SALUD
Cálculos renales: ¿a qué síntomas se les debe prestar atención?
Normalmente, estas piedras son expulsadas de manera natural y sin tratamiento.
A los cálculos renales también se les conoce como piedras en los riñones y se caracterizan por ser una masa sólida que se forma en estos órganos cuando los minerales o sales ácidas que se encuentran en la orina se cristalizan.
Según el portal Cinfasalud, de España, son diversos los factores que pueden generar esta afección. Por ejemplo, tener antecedentes familiares, la dieta, la cantidad de líquido que se ingiere, los trastornos metabólicos y las infecciones del tracto urinario, entre otros.
Normalmente, los cálculos renales más pequeños que se alojan en el riñón no causan ningún síntoma y es posible que las personas no sepan que tienen estas piedras hasta que se mueven hacia el uréter, el tubo por el que viaja la orina para llegar desde el riñón hasta la vejiga, en donde pueden obstruir y generar dolor.
Información del portal Healthline indica que, normalmente, los cálculos salen solos y sin tratamiento. Sin embargo, hay oportunidades en las que, dependiendo del tamaño, se requiere de un tratamiento o procedimiento para romper o eliminar piedras que se quedan atoradas.
Algunos de los síntomas a los que hay que prestarles atención y pueden indicar que hay cálculos en los riñones son, entre otros:
Dolor de espalda, vientre o costado. Según Healthline, los dolores producidos por los cálculos son de los más fuertes que una persona puede experimentar y cambina de ubicación e intensidad a medida que la piedra se mueve. Es normal que las personas lo sientan a lo largo del costado y de la espalda, debajo de las costillas. Puede irradiarse hacia el área del vientre e ingle a medida que la piedra se mueve hacia abajo a través del tracto urinario.
Necesidad urgente de orinar. La necesidad de ir al baño con más urgencia o frecuencia de lo normal es una señal de que el cálculo se ha movido hacia la parte inferior del tracto urinario. De acuerdo con Healthline, este síntoma puede parecerse a uno de la infección urinaria, por lo que se debe prestar especial atención con el fin de terminar la causa exacta.
Orina turbia o con mal olor. La orina saludable es de color claro y no tiene un olor fuerte. La turbia o con mal olor puede ser una señal de una infección en los riñones u otra parte del tracto urinario.
Poca orina: Cuando un cálculo se queda atravesado en el uréter, el flujo de orina se detiene por completo y esto se convierte en una emergencia médica.
Náuseas y vómitos: Es común que las personas con cálculos renales sientan náuseas y tengan vómitos o ganas de vomitar. “Estos síntomas se presentan debido a las conexiones nerviosas compartidas entre los riñones y el tracto gastrointestinal. Los cálculos en los riñones pueden activar nervios en el tracto gastrointestinal, provocando un malestar estomacal”, precisa la citada fuente.
Recomendaciones para prevenirlos
Hay algunas recomendaciones que podrían ayudar a prevenir la aparición de cálculos y sus molestos síntomas, según Cinfasalud.
- Beber diariamente de 2,5 a tres litros de agua. Lo ideal es hacerlo de manera regular a lo largo del día, sobre todo si la persona vive en un clima caluroso o realiza mucho ejercicio físico.
- Limitar la ingesta de refrescos. Estos productos presentan un alto contenido en ácido fosfórico, que puede contribuir a la formación de cálculos.
- Evitar el alcohol. Aparte de no ser recomendable para la salud, puede favorecer también la aparición de gota.
- Mantenerse alerta con el calcio. Asegurarse de que el organismo reciba al menos un aporte de mil miligramos al día.
- No abusar de la sal. Dado que los cálculos renales están asociados a ingestas elevadas de sodio, es importante bajarle al consumo de sal.
- Optar por la proteína vegetal antes que la animal. Es aconsejable moderar el consumo de carnes, sobre todo de las menos magras, y, en cambio, aumentar el de alimentos como aguacate, coliflor y guisantes, ricos en proteína vegetal.
- Mantenerse en forma. Intentar evitar que el índice de masa corporal (IMC) rebase los límites saludables y para ello la práctica de ejercicio es determinante.