TESTIMONIO

“Fui diagnosticada con cáncer de seno a los 17 años”

Carolina Mejía, una joven paisa, recibió su diagnóstico de cáncer de mama antes de tener cédula. Este es su relato.

18 de octubre de 2017
La enfermedad suele ser diagnosticada en mayores de 50 años, aunque este panorama está cambiando ya que se conocen casos de mujeres cada vez más jóvenes.

El cáncer de seno es la neoplasia que más afecta a las mujeres en todo el mundo y una de las que más causa muertes. La enfermedad suele ser diagnosticada en mayores de 50 años, aunque este panorama está cambiando ya que se conocen casos de mujeres cada vez más jóvenes. Una de ellas fue Carolina Mejía quien fue diagnosticada con cáncer en su seno derecho con apenas 17 años. Hoy tiene 25 y se encuentra libre de la enfermedad. La joven le contó a Semana.com su historia y cómo sobrevivió a esta dolencia.

Desde los 15 años tomé el hábito de hacerme el autoexamen, de tocarme los senos. Un día, antes del baño, me toqué y sentí una bolita, pero era difícil de percibir en ese momento porque a veces la sentía y a veces no. Entonces, fui al médico y me pidieron una ecografía. Allí se vio que no era una bolita, sino que eran muchas y muy pequeñas. Fue cuando me remitieron donde el ginecólogo y él me dijo que a mi edad era normal que salieran quistes de grasa o de agua y por eso no me iba a mandar a hacer una biopsia. Simplemente, me dijo que tomara unas pastillas durante tres meses y después de ese tiempo nos veríamos. El problema fue que en esos tres meses se me formó una protuberancia en el seno; se veía la curva que hacía la masa. El pezón comenzó a contraerse, a mirar para un lado. Además, a mí desde los 14 años me salía un líquido amarilloso por el pezón, pero desde ese momento el líquido era más constante y abundante.

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Volví después de los tres meses. Él me hizo el tamizaje y me dijo que todo eso era normal, que era lo que estaba esperando que me pasara y que me iba a mandar una ecografía para ver qué compromiso tenía para operarme y sacarme los quistes. Esa misma noche por el pezón me salió sangre, ya no agua amarilla. Al otro día mi pijama estaba llena de sangre en toda el área de ese seno. Cuando me hice la ecografía, el radiólogo me dijo que eso no era normal a mi edad y que debía hacerme una biopsia. El ginecólogo, muy a su pesar, me envió la biopsia, pero cuando fui a hacérmela, una radióloga me dijo que no me quería hacer la biopsia aún y me consiguió gratis una resonancia magnética para ver eso que yo tenía, que era la unión de muchos nódulos, como un rosario. En la resonancia salió que efectivamente era cáncer. De todas maneras me hice la biopsia y también salió positiva. El diagnóstico fue un carcinoma ductal in situ, que tenía pequeños puntos de filtración y que era necesario hacer cirugía, quimio y radio en este momento.

Esto fue a los 17. Todo el proceso mientras fui diagnosticada comenzó en enero de 2009. Recién salía del colegio y tenía 16 años. En abril cumplí los 17 y el diagnóstico fue el 27 de octubre de ese mismo año.

Me vio un staff con muchos médicos: radiólogos, oncólogos, cirujanos plásticos, patólogos, mastólogos, todos reunidos en una sala conmigo. Me dijeron que tenía cáncer de seno y que si no me operaba de una vez me moría. Yo en ese momento no lo asimilé, ni entendí muy bien. Yo comprendí que tenía algo y que me iban a operar y ya. Luego, me explicaron bien qué era lo que tenía y el procedimiento que querían realizarme.

El mastólogo quería hacerme una mastectomía un poco más radical de lo que normalmente hacen, acompañada de quimio y radio, inmediatamente. Por mi edad y el susto que yo tenía en ese momento quise escuchar una segunda opinión y fui donde otro mastólogo que me dijo, “no sabemos qué pasa porque es el primer caso que tenemos de una mujer de 17 años con un cáncer. No te puedo decir que te voy a hacer quimio o radio, primero te quiero hacer la mastectomía”. Luego de quitar todo el seno, me harían una serie de exámenes para ver si era necesario quitar también ganglios. Ellos creían que el pezón tenía compromiso del cáncer y por esa decisión retiraron todo el seno derecho. Luego, me hicieron una reconstrucción. 

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Luego de la cirugía, la patología de toda la masa del seno se envió a Estados Unidos. Desde allá me dieron el diagnóstico de que efectivamente era un cáncer, pero que estaba encerrado, o sea que no había hecho invasión, que era una bolita sellada. Ya lo que seguía era el tratamiento que los médicos decidieran. Evaluamos las implicaciones que tenía una quimio, una radio y el tamoxifeno, que son las opciones más normales, y en vista de que el cáncer no había hecho filtración y además de que yo era tan joven, se tomó la decisión de no hacerme nada de eso, sino solo seguimiento médico de por vida.

El primer año ese seguimiento médico fue cada cuatro meses. Luego fue cada seis meses y después cada año. Yo tenía un seno con solo prótesis porque ellos retiraron todo el tejido de la mama. El otro sí quedó con todo, pero como uno ya tiene la conciencia de que ese otro seno que tiene tejido corre un riesgo muy alto de que de pronto haga una metástasis o recaída, tomé la decisión de retirarme también ese seno. Desde el momento que tomé la decisión de retirarme el otro seno, el seguimiento ya no es tan frecuente. Es con medicina general y si en las ecografías rutinarias no sale algo extraño, no me remiten con el mastólogo.

