CÁNCER

Biopsia líquida, la gran revolución para detectar el cáncer

Esta alternativa no invasiva que revela datos precisos acerca del ADN del tumor mediante un simple análisis de sangre, cambiará definitivamente la forma de diagnosticar y tratar la enfermedad.

10 de julio de 2017
La biopsia líquida no es invasiva, como la tradicional, pues solo requiere una muestra de cinco mililitros de sangre

El cáncer de pulmón es uno de los tumores más enigmáticos para la oncología mundial. Cientos de esfuerzos se realizan cada año para entender esta neoplasia que es la causante de más de 1,59 millones de muertes en el mundo. Entre los desafíos que presenta esta enfermedad está el diagnóstico temprano, pues en el 77 por ciento de los casos se descubre en una etapa avanzada. Esto hace que se reduzca drásticamente la posibilidad de supervivencia mayor a cinco años.

Además, la prevalencia en el mundo y más específicamente en América Latina está aumentando. En la región, el tumor de pulmón representa la primera causa de muerte por cáncer y cada año se diagnostican 85.000 nuevos casos. Esta es una preocupación creciente ya que los países latinoamericanos no están preparados para afrontar la cantidad de pacientes, ni se destinan los recursos necesarios para garantizarles el acceso a tratamientos avanzados, ni diagnósticos de última generación que están cambiando la historia de la atención a esta patología.

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Una de esas innovaciones revolucionarias para el diagnóstico del cáncer es la biopsia líquida. Su objetivo es descubrir la información sobre un tumor a través de la detección de fragmentos de ADN de células tumorales presentes en la sangre. El fin es detectar mutaciones genéticas específicas, en el caso del pulmón alguna alteración en el gen EGFR, que se presenta en entre el 10 y el 35 por ciento de los pacientes con cáncer de pulmón de células no pequeñas.

“Podemos analizar las alteraciones del ADN que el tumor liberó en la sangre. Sabemos que esta mutación es proveniente del tumor y sabemos cuál es la alteración. Con esto podemos monitorear el tratamiento y saber además si está funcionando o cuándo debemos cambiarlo”, explica Isabel Werneck da Cunha, jefa del departamento de Patología Molecular Aplicada y de Diagnóstico Oncológico en el Centro de Cáncer A. C. Camargo, en Sao Paulo. Pero, la biopsia líquida no solo se queda en la identificación de mutaciones, sino que al revelar diferentes datos acerca del tumor guía a los médicos de forma más específica en la elección del tratamiento adecuado para cada paciente de manera oportuna.

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Precisamente, la biopsia líquida trabaja de la mano con las terapias dirigidas. Con la posibilidad de que permite que el médico pueda hacer seguimiento de la progresión o resistencia al tratamiento de la enfermedad mucho antes de que se presenten síntomas clínicos o pueda visualizarse en estudios por imágenes, el tumor se puede atacar de manera mucho más eficaz que con otros tipos de tratamientos y se hace de forma más personalizada, dependiendo del proceso individual de cada paciente. “Tenemos que saber interpretar los resultados. Porque hay mutaciones que no significan nada o hay unas para las cuales no hay medicación. En esos casos no hay necesidad de hacer biopsia molecular porque no vamos a hacer nada con esa información”, explica la experta.

Otra de las ventajas de la biopsia líquida es que no es invasiva, como la tradicional, pues solo requiere una muestra de cinco mililitros de sangre, por lo que también es mucho más rápida que una quirúrgica. Los resultados del análisis de este tipo de biopsia tardan entre siete y diez días en ser entregados.

Es importante aclarar que por ahora, no podría decirse que es una alternativa a la biopsia quirúrgica ya que esta aún es necesaria, tal como explica Werneck: “Hoy la biopsia convencional es esencial para la detección del tumor en un primer momento porque necesitamos ver las características del tejido. Después, podemos sustituirla por la líquida para ver la evolución del tumor, el tratamiento y la recurrencia”, afirma.

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Esta tecnología ya se ha usado en el tratamiento del cáncer de pulmón, de mama y de próstata, pero se espera que en los próximos años se haga extensiva al resto de los tratamientos oncológicos.