Neurociencia
Científicos explican por qué los sueños no tienen significados ocultos
Gracias a la inteligencia artificial, los expertos han logrado resolver lo que pasa en el cerebro al dormir. Estos son los sorprendentes resultados.
Al ser humano siempre le ha asombrado la creatividad de los sueños, y desde tiempos antiguos ha querido interpretarlos. En Babilonia creían que se trataba de profecías, mientras que los egipcios los veían como mensajes de los dioses. A finales del siglo XIX, el padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, estableció que tenían significados simbólicos, por lo general de sexo y agresión, relacionados con la infancia.
Pero según un reciente estudio, los sueños podrían simplemente reflejar lo que la persona hizo en el día. El trabajo, publicado en la Royal Society Open Science, por primera vez utilizó inteligencia artificial para analizar miles de sueños, y así identificar y cuantificar los personajes, sus interacciones y las emociones que producen en el individuo. Los autores de la investigación, Luca Maria Aiello y sus colegas del Nokia Bell Labs de la Universidad de Cambridge, Gran Bretaña, construyeron un algoritmo que automáticamente analiza más de 24.000 reportes de una base de datos pública conocida como DreamBank.net.
Gracias a esta herramienta los investigadores pudieron descomponer en palabras relevantes la narrativa que usan las personas para relatar esas visiones. Así, el algoritmo pudo clasificarlas en categorías según si estas reflejaban agresión, amistad o tenían connotaciones sexuales. Además, las relacionó con emociones positivas o negativas.
“Hacer esto manualmente habría sido una tarea dispendiosa”, dice Aiello a SEMANA. En efecto, la mayoría describe los sueños en diarios personales, y un psicólogo experto habría tenido que leerlos para encontrar temáticas y patrones. No obstante, al automatizar este proceso, Aiello accedió al mundo de los sueños a una escala sin precedentes. “El reporte de las visiones mentales de alguien en una noche dan una idea de su psicología, pero analizar 24.000 reportes permite llegar a conclusiones mucho más generales”, señala Aiello.
Los especialistas evidenciaron que generalmente las mujeres tienen más sueños positivos y amigables que los hombres. Los jóvenes con frecuencia sueñan sobre sexo y, dependiendo de la experiencia, cada persona tiene sueños recurrentes asociados a ese tipo de vivencia.
De esta manera, un veterano de guerra reporta sueños más violentos tiempo después de esa experiencia que un individuo promedio, mientras que los ciegos sueñan con personajes imaginarios y usan mucho más el sentido del olfato. Así mismo, pudieron establecer la condición psiquiátrica de cada persona, pues aquellos que sueñan con más frecuencia sobre emociones negativas tienen mayor ansiedad social.
A pesar de los puntos en común de los seres humanos a la hora de soñar, hay variaciones de acuerdo con la cultura. Una antigua investigación determinó que los estadounidenses sueñan sobre temas como perder a un ser querido, hallar dinero, estar desnudos o mal vestidos, o encontrarse con personas con trastornos serios de la personalidad. En contraste, observaron que en Japón predominan escenarios como el colegio y tratar de hacer algo infructuosamente, estar paralizados por el miedo o lidiar con bestias salvajes.
Además de lo anterior, el trabajo de Aiello le dio validez a la teoría de la continuidad. Esta argumenta que las historias creadas en la mente mientras el individuo duerme son una extensión de los hechos y pensamientos que suceden durante la vigilia. Por lo tanto, no tendrían ningún significado profético, mitológico ni religioso, como muchos creen. Más bien, los eventos que marcan a la persona, como un accidente o una crisis financiera, determinan los sueños. “Hoy es la covid-19, el próximo año probablemente será la crisis económica, y en tres o cuatro años podría ser el calentamiento global”, dice el investigador.
Con frecuencia la gente interpreta los sueños con base en las teorías de Freud. Pero Aiello dice que en realidad estos son “meras representaciones de nuestro estado psicológico en relación con lo que hacemos”.
Esa hipótesis hoy por hoy tiene mayor peso entre los científicos que estudian los sueños. De hecho, numerosas investigaciones han mostrado que los sueños son una especie de terapia nocturna que le ayuda a la gente a procesar experiencias y prepararse para problemas de la vida diaria.
No es raro, entonces, que ahora abunden los sueños sobre la covid-19. Deirdre Barrett, de Harvard Medical School, realizó un estudio con 9.000 sueños sobre la pandemia, que recolectó desde marzo hasta julio. En ese análisis encontró que la gente sueña últimamente con animales que producen miedo o asco como gusanos, cucarachas y tarántulas. Otra psicóloga, Kelly Bulkeley, directora del Sleep and Dream Database, en Estados Unidos, hizo un sondeo con 5.000 personas tres semanas después de la muerte de George Floyd en Mineápolis, y observó un aumento de los sueños sobre protestas e injusticia racial.
Pero este es apenas un primer paso, y lo mejor estaría por llegar. Si los expertos logran entender los sueños a gran escala, podrían diseñar tecnologías para mejorar la vida diurna. Además, ese desarrollo podría ayudar a los psicólogos a identificar sueños que se salen de lo normal y que indicarían una fuente de estrés o un problema de salud mental. “Los sueños nos dicen quiénes somos”, explica Aiello. En un futuro espera ofrecer conocimiento instantáneo sobre los reportes de los sueños en una escala aún mayor, posiblemente mediante una aplicación.
Sin embargo, a largo plazo, y a medida que más personas se ofrezcan de voluntarias para compartir sus sueños, será posible analizar los de toda una población o de un país para monitorear su bienestar psicológico. Como Aiello dice, “esperamos que las personas se den cuenta de lo fascinantes que son los sueños y lo importante que es prestar atención a su contenido para mejorar nuestro bienestar”.