PREVENCIÓN

Cómo conservar el cerebro joven

La mayoría cuida la piel con cremas antiarrugas y el corazón con ejercicio. Pero, según los expertos, para vivir bien lo más importante es preservar el cerebro. Estas son las recomendaciones que dan para cumplir años sin perder materia gris.

19 de noviembre de 2016
| Foto: 123RF

¿Qué es la conciencia?, ¿cómo se forman los recuerdos?, ¿en qué consiste la inteligencia humana?, ¿cuál es el sentido de los sueños?, ¿qué hace a la gente comportarse de una u otra manera? Todas estas preguntas tienen la respuesta en un mismo lugar: el cerebro humano, un órgano de 1.200 centímetros cúbicos que pesa 1,4 kilogramos. En su interior, 86.000 millones de neuronas se encargan de hacer desde tareas tan básicas como respirar hasta actividades de alta complejidad como el pensamiento abstracto.

Un centro de cómputo tan poderoso debería generar más atención de sus dueños, porque así como a partir de los 50 las personas pierden 1 por ciento de masa muscular cada año, el cerebro también empieza a envejecer y a volverse más lento. No solo cuesta más recordar una palabra, sino que el sentido de la navegación y la atención pueden alterarse. Si se tiene en cuenta que la gente vive más hoy, no es lógico tener el corazón a buen ritmo si la cabeza ha perdido la lucidez.

Muchos creen que tener un cerebro joven o viejo depende en gran parte de la herencia genética de los padres. En el estudio The disconnected Mind, Ian Deary, profesor de la Universidad de Edimburgo, demostró que no. Al analizar 6.000 factores en un grupo de personas de 79 años a las que siguió desde los 11, el experto encontró que apenas un cuarto del envejecimiento cerebral se debe a herencia genética. Los restantes tres cuartos tienen que ver con el estilo de vida. Y así como hay maneras para recuperar el músculo por medio de la dieta y el ejercicio, también hay formas para mantener agudas las principales funciones del cerebro.

Los expertos hacen las siguientes recomendaciones para evitar que este órgano se deteriore. La idea no es esperar a que la memoria se nuble o la capacidad de atención se cope; cualquiera las puede practicar a cualquier edad para ‘aceitar’ esta maravillosa máquina y hacer más lento el ritmo inevitable de su declive.

Aprendizaje permanente

La mayoría cree que solucionar sudokus y crucigramas ejercita el cerebro más que cualquier otra actividad. Y aunque estos pasatiempos no hacen daño, recientemente se ha observado que este tipo de entrenamiento mental no es tan eficaz porque el cerebro, esa máquina ingeniosa, se acostumbra a este tipo de desafíos y con el tiempo los comienza a considerar rutinarios. “Véalo como un músculo: si usted hace lo mismo todos los días dejará de ver resultados”, dice Ali Trelle, investigadora del Cambridge Memory Lab, especializado en el estudio de la memoria. El cerebro necesita estímulos, retos y nuevas metas. Eso implica estar dispuesto a aprender cosas nuevas, no importa qué, desde bailar hasta pintar.

Recientemente la revista Neurology publicó un estudio donde se asegura que las personas bilingües tardan cuatro años más en desarrollar demencia que las personas que solo hablan un idioma. Aunque esto es más fácil a edad temprana, nunca es tarde para aprender otra lengua. Francisco Mora, neurocientífico español y autor del libro ¿Se puede retrasar el envejecimiento del cerebro?, propone además,viajar y mantenerse actualizado en materia tecnológica como fuentes de aprendizaje continuo.

Siéntase joven

Para Francisco Mora, la actitud lo hace todo y estar motivado e interesado en descubrir nuevas cosas sirve de antídoto para evitar el declive mental. “La emoción nos motiva a querer seguir vivos”, le dijo el experto al diario español El País. Cuando los viejos empiezan a querer estar en la casa y no salir presentan un síntoma preocupante de que han perdido esa chispa. Es lo que Mora llama el apagón emocional y se ve en las residencias de ancianos donde personas sanas se dejan morir de aburrimiento. Para contrarrestarlo recomienda sentirse útil, no depender de los demás, disfrutar de los pequeños detalles, aprovechar cada día al máximo y nunca sentirse viejo.

