Relaciones
¿Colombianos, los más infieles de Latinoamérica? Famosos cuentan qué tan cierta es la fama que se ha ganado el país
Colombia parece no ser el mejor lugar para encontrar una media naranja. Dos estudios ubican al país en la lista de los más promiscuos. ¿Se siente identificado?
Casi una década después del escándalo, Juanes reconoce que ha sido uno de los mayores errores de su vida. Su fugaz romance con la actriz y ahora líder social Johana Bahamón, cuando ya estaba casado con Karen Martínez, por poco le cuesta un matrimonio que completa más de 20 años y que, pese a todo, ha sido uno de los más estables del mundo del entretenimiento.“
Tiene que pasar el tiempo y ver las cosas con distancia para que entiendas todo lo que pusiste en riesgo: un amor, una familia, la estabilidad, la complicidad. Karen ha sido mi motor, el polo a tierra, la madre de mis hijos, el amor que siento por ella es infinito y no lo cambiaría por nada”, le asegura a SEMANA el cantante, que hace pocos días estrenó el álbum Vida cotidiana.
Muchos años después, y con la franqueza que la caracteriza, Aura Cristina Geithner también habla del costo personal que deja la infidelidad. En su caso, por los años en que grababa la exitosa telenovela La potra zaina, la actriz se involucró sentimentalmente con su compañero de set, Miguel Varoni, que para entonces estaba casado con Patricia Ércole, quien puso fin a su relación tras el escándalo que acaparó los titulares dela prensa.
“Fue doloroso enfrentar una sociedad castigadora, una sociedad en la que él era el rey, el premiado. Y yo, una joven actriz, era la mala del paseo. Fue terrible, fue difícil porque ser infiel es un asunto de dos”, asegura en SEMANA la también cantante.
Adriana Arango, que por estos días brilla con su papel de Violeta en la telenovela Ana de nadie, habla desde la otra orilla: ella fue víctima de la infidelidad de su esposo, Róbinson Díaz, con la también actriz Sara Corrales. “La infidelidad hoy en día me parece una estupidez. Porque actualmente no es obligatorio estar casado. Es decir, si tú ya no quieres tener una relación, simplemente dices: ‘Oye, esto está como paila y ya’, no es como antes, que era difícil romper los matrimonios. Entonces, que hoy alguien sea infiel me parece ridículo”, asegura Arango.
Pero, lejos de los reflectores de la fama y de la prensa rosa, los colombianos parecen estar más acostumbrados a la infidelidad de lo que parece. Dos de las plataformas de citas más importantes del mundo realizaron sondeos, por separado, que dejan mal parada a Colombia en el tema de poner los cachos: ubican al país en el segundo lugar de las naciones con más número de personas infieles de Latinoamérica, después de Brasil y seguido por México, en el tercer lugar.
Uno de esos estudios fue hecho por Gleeden, una web especializada en encuentros adúlteros, fundada en 2009 en Francia. Dicha firma encontró que, de las personas consultadas en Colombia, unas 446.000 aceptaron que han sido infieles en algún momento durante alguna de sus relaciones amorosas estables.
Por otro lado, y como ya es tradicional cada semestre, la aplicación de citas para casados Ashley Madison dio a conocer el listado de las diez ciudades del país con mayor número de personas infieles.
Esta medición indicaría que los paisas son los más desleales de Colombia, el primer puesto fue para Rionegro, seguido de Medellín. Detrás de estas regiones aparecen Tunja, Bucaramanga, Tuluá, Bogotá, Pereira, Villavicencio e Ibagué.
Ambos estudios dejaron dos datos inquietantes. Por un lado, se evidenció que cada vez más las nuevas generaciones se niegan a la monogamia y apuntan a tener relaciones con acuerdos de pareja que permitan una convivencia más abierta, en la que no están ‘amarrados’ a su relación y pueden experimentar con terceros.
Otro aspecto revelador, esta vez en materia de género, es que las colombianas son más proclives a la promiscuidad.
Tal como lo cuenta Christoph Kraemer, director ejecutivo para Latinoamérica de Ashley Madison, las mujeres son más progresistas en Colombia cuando se trata de encarar una relación abierta o dejarse llevar por la atracción hacia un tercero, a pesar de tener pareja. Datos de esta plataforma indican que más de la mitad de ellas declaran haber tenido una relación de esta naturaleza, frente a 13 por ciento de los hombres.
“Una vez las mujeres dan ese paso, difícilmente regresan. Es como si abrieran una puerta para ser libres, lo que demuestra el empoderamiento que ya tienen millones de mujeres sobre su sexualidad, la libertad que sienten en la actualidad al hablar de sus necesidades. Eso no ocurría una década atrás”.
Kraemer agrega que esta es la razón principal por la que se imponen las relaciones poliamorosas, un tema liderado principalmente por ellas. Por eso, no duda en sostener “que ese concepto legal y social que tenemos del matrimonio monógamo tiene sus días contados como única forma de relación”.
Es que Colombia, dice, es el país “campeón de las mujeres infieles o no monógamas: las cifras muestran 2,3 mujeres activas por cada hombre activo en la aplicación de citas”.
Más allá de la tentación
Pero, a menos de que entre la pareja existan unas reglas claras sobre las relaciones abiertas, la infidelidad deja graves secuelas que han terminado por agudizar, a juicio de varios expertos, las ya de por sí altas cifras de ocurrencia de enfermedades como la ansiedad y la depresión.
Así lo cree Amparo Espinosa, psicóloga clínica y terapista de pareja. “Lo que más golpea en un episodio de infidelidad es el amor propio. Quien es víctima termina cuestionándose si no es lo suficientemente valioso, deseable, importante. Es una persona que entra a revaluarse muchos aspectos de la vida, incluso aquellos en los que siempre se sintió seguro, como su familia, su trabajo y hasta su aspecto personal”, explica la experta.
Y añade que la persona engañada desarrolla un dolor emocional igual de intenso al que se siente tras la pérdida de un ser querido.
“Cuando se rompe la confianza, se generan sentimientos de angustia, ira, confusión y tristeza. Y, como cualquier pérdida, las personas deben afrontar un duelo para cerrar ese ciclo. Porque, de no sanar adecuadamente, no estarán listas para afrontar una nueva relación en el futuro, por lo que pueden herir a otras personas y demostrar su resentimiento”, puntualiza Espinosa.