ENTREVISTA
Carlos Jaramillo, el famoso médico que dice que los colegas “lo odian” por su forma de ver la comida y algunas enfermedades
El autor de ‘El Milagro Metabólico’ habla de su nuevo libro ‘Como’, en el que explica a fondo su propuesta de nutrición. El error de los colombianos, según él, es vivir desconectados con la vida y consigo mismos
SEMANA: Ya usted tiene dos libros que han sido best sellers. ¿Qué lo motivo a escribir un tercer libro sobre alimentación?
Carlos Jaramillo [C.J.]: Diferentes motivos, incluidas las críticas. Hay gente que piensa que mi propuesta general hacia la alimentación es El milagro metabólico, pero eso para mí es una propuesta sobre uno de los caminos para corregir problemas metabólicos. Es la que he usado, tiene evidencia y hay cientos de pacientes que han corregido los problemas así. Pero nutricionistas, cardiólogos, y la gente en general cree que yo soy un carbofóbico, y no lo soy. El libro El milagro metabólico lo dice claro en todo el contexto inicial: es para corregir un problema.
Pero también yo quería que la gente no se llevara la idea de que salud es salir del problema y ya. La salud es salir del problema, pero también construir bienestar.
SEMANA: ¿Le gusta escribir?
Tendencias
C.J.: Los libros siempre han sido un recurso para mis pacientes. Pero como no puede haber más pacientes nuevos se volvió un recurso para quienes no alcanzan a ser mis pacientes. Yo les estoy diciendo de alguna forma que aquí les reuní diferentes conceptos de lo que yo, que vivo en el mundo de la bioquímica nutricional, pienso que ellos deben saber.
SEMANA: ¿Entonces a quién le escribe en ‘Como’?
C.J.: Quiero que sea un libro de nutrición para alguien que no tiene un problema metabólico y no tiene por qué leer El milagro, pero que quiere adueñarse de su nutrición o para el que ya salió del problema metabólico y quiere seguir con el bienestar. El valor es que la gente entienda cómo funciona el alimento en el cuerpo.
SEMANA: Es muy completo, pero hay que advertir que no hay dietas ni menús.
C.J.: Yo no le hago dietas a nadie. Eso de dar un régimen y decirle a la gente qué va a comer no es conmigo. A mis pacientes que esperan un menú les devuelvo la plata de la consulta. Y la razón por la que no hago dietas es que cuando tú te aburres de ese menú el día que tú lo quieres cambiar no sabes qué hacer.
SEMANA: ¿Entonces cuál es el mensaje del libro?
C.J.: Yo les digo que hay seis pilares de la salud y uno de ellos es la nutrición. Me parece que la alimentación es quizás la piedra angular que sostiene a los demás pilares. Porque cuando uno come bien uno está bien, duerme bien, hace ejercicio. Medita. La idea es que te vuelvas dueño de tu alimentación y lo hagas de manera sana, sabiéndote relacionar con todo. Hasta con el vino (hay un capítulo al final sobre esta bebida). Uno no se relaciona bien con la comida cuando no la entiende.
SEMANA: ¿Qué hacemos mal los colombianos? ¿Cuál es el problema de nosotros en cuanto a alimentación?
C.J.: Creer que comer es el arte de masticar, tragar y estar llenos para poder ser quien somos. No entendemos que los alimentos son la información viva que le metemos al cuerpo y la tenemos que volver información viva pero natural, deliciosa y científica. Todo esto que está en el libro se lo digo a mis pacientes. El libro tiene todas esas preguntas que me hacen ellos. Es la guía con la que podemos salir avanzando. Es la retribución de gratitud a mis pacientes por lo que me han permitido aprender a través de ellos.
SEMANA: ¿Ese mismo camino lo ha hecho usted consigo mismo?
C.J.: Claro. Yo también he hecho ese proceso. Cuando entré a estudiar medicina funcional comía así, mal. Y eso que ya había estudiado mucho sobre de nutrición clínica (10 años) y ya era juicioso con la comida. Pero aún comía proteína whey, chicle, y cosas llenas de colorantes y sabores artificiales. Creía que eso no hacía daño porque pensaba que el cuerpo lo eliminaba. Cuando empecé a estudiar medicina funcional entendí la bioquímica nutricional de forma compleja, pero también supe trasladarla al día día. También empecé a entender lo que hacen todos esos químicos y apliqué a mi modelo esa idea de que la alimentación puede disparar una enfermedad o agravarla, pero también que es fundamental para curarse.
