PÓDCAST
Así funciona una biblioteca de semillas
En este nuevo episodio de El Lado +, la historia de una biblioteca de semillas en México, un colectivo que reúne a casi 60 personas en Quindío y hasta una red de correspondencia en Argentina, bajo un mismo propósito: rescatar ingredientes tradicionales de las culturas locales.
No solo es una cuestión alimenticia. Es cultural. Las semillas, los ingredientes locales como el maíz en México, o la sidra, el chachafruto y la mafafa en el departamento del Quindío en Colombia, por poner un ejemplo, son la base de recetas tradicionales que se han heredado de generación en generación y que, por lo tanto, son un testimonio de la historia de un territorio.
Algo más. Son el sabor y la esencia de ese territorio. Y eso es único, no se puede encontrar en otro lugar.
Incluso, es una cuestión de sostenibilidad. En la medida que dichos ingredientes no se olviden, los campesinos van a seguir produciéndolos. De modo que, a su vez, es clave que ellos rescaten sus semillas, las posean. Para garantizar la diversidad. También, la soberanía alimentaria.
Esta nueva entrega de El Lado +, un pódcast de noticias positivas, conducido por Nicolás Peña Ardila, editor del Grupo Semana, está dedicado precisamente a eso: a la cultura y a la sostenibilidad a partir de la historia de unos proyectos que le rinden homenaje a la tierra, las semillas y sus productos.
Tendencias
Una biblioteca de semillas
Soledad Saburido es española, gallega para ser exactos, pero desde un principio se sintió atraída por la cultura mexicana. Vive en San Miguel de Allende, Guanajuato, y en su voz ya no se percibe tanto el acento español.
Entre otras cosas, las tradiciones culinarias mexicanas le han llamado la atención y en particular el procesamiento tradicional del maíz, con el metate, a mano, con la cal, para diferentes preparaciones como tamales y tortillas.
En esta nueva entrega de El Lado +, Soledad explica el concepto de la biblioteca de semillas, que busca rescatar y preservar la variedad de ingredientes locales como el maíz, la lechuga, los tomates, los fríjoles y los chícharos; también cuenta cómo surgió y cómo funciona: por ejemplo, cómo se hace el catálogo en ese tipo tan particular de biblioteca.
Al fin y al cabo, “cada semilla cuenta una historia”, como lo dice la propia Soledad desde su casa en San Miguel de Allende.
Un pan rebelde
Lo que en 2014 empezó como una reunión de unas 8 o 9 personas se ha convertido en un colectivo que hasta la fecha suma 35 encuentros en los que la asistencia no baja de 50-60 personas y que ha recurrido a cerca de 30 ingredientes típicos del Quindío en recetas heredadas de los abuelos y en preparaciones que han suscitado la creatividad, la innovación.
Estas preparaciones se dan a conocer y se comparten alrededor de la mesa en cada uno de los encuentros.
El colectivo se llama Pan Rebelde. “Pan”, como representación del concepto de la comida. “Rebelde” porque, en el buen sentido de la palabra, busca rescatar los alimentos tradicionales y que no se imponga una sola lógica del comer. “El comer es un acto político, donde tomo decisiones: si compro con bolsa de tela, en una gran superficie, o un mercado campesino”, indica Rubén Pardo, uno de sus líderes.
En este episodio, Rubén habla sobre ingredientes como el chachafruto, la sidra, la mafafa y hasta la guadua, y cómo pueden ser el origen de preparaciones que lo han sorprendido. Por ejemplo, unas empanadas o unos buñuelos especialmente particulares.
De igual manera, en este episodio los invitamos a conocer un proyecto recién surgido en Argentina, creado por tres colombianas, Alexandra Villanueva, Lina Martínez y Paula Suescún, que le apuestan al rescate de semillas mediante una red de correspondencia.
Los invitamos, entonces a escuchar esta nueva entrega de El Lado + y a compartir su retroalimentación en nuestras redes sociales.