CIENCIA

Científicos quieren controlar el dengue en Panamá con mosquitos modificados

Los OGM (organismos genéticamente modificados) introducidos serían machos que competirían con sus congéneres por las hembras, pero cuya descendencia moriría al no poder sobrevivir a la etapa larval.

18 de mayo de 2012
Un trabajador municipal corta el césped en una Asunción, durante una campaña de eliminación del mosquito Aedes aegypti. | Foto: AFP

Científicos quieren introducir en Panamá mosquitos genéticamente modificados por una empresa británica para combatir al insecto transmisor del dengue, dijo este miércoles Néstor Sousa, director del Instituto Conmemorativo Gorgas de Estudios de la Salud, con sede en el país.
 
Los mosquitos OGM (organismos genéticamente modificados) introducidos serían machos que competirían con sus congéneres por las hembras, pero cuya descendencia moriría al no poder sobrevivir a la etapa larval en el agua, a menos de que se le de un suplemento nutritivo.
 
Esa característica obedece a un gen introducido en un laboratorio por la empresa de biotecnología británica Oxytec. Este proceso tecnológico, aún en etapa de estudios y para el que se han realizado experimentos en Malasia, Brasil e Islas Caimán, tiene efectos adversos teóricos pero ninguno real, aseguró este miércoles Sousa durante una conferencia.
 
Pero la técnica y la modificación genética generan muchos resquemores entre grupos ecologistas, más aún porque hasta el momento no existen autorizaciones para este tipo de prácticas, y los proyectos de comprar los juegos de estos mosquitos OGM a Oxytec deben aguardar autorizaciones oficiales.
 
Sousa intenta tranquilizar a los críticos. "Los efectos adversos teóricos existen, pero no hay un riesgo real", replicó, y agregó que este método de control es "más seguro para el ambiente" que los insecticidas.
 
Se trata de "una nueva tecnología para controlar las poblaciones de mosquitos Aedes aegypti (...) se ha demostrado que si tu liberas estos mosquitos macho, periódicamente la población disminuye", dijo Sousa.
 
Además, aseguró que no hay impacto ecológico al eliminar el Aedes aegypti porque los mosquitos pueden realizar "sus mismas funciones" en la cadena del ecosistema. "Ni Spiderman ni Terminator, este mosquito es igual que el otro" (el no modificado), afirmó Sousa.
 
La tecnología RIDL de Oxytec es una variante mejorada de la Técnica del Insecto Estéril, que se utiliza en Panamá desde hace varios años para controlar el gusano barrenador del ganado.
 
Machos gusanos "estériles" son liberados para aparearse con hembras silvestres, reduciendo así el éxito reproductivo de dichas hembras; repetidas liberaciones conllevan, por lo tanto, la supresión de la población silvestre.
 
"El mosquito (modificado) es igual que el otro (el no modificado), lo que pasa (es) que cuando tiene un hijo, el hijo se muere. Él no mata a nadie", argumentó Sousa durante un foro al que asistió el estadounidense Instituto Smithsonian y un representante de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
 
José Luis San Martín, asesor de la OPS, calificó de "razonable" la preocupación de algunos grupos que se oponen a este tipo de prácticas.
 
Sin embargo, San Martín recordó que "ya ha habido transgénicos para otros sectores y es una posibilidad que puede ser viable en un futuro inmediato", descartando sin embargo que los mosquitos OGM puedan ser una panacea.
 
Los opositores al proyecto temen que el mosquito se descontrole y termine por crear problemas aún mayores a los existentes.
 
"Esta tecnología la han introducido en otros países y no existen resultados. No sabemos qué alteraciones pueden generar en el organismo de las personas. Eso es irresponsable", defendió el ecologista Olmedo Carrasquilla, para quien la empresa de biotecnología sólo "quiere hacer negocio con el gobierno".
 
"Estamos de acuerdo en que hay que erradicar el dengue, pero no de esta forma", añadió Carrasquilla.
 
En 2011 en Panamá se contabilizaron 3882 casos de dengue que resultaron en 16 muertes, para una enfermedad que afecta a entre 50 a 100 millones de personas, de las que mueren una media de 22.000 al año, según datos de la OPS.
 
AFP