psicología infantil
Cómo ayudarles a superar la timidez a los niños
Aunque algunos padres piensen que es normal que sus hijos sean callados y penosos, la psicóloga Annie de Acevedo recomienda ayudarlos a “salir de su concha”.
La timidez puede ser un rasgo de personalidad heredado mientras que hay otros que son más bien de personalidad introvertida. Son callados y observadores. Esto está bien, pero hay que ayudarlos a que salgan de su concha y además identificar la raíz de esta timidez y establecer cuánto impacto tiene en su funcionamiento social.
Los grados de timidez son importantes. Para empezar, tenemos un grado leve cuando el niño es reservado, no quiere aventurar, pero poco a poco se va conociendo y adquiere la seguridad para relacionarse y experimentar su entorno. La timidez en grado moderado ya le afecta su vida diaria y puede escalar a un grado severo en el que ya hay una ansiedad social total y esa timidez atrapa al niño. No podemos dejar que la timidez crezca y que llegue a un momento en que el niño tiene miedo de hacer todo, no socialice y pase de leve a moderado o de moderado a severo.
La timidez siempre esconde un poco de inseguridad y a veces baja autoestima. Al niño tímido que además es temeroso hay que prestarle especial atención; algo le debe estar pasando, pues sufre en silencio. Por alguna razón, le da miedo expresarse. Así que hay que ayudarle a vencer el obstáculo que ello representa.
Hay que exponerlo poco a poco a aquellas cosas que le dan miedo y brindarle grandes cantidades de estímulos positivos y de mensajes aprobatorios. Parece ser que además es un niño que no entiende bien el medio social y percibe amenazas donde no las hay, así que todos sus esfuerzos deben ser reconocidos por sus padres y por los otros miembros de la familia.
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Si tiene algún talento, apóyelo para que así empiece a creer en sí mismo y a conocer sus habilidades y cómo usarlas. Además, el ejemplo que como padres le demos a los hijos es vital, ya que ellos imitan, y si les enviamos el mensaje de inseguridad y nerviosismo seguro incrementamos la timidez del niño. Una timidez leve y ocasional es bastante frecuente y puede ocurrir sin que sea motivo de preocupación alguna.
La timidez ocasional es normal sobre todo ante circunstancias desconocidas. Casi todos los niños en diferentes etapas de la vida pasan por un periodo de timidez. Se ve mucho, por ejemplo, en los adolescentes que ante tantos cambios físicos y emocionales se desajustan y se ponen “tímidos”. La “timidez crónica” es otra historia, y hay que prestarle atención.
Si el niño además es temeroso y sufre excesivamente por esto, usted debe buscar ayuda profesional para ayudarle a vencer su inseguridad. Cuanto más pronto se empiece a enfrentar este problema, mejor será el pronóstico. Es necesario entonces acudir a un acompañamiento terapéutico que fortalezca y empodere al niño por medio de estrategias como el juego de roles donde se le van mostrando al niño maneras asertivas de enfrentarse al mundo, desarrollando así un entrenamiento en habilidades sociales.
La timidez también es un mecanismo de defensa que utiliza el niño cuando se siente inseguro frente a una situación de alto riesgo o que le causa temor. El niño puede ponerse “tímido” porque siente que este rol pasivo le ayuda a no enfrentar lo que lo asusta. La timidez no debe confundirse con depresión ni falta de motivación. Lo que sí es cierto es que al niño tímido hay que estimularlo muchísimo porque la timidez no le va a permitir hacer todas aquellas cosas que desearía. La timidez lo puede convertir en un niño frustrado que fácilmente puede llenarse de desesperanza, además de que puede desarrollar una autoestima muy baja debido a que continuamente va a tener la sensación de no haber logrado ningún objetivo.
Esto puede prolongarse a lo largo de su vida y volverse determinante a la hora de no poder ser exitoso en ningún área, ya que se impacta el funcionamiento global llegando a ser adultos que no pueden interactuar con su entorno y que además padecen de un alto nivel de ansiedad. Entonces la timidez crónica puede desencadenar y escalar a una fobia social, por la cual fácilmente se cae en el abuso de sustancias que son el vehículo que pueden utilizar equivocadamente para sentirse mas capaces y seguros de si mismo.
La timidez moderada ya es algo más estructural y se vuelve un patrón de relación para el niño. Hay que combatir esta timidez pues indica inseguridades y dificultades en el manejo asertivo de la vida. La timidez excesiva generalmente también es crónica y paraliza al niño o al joven. Estos son los que nunca logran expresarse, y tienen problemas de represión serios. Es muy importante que los padres y maestros ayuden al niño a superar esta timidez extrema, ya que ésta lleva rápidamente al aislamiento y aumenta los problemas de autoestima.
La ansiedad que acompaña a la timidez excesiva es entonces otro motivo de preocupación. Esta ansiedad generalmente es la que paraliza al joven y poco a poco le va confirmando que él “no sirve para nada”. Papás: atentos a no exagerar con las criticas que le den a sus hijos, ustedes no deben volverse un elemento más que les reafirme su inseguridad. Al cabo de los años, esto se convierte en un círculo vicioso del cual es difícil salir.
En conclusión, si su hijo es tímido, y más si lo es en grado extremo, usted debe ayudarlo, estimulándolo diariamente y dándole apoyo en su inteligencia social, si no su timidez se puede convertir en su peor enemigo. Ayúdelo a socializar gradualmente, exponiéndolo a situaciones en las que deba interactuar, pero manera paulatina y sin llevar a la frustración. Comparta tiempo especial y único con su hijo, y sobre todo valide sus pensamientos y creencias, hasta que poco a poco él mismo desarrolle esa confianza en si mismo y un sentido de pertenecía que tanta falta le hacen.
Ayúdelo a poner sus sentimientos en palabras y a identificar en qué momentos le sucede y cómo lo hace sentir para que juntos piensen en estrategias para cambiar. Es importante que los niños aprendan que su cuerpo también comunica y envía mensajes, y cómo su lenguaje corporal (la mirada, la postura, la forma de caminar, etc.), comunica diferentes mensajes al mundo que lo rodea. Al aprender a manejar su lenguaje no verbal, también fortalecemos se seguridad y cómo se expresa esta a través de su cuerpo.