SALUD
Cálculos renales: estos son los alimentos que pueden ayudar a prevenirlos
La ingesta de líquidos es una de las recomendaciones más comunes.
“Un cálculo renal es una masa dura que se forma a partir de cristales presentes en la orina”, explica la Fundación Nacional del Riñón de Estados Unidos. Agrega que, en la mayoría de los casos, los compuestos químicos naturales en la orina detienen la formación de cálculos.
De acuerdo con la organización de salud voluntaria, el tipo más común de cálculo renal se forma a partir del oxalato y el calcio, por lo que el tratamiento de esta afección varía según el paciente.
La alimentación juega un papel fundamental en torno a la formación, prevención y tratamiento de los cálculos renales. Al respecto, la fundación señala que una dieta especial “puede ser suficiente para evitar que se formen más cálculos renales”. Así como también afirma que en otros casos puede ser necesario el uso de medicamentos alternado con una buena alimentación que, además de cumplir con una misión en el manejo de esta afección, también beneficia otros aspectos de la salud.
Destaca que es posible que el especialista de la salud le pida al paciente que haga algunos cambios puntuales en la alimentación, tales como el consumo de sal, calcio, oxalato, proteína, potasio y líquido que ingiere en su dieta.
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Si la persona ya tuvo un cálculo de calcio, es muy probable que le pida al paciente reducir la cantidad de sal y sodio en la dieta. El sodio extra hace que pierda más calcio en la orina aumentando su riesgo de producir otro cálculo. Su médico probablemente le aconsejará que limite el consumo de sodio a 2,000 - 3,000 miligramos al día”, señala.
En lo que refiere al calcio, la Fundación Nacional del Riñón explica que es posible que no haya necesidad de limitar una cantidad significativa de este mineral en la comida. No obstante, es pertinente que el paciente consulte con su médico de cabecera o el dietista sobre la cantidad de calcio que le conviene consumir en su dieta diaria. “Las dietas bajas en calcio durante periodos prolongados pueden producir pérdida de la masa ósea u osteoporosis”, dice.
En el caso de las personas que hayan tenido un cálculo renal por oxalato, es importante que pongan en consideración diversas investigaciones que recomiendan limitar el consumo de alimentos ricos en oxalato, pues esto podría ayudar a reducir la posibilidad de que se forme otro cálculo por esta razón.
En palabras de la organización los alimentos que ricos en oxalato so los siguientes: cacahuates, té, café instantáneo (más de 8 onzas al día), ruibarbo, remolacha, fríjoles, bayas (moras, frambuesas, fresas, grosellas, etc. ), chocolate, uvas Concord, verduras de hoja oscura, naranjas, tofu, boniatos y cerveza tirada. “Debido a que los cálculos contienen calcio y oxalato, también puede ser necesario que siga las recomendaciones para el calcio”.
Por lo general, cuando se producen los cálculos renales se sugiere aumentar la ingesta de líquidos para reducir el riesgo de que el organismo forme un cálculo nuevo. En ese sentido, la fundación sugiere la ingesta de, por lo menos, tres a cuatro cuartos de galón de líquido en el transcurso del día. “Cuando haga calor, posiblemente necesite beber más para compensar la pérdida de líquido al sudar. Esto ayudará a mantener menos concentrada su orina”, señala la entidad. Explica que la orina menos concentrada reduce el riesgo de que se formen cálculos en el cuerpo.
Hace énfasis en que la mayor parte del líquido que la persona debe beber es agua, sin embargo, las personas también pueden optar por los jugos naturales. De acuerdo con Mayo Clinic, el 20 % del consumo de agua diario suele provenir de los alimentos y el resto de las bebidas.
Otra recomendación que hacen los expertos para reducir las probabilidades de que se forme un cálculo renal es que se reduzca la cantidad de proteínas animales, tales como la carne vacuna, el pollo, el cerdo, el pescado y los huevos. Para la Fundación Nacional del Riñón, la mayoría de las personas solo necesitan de “cuatro a seis onzas de alimentos ricos en proteínas y tres porciones de leche o queso al día”.
Es importante que la ingesta descrita sea previamente consultada con el médico de cabecera o el nutricionista, las cantidades pueden variar según el paciente.