de la mañana, hora de Beijing, en el cráter Von Kármán, situado en la cuenca Aitken, en el hemisferio sur de la cara oculta de la Luna, Zona estratégica para la investigación pues Von Kármán constituye uno de los cráteres más grandes del sistema solar con 186 kilómetros de diámetro. “Eso le dice a los geólogos lunares que es un sitio muy antiguo, cuya geología puede arrojar datos interesantes sobre el origen de la Luna y otros planetas”, dice Portilla.
China llevaba años preparando esta misión. Pero eso no es lo más impresionante de su ambicioso proyecto espacial, planteado a principios del milenio. En efecto, no solo planeaban explorar la superficie lunar en una primera etapa, “sino posar un humano en la Luna y traer muestras de material de vuelta a la Tierra en los próximos años”, dice Vargas. Hace cinco años empezaron con pie derecho al alunizar un rover en el lado visible de la Luna, pero a mediados de este año ratificaron su intención de convertirse en una superpotencia espacial, Chang’e 4 también es la primera sonda en llegar al satélite natural en más de cuarenta años. Desde 1976, cuando la misión soviética Luna regresó a la Tierra con 170 gramos de muestras del suelo lunar, ninguna nave había vuelto a alunizar. Una vez el Apolo 11, la última misión tripulada de los norteamericanos tuvo éxito, el interés por la Luna se desvaneció. “Estados Unidos solo quería demostrar que el socialismo no podía superar al capitalismo, y la Unión Soviética, al contrario”, dice Portilla.
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Con esta noticia, China vuelve a poner sobre la mesa la lucha de las superpotencias por demostrar sus capacidades científicas y militares. “Un país que solo en 2003 puso a su primer astronauta en órbita y comenzó con 40 años de retraso la exploración, tiene frente a sí grandes desafíos”, dice Vargas.
“Estados Unidos solo quería demostrar que el socialismo no podía superar al capitalismo, y la Unión Soviética, al contrario”, dice Portilla.
Portilla agrega que la noticia tiene un fuerte interés político, pues los chinos están convencidos de que solo la inversión en ciencia y tecnología de punta puede potenciar el liderazgo y la prosperidad. “Frente al reto de Trump, los chinos no descartan una posibilidad de enfrentarse militarmente a una superpotencia. Y su exploración espacial derivaría en importantes investigaciones al respecto”, explica.
"Estamos forjardo una potencia del espacio", declaró Wu Weiren, jefe del programa lunar chino.
El gigante asiático planea traer material lunar para analizarlo y el próximo año empezar a construir su propia estación espacial que comenzaría a operar en 2022. Por lo pronto, Chang’e 4 se enfocará en confirmar lo poco que se sabe sobre el lado oculto de la Luna, su topografía montañosa y salpicada de cráteres a diferencia de la parte visible que tiene numerosas superficies planas. El módulo también tiene un contenedor con semillas y huevos de insectos, que estudiará la reacción de estos compuestos en la Luna. También profundizará en la teoría que afirma que la Luna nació a partir del impacto de un gran cuerpo con la Tierra. Y de paso, confirmará el nuevo estatus de China, que comienza a ratificar su puesto entre las grandes potencias espaciales.