SEMANA: ¿Por qué hasta el chicle importa?
C.J.: Porque el chicle es delicioso, pero tiene hasta cuatro endulzantes artificiales. Es una goma con sabor artificial y químicos. ¿Por qué me lo voy a llevar a la boca? Literalmente estas comiendo petróleo. Lo mismo que sucede con una gaseosa light. Siendo el agua tan buena para qué le voy a añadir color caramelo, que es cancerígeno demostrado, sabor artificial, sodio y colorante y endulzante artificial. Eso es engañar a los sentidos con cosas que no son reales.
SEMANA: ¿Siente que su mensaje ha llegado?
C.J.: Me siento feliz de que cada vez más médicos se interesen por hacer medicina funcional. Con esto no quiero decir que ellos trabajen como yo. No es hacer nutrición cono la hago yo porque este es un camino que yo escogí y que he forjado por mis intereses. La medicina funcional es mucho más que eso. Yo quiero que todos entendamos la nutrición.
SEMANA: Pero debe tener muchos enemigos…
C.J.: Muchos. Porque digo lo que pienso y lo argumento, aunque nunca salgo hablando de la marca de nadie ni de ningún médico. Hay mucha gente que no le gusta lo que yo hago. Yo en algún momento quería pelear, sentía que debía pelear por creer que tenia la razón, pero hoy ya no. En realidad, mi libro no es de verdades absolutas. Quizás dentro de cinco años tengan que reescribir apartados y cambiarlos porque la ciencia cambia y debo tener la valentía de actualizar la información. No me daría pena ni miedo.
Pero hay gente colegas que me ‘ultradetestan’ porque yo digo que las estatinas no son para todo el mundo. Y se confunden y creen que yo estoy diciendo que los diabéticos no deben inyectarse insulina. No es así. Contar el daño que hace el exceso de insulina en el cuerpo no quiere decir que yo les diga a los diabéticos que no se la inyecten, pero hay endocrinos que lo dicen así. Y hay gente que me odia con odio furibundo, pero eso es problema de ellos. No puedo hacer nada sobre sus sentimientos y emociones.
SEMANA: Pero, pongamos el ejemplo de las estatinas para bajar el colesterol. ¿Qué piensa de ellas?
C.J.: Hemos querido crear medicina talla única donde todo el mundo es igual. Sacan estadísticas y por esas estadísticas los que tiene colesterol total por encima de 200 y y por correlación con otros datos que han cruzado dicen mayor riesgo de infarto. Motivo por el cual a partir de 200 todos van a estatinas. Yo creo que son guías para que la industria pueda vender más, para curarnos en salud y que si te infartas y yo no tuve la precaución me demandas. Hay médicos que no cuestionan nada y pienso que nada hay más peligroso en la vida. No es malo cuestionar. Entonces se les convierte en una forma fácil de protegerse.
SEMANA: ¿Pero dice que no debemos usar estatinas para el colesterol?
C.J.: No, lo que digo es que hay pacientes que pueden tener el colesterol elevado por múltiples causas. No es lo mismo el colesterol elevado en una niña con anorexia porque su cuerpo está tratando de producir estrógenos (que no tiene por la falta de alimentación), a una señora posmenopáusica sin estrógenos y cuya producción de colesterol es elevado. Es la misma lectura pero dos causas distintas. Si yo a la niña le doy estatinas la puedo empeorar. Entonces cómo haces con la guía. Obvio que uso las estatinas. Pero en quien la necesita y en la dosis que la necesita. No estoy diciendo que los fármacos sean malos, sino que se debe saber cuándo y por cuánto tiempo. No todo se soluciona con la nutrición.
SEMANA: Y así como tiene detractores también tiene mucho más seguidores. ¿Cómo es la experiencia con ellos?
C.J.: Es algo que nunca me imaginé jamás en la vida. No hay un solo día en que yo salga a la calle y no haya alguien que me reconozca. Antes de pandemia la gente se acercaba y se tomaba fotos, me abrazaban. Ahora me codean y me saludan de lejos. Las personas de la caja de Carulla me dicen ¿usted es el del libro? Un día no tenia la cédula conmigo, y me presenté con el libro y le dije ‘mire esa es mi cédula, esa es mi cara y mi nombre’.