Con los médicos hemos hablado de por qué apareció la enfermedad. Primero pensamos que era genético. Como yo no tenía contacto con mi familia paterna, pensaban que de pronto era por ese lado que la enfermedad había atacado. De pronto algún gen de la familia del lado paterno que me había afectado, pero hicieron un examen genético y salió que no tengo ninguna anormalidad genética en ese sentido. Lo que los médicos me dijeron fue simplemente que me tocaba a esa edad y que ese era el momento, pero una respuesta científica o algo más razonable, no. Nunca me la han dado.

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Yo sabía realmente muy poco de la enfermedad cuando me diagnosticaron. Yo tenía conocimiento de lo que era un cáncer porque conocí a alguien que tuvo un linfoma. Sabía de las implicaciones de la quimioterapia. Pero no sabía mucho del cáncer de seno, no tenía conocimiento de los procesos quirúrgicos que implica el retiro de un seno, ni el proceso de reconstrucción que tiene. Para mí eso fue un poco impactante porque una quimio y una radio son difíciles, pero el momento de una mastectomía es algo más cargado de emoción porque a ti no te llegan a explicar las implicaciones físicas y emocionales que tiene ese momento.

Aparte de verte que el seno derecho no estaba, se siente un dolor impresionante. Yo perdí la movilidad de ese costado durante unos 15 días. Me tenían que bañar, vestir, cambiar, ayudar a pararme de la cama porque no era capaz. El dolor es impresionante. Después vienen los procesos de reconstrucción que son un poco más pesados porque uno quiere acabar con la reconstrucción rápido porque verte al espejo sin un seno, sin un pezón es duro. Es algo que no puedes creer, te preguntas todo el tiempo ¿qué me pasó? Yo lloré mucho, afrontarlo fue muy difícil. Me miraba al espejo, lloraba y decía ¿por qué? Me sentía fea. Me afectó mucho emocional, psicológica y físicamente.

Yo era una niña que estaba saliendo del colegio de un pueblo de Antioquia y quería ir a Medellín a estudiar. Al llegar a la ciudad uno quiere conocer, vivir la vida normal, pero en cambio tuve que parar mi vida en ese momento, mi vida como joven, como adolescente, Entonces, empiezas a pensar que tienes que luchar por tu vida, no en cuestión de salir adelante, sino en cuestión de salud. Uno empieza a pensar, si yo no me hago esto me voy a morir, no voy a estar, ni poder hacer lo que quiero porque no voy a tener un cuerpo físico para poderlo lograr. Fue aceptar que no eras una adolescente normal, porque con 17 años iba a tener que aguantar una enfermedad de señoras o de mujeres mayores de 30. No una enfermedad de una muchachita de 17. Lloré mucho por eso, porque yo sentía que ese tiempo de compartir con mis amigos no lo estaba haciendo, porque no podía hacer muchas cosas por mi salud, por cohibirme, porque no me sentía a gusto con mi cuerpo en ese momento con la cirugía; fue muy abrumador. Con el tiempo fui recapacitando y mirando mejor las cosas y me di cuenta de que hay que seguir.

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La enfermedad, para mal o para bien, lo ayuda a uno a madurar. Vives con más prevenciones, pero aprendes a conocer tu cuerpo y cualquier cosita sabes que es una alerta para tu salud. De pronto los planes también cambian porque yo quería hacer con mi vida una cosa y la enfermedad no me lo permitió, pero pienso que también fue una manera de la vida de decirme que parara, que pensara muy bien qué era lo que quería para poder continuar. Eso es el proceso que llevo desde los 17 a hoy, casi ocho años después del diagnóstico. De pronto pienso que es eso, que la vida quiere decirnos de alguna manera y a través de algunas señales que el camino no es por ahí, sino que te guía por otro.

En este momento trabajo y también estudio derecho a raíz de que con todo esto que me pasó, tuve varias dificultades con las EPS en cuestión de autorización de pagos, entonces aprende uno a luchar por sus derechos como paciente de una enfermedad catastrófica. Pude comenzar a estudiar después de pasar por todo: cirugías, aceptación, asumir el dolor y esa carga emocional que fue la enfermedad y que sucedió en un tiempo de unos dos años y medio. Luego de esa transición de aceptar la situación y ya decidir qué hacer.

Uno suele pensar que este tipo de enfermedades es para mujeres grandes que ya han tenido una vida, pero no hay un prototipo de edad para desarrollar la enfermedad. El solo hecho de ser mujer es un riesgo de que en cualquier momento puedas presentar alguna anomalía como esta. No se nos quita nada tocarnos y aprender cómo es para que el día de mañana podamos reconocer cuándo no hay algo normal.  Una simple charla en el colegio me salvó la vida porque gracias a eso yo cogí el hábito de examinarme. Ahora, estoy bien. También es importante descartar ese mito de que esta enfermedad es para señoras. Conocerse y tocarse es el primer paso y ahí está la vida de uno como mujer. Eso nos va a llevar, más adelante, a evitar un desenlace fatal con una enfermedad como estas que se diagnostica, en muchos casos, demasiado tarde”.

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