Vida Moderna
Cinco vitaminas que se deben tomar a partir de los 60 años
Para una vejez saludable, el cuerpo necesita nutrirse adecuadamente.
El envejecimiento es un proceso natural por el que todo ser humano debe atravesar cuando llegue el momento. A parte de las tradicionales señales estéticas, como la aparición de canas o arrugas, internamente se dan otros cambios relacionados con el funcionamiento del organismo.
De acuerdo con información de la Clínica Ginecológica Sants, a partir de los 60 años -incluso antes-, aparecen necesidades propias del cuerpo, como la dificultad en la obtención orgánica de vitaminas. Precisamente, para responder a este efecto del envejecimiento, en el mercado existen diversos suplementos, así como planes de alimentación para potenciar la obtención de nutrientes.
Por supuesto, lo más recomendable antes de acudir a cualquier tipo de suplemento o tratamiento es dirigirse a un especialista médico para recibir acompañamiento profesional. De este modo, el proceso se torna más seguro y se incrementan las posibilidades de éxito.
Teniendo en cuenta los cambios en el organismo que vienen con la edad, vale la pena identificar cuáles son las vitaminas que resultan imprescindibles a partir de los 60 años. Por ello, el portal citado reseñó un listado con los nutrientes más importantes para una vejez sana.
Vitamina B12 (cianocobalamina)
Este nutriente contribuye a una buena salud de las células nerviosas y sanguíneas, en ese sentido, beneficia tanto al sistema nervioso como al hematológico. Según detalla la Clínica Ginecológica Sants, los adultos mayores con deficiencia de vitamina B12 pueden experimentar problemas nerviosos o de depresión. Además, según un estudio publicado en el Journal of the American Geriatrics Society, la carencia de vitamina B12 también aumenta el riesgo de padecer demencia.
A partir de los 50 años, los jugos gástricos disminuyen y la absorción de esta vitamina es menor, por lo que se recomienda tomarla a través de un suplemento si el médico lo considera adecuado.
Vitamina B9 (ácido fólico)
Este nutriente interviene en procesos importantes para el organismo. Por ejemplo, junto a la vitamina B12, estimula la elaboración de glóbulos rojos. En consecuencia, al reducirse con el tiempo y no reponer la cantidad adecuada, se configura como una potencial causa de la anemia, así como de otros síntomas como debilidad y cansancio.
Vitamina D
La vitamina D proporciona una mejor calcificación de los huesos, por lo que es recomendable obtener buenas cantidades de este nutriente a partir de los 50 años, especialmente en las mujeres.
Una de las fuentes naturales de vitamina D es la luz solar, sin embargo, con la edad, la capacidad del cuerpo para sintetizarla disminuye a medida que se va envejeciendo. Aún así, al igual que con otros nutrientes, esta se puede obtener de alimentos o suplementos.
Vitamina K
Según reseña la Clínica Ginecológica Sants, esta vitamina propicia la circulación y coagulación de la sangre, por lo que contribuye a evitar el sangrado excesivo. Además, apoya en la prevención de enfermedades como el Alzhéimer.
En conjunto con la vitamina D, la vitamina K también ayuda a proteger la salud ósea y asiste como fuente de antioxidantes.
Vitamina C (ácido ascórbico)
Esta vitamina contribuye a fortalecer el sistema inmunológico, así mismo, favorece el cierre de heridas y la reparación de tejidos dañados. Además, reduce el deterioro muscular, la manifestación del colesterol malo (LDL) y el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.
La vitamina C también funciona como antioxidante y modera el envejecimiento de la piel. Dentro de las causas que reducen la absorción de este nutriente figura el tabaquismo, por lo que su requerimiento en ancianos fumadores es mayor y es recomendable tomarlo a manera de suplemente.
Las vitaminas imprescindibles a partir de los 60 años mencionadas por la Clínica Ginecológica Sants pueden conseguirse en el mercado como suplementos nutricionales, así como de manera natural en la comida. Por ejemplo: en la leche, los huevos, pescados como las sardinas o truchas, carnes como el hígado de res y almejas, entre otros. También en granos como las lentejas o vegetales como el brócoli, el repollo o los espárragos.