Vida Moderna
Cinco frutas ideales para incluir en el desayuno y darle energía al cuerpo
El consumo de estas frutas debe consultarse con un médico para complementarlas con una dieta equilibrada.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda comer al menos 400 gramos de verduras y frutas al día. Estas mantienen el cuerpo sano y añaden variedad, sabor y textura a las dietas. Además, son fundamentales para mantener el organismo en buenas condiciones.
Sus componentes le otorgan al organismo una variedad de vitaminas y minerales que reducen el riesgo de desarrollar enfermedades no transmisibles. Entre sus beneficios, según el Ministerio de Salud de Colombia, está mejorar el tránsito intestinal y disminuir los niveles de azúcar sanguíneo.
También, ayudan a reducir los niveles de colesterol, contribuir a la eliminación de toxinas, aumentar la sensación de saciedad, entre otras propiedades. De hecho, consumir diariamente frutas ayuda a prevenir la diabetes, el sobrepeso y la hipertensión arterial.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) informa que “la ingesta insuficiente de frutas y verduras es la causa de alrededor del 14 % de las muertes por cáncer gastrointestinal en todo el mundo, del 11 % de las muertes por cardiopatías isquémicas y del 9 % de las muertes por accidentes cerebrovasculares”.
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A pesar de lo anterior, no todas las frutas sirven para todas las afecciones o aportan los mismos nutrientes. Por ejemplo, el portal especializado GastroLab listó aquellas que pueden ser más beneficiosas para el organismo si se consumen en el desayuno:
Papaya
Debido a su alto contenido de vitaminas y minerales, esta fruta sirve para tratar algunas enfermedades y mejorar la digestión, entre otros beneficios. También se le conoce por ayudar a regular la glucosa en sangre en personas con diabetes, reducir la presión arterial y mejorar la cicatrización de las heridas.
“La zeaxantina, un antioxidante presente en la papaya, filtra los rayos dañinos de luz azul”, explican en el portal Medical News Today, en el cual también señalan que esta fruta puede jugar un papel protector en la salud de los ojos y previene la degeneración macular.
Naranja
La Fundación Española de la Nutrición resalta que esta fruta cítrica, por su naturaleza, aporta una cantidad considerable de vitamina C, a la que se le confieren múltiples cualidades, entre ellas su acción antioxidante que mitiga el daño de la estructura celular.
Entre otras, la naranja contiene potasio, calcio, fósforo y magnesio. También es fuente de vitaminas como los folatos y la vitamina A.
Manzana
Según la nutricionista de la Asociación Brasileña de Nutriología, Valéria Goulart, citada por el portal Terra, hay estudios que muestran los pros de comer manzana regularmente.
Estas investigaciones, realizadas en Estados Unidos, llegarían a demostrar que, por ejemplo, se reduciría la incidencia de la diabetes tipo 2 por los antioxidantes que contiene esta fruta.
Por otro lado, posee un compuesto que protege al corazón, y contribuye a prevenir enfermedades cardiovasculares. Dicha sustancia se conoce como polifenoles, químicos que suelen aprovecharse también en las plantas.
Piña
Es una planta de la familia de las bromeliáceas y por su variada procedencia se puede disponer de ella todo el año, de acuerdo con la Fundación Española de la Nutrición (FEN).
Así mismo, la fundación explicó que la piña es fuente de vitamina C, la cual contribuye a la protección de las células frente al daño oxidativo, y de yodo, que contribuye al metabolismo energético normal y a la producción de hormonas tiroideas.
Banano
Esta fruta es una importante fuente de pectina, un tipo de fibra que apoya las funciones digestivas del cuerpo. Además, aporta magnesio y vitaminas C y B6, que fortalecen la salud del aparato óseo, muscular y el sistema nervioso.
En cuanto a sus micronutrientes, uno de los más relevantes es el potasio, mineral que ayuda a reducir la presión arterial. Un banano promedio tiene 450 miligramos de este nutriente y el nivel de consumo necesario para una persona adulta según la Organización Mundial de la Salud es de al menos 3.500 miligramos por día.