SEMANA: ¿Y qué le dicen?
C.J.: En Colombia cualquiera me saluda, me agradece. La gente se me acerca llorando porque no puedo creer que su vida era desastrosa, tenían 25 kilos de más, estaban súper enfermos y se mejoraron con el libro. Hay gente en la línea de firmas de libros que esta temblando y yo me quedo asombrado. Es algo sublime, increíble. Es motivo de mucha gratitud.
SEMANA: ¿Y así es fuera del país?
C.J.: En Chile, en Miami, en un avión. Desde Estados Unidos hasta Chile es así.
SEMANA: ¿Y le hacen preguntas sobre qué come?
C.J.: Si, claro. Si alguien me invita a un asado la gente se queda sorprendida cuando me ven tomando una cerveza. Me pasa que al final de la fiesta, de la cena, del cumple, de lo que sea, me dicen que creían que yo era un tipo insoportable, adoctrinador, dictador. Yo en realidad pienso que cada cual puede hacer con su vida lo que quiera. Eso no es problema mío. Yo solo le opino a los que me pagan para que les opine (mis pacientes).
SEMANA: Pero, ¿cómo hace para comer bien en un asado?
C.J. Yo veo lo que hay: papa, cerveza, mazorca, vino, helado, carne, guacamole y escojo en mi cabeza: voy a comer carnita, guacamole y tomo vino que es el carbohidrato y listo. No como papa. Yo negocio en mi cabeza.
SEMANA: ¿Y en un avión?
C.J.: No como. Y si lo es, es porque llevo mi propia comida. La comida del avión no es buena. Entonces usualmente tomo café y si es de noche no como porque uno no tiene que andar comiendo nada de noche. Si arranca a las siete yo llevo algo para la cena (frutos secos, algo de proteína, arándanos y copa de vino) y hasta mañana. Si es de día no como nada, así sea largo. Aprovecho y que sea día de ayuno. Café, agua con gas y leo.
SEMANA: ¿Si va a restaurante qué hace?
C.J.: Uno puede comer comida saludable hasta en McDonald’s. Es de escoger. Pido ensalada grande, la compartimos con mi esposa. La comida saludable esta ahí, no está escondida en sitios raros, ni empacada especial. Me parece raro que en los supermercados sí ponen pabellón de comida saludable. La comida toda es saludable. Es como si en un hospital hay un piso donde los pacientes se tratan bien, o una peluquería donde solo hay una silla en la que se corta bien el pelo.
SEMANA: Y ahora que habla de supermercados, ¿cómo es la experiencia comprando allí?
C.J.: Yo me recorro todas las esquinas, nunca voy por el centro. Entro, cojo frutas, vegetales, quesos maduros, soda, y voy a las carnes y compro carne de res. El pollo, que es orgánico lo pido en otro lado lo mismo que el pescado. Y siempre chismoseo el vino así no compre. Nunca llevo nada empaquetado.
SEMANA: ¿Qué es lo que hacemos mal los demás en temas de alimentación?
C.J.: Vivir desconectados. Ignorar. Es una desconexión terrible con la vida, con nosotros mismos. Donde todo es el mundo exterior. Cuando no tengo la capacidad de entender que soy un observador y gestionador de mis emociones, no soy mis emociones ni mis sentimientos y cuando me adueño de ellas me adueño de mis pensamientos, de mis acciones y estoy a cargo, la vida es distinta. Yo elijo.
SEMANA: Usted es mucho más relajado de lo que se cree...
C.J.: Voy 100 % contra las dietas y la obsesión por la comida. Uno debería ser obsesionado por la dieta al punto de que la entiende tanto que la controlas. La gente vive preocupada porque en vacaciones se subió uno de peso. ¿y qué? ¿Qué pasa si me subí dos kilos en vacaciones? Pues si hay un mecanismo de subida hay uno de bajada.
SEMANA: ¿Por qué tanto éxito sus libros?
C.J.: Porque no había nadie que lo hiciera de manera cercana. Los pacientes me dicen ‘qué delicia de consulta. Por fin un médico me explica bien’. Yo no tengo que explicarte la complejidad de la molécula, pero no quiere decir que no deba decirles nada. Hay un punto medio en que puedo dar un mensaje científico, y al mismo tiempo que lo sientas cercano.