La vida es un carnaval

Un estudio holandés en 2012 encendió las alarmas al señalar que la soledad aumenta 63 por ciento el riesgo de desarrollar demencia, probablemente porque, al ser criaturas sociales, no estar en contacto con los demás genera un estrés psicosocial que podría incrementar el riesgo de que el cerebro se inflame. Y la inflamación, especialmente la crónica, está asociada a enfermedades. Algunos estudios incluso señalan que su efecto puede ser tan nocivo como fumar 15 cigarrillos al día o ser alcohólico o tener obesidad mórbida. ¿El antídoto? Reunirse con los amigos y participar en grupos comunitarios. “Cualquier evento social tiene un impacto saludable en el cerebro”, dice Trelle.

De "om" y otros mantras

El estrés es el enemigo número uno del cerebro. Estar constantemente expuesto a la respuesta neuroendocrina de este estímulo se considera dañino, pues se acumula y con el tiempo puede causar problemas en las habilidades de este órgano. En resumen, hay que deshacerse del estrés negativo, aquel que es crónico y que deja al organismo extenuado. Y nada mejor para ello que meditar.

Sara Lazar, una neurocientífica del Massachusetts General Hospital y del Harvard Medical School , dice que la corteza frontal, encargada de la memoria de trabajo y de las funciones ejecutivas del cerebro, se encoge con el paso del tiempo y por eso es difícil acordarse de ciertas cosas. Pero la experta encontró que en personas de 50 años que meditan, la materia gris es igual a la de individuos de 25 años. Aunque no se ha logrado establecer por qué, muchos estudios concluyen que practicar yoga y hacer meditación, incluida la tipo mindfulness, reduce las hormonas del estrés en el organismo y así evita su efecto deletéreo.

Hay que gozar

La sexualidad tiene más propósitos en el cuerpo que la procreación. Eso observó un estudio sobre salud sexual y bienestar en hombres y mujeres mayores, realizado en la Universidad de Manchester, en el que reclutaron a más de 70.00 personas mayores de 58 años. Entre sus conclusiones está que la sexualidad continúa sin importar el paso de los años y que la mayoría la reporta como un elemento crucial para su bienestar. Además de eso, los investigadores observaron que quienes eran activos sexualmente tenían mejor función cognitiva.

Otro trabajo, hecho por expertos de la Universidad de Lousiana y publicado en American Journal of Geriatry, concluyó que quienes no perciben la sexualidad como algo importante tienen una función cognitiva más disminuida. Por el contrario, aquellos que la valoran tuvieron un mejor desempeño en esas pruebas. Los científicos creen que esto probablemente se debe a que todas las fuentes de placer se encuentran en el cerebro y la cascada de hormonas desatadas durante el clímax sexual, entre ellas la dopamina, promueve la conexión entre las mismas.

A apagar la luz

Dormir permite que el cerebro se recupere de su trabajo durante las horas de vigilia. Es tan importante como darle oxígeno, comida y agua. Se ha observado en experimentos clínicos que solo con el sueño profundo el cerebro consolida los nuevos recuerdos. Paradójicamente, la gente cada vez es menos consciente de respetar ese tiempo de relajación y le roba duración al momento para hacer actividades, desde trabajar y viajar hasta ver películas. La recomendación es dormir al menos seis horas cada noche.

Aunque con el tiempo la calidad del sueño se deteriora, los expertos señalan que esto se puede remediar si se evita tomar siestas en el día. También se recomienda exponerse al sol en la mañana y tratar de apagar todas las luces en la noche, incluidas las de los aparatos electrónicos, para favorecer el sueño y estimular el ritmo circadiano.

Trabajar para vivir

Todos sueñan con el momento de jubilarse. Pero los estudios señalan que trabajar influye más que cualquier otra cosa en la juventud del cerebro. Pero no solo se trata de estar ocupado, sino de tener retos laborales que vayan más allá de simples actividades rutinarias.

Para no ir más lejos, la investigación del profesor Deary encontró que quienes tenían trabajos complejos reportaban un desempeño mental mucho más elevado. Y no es necesario ser un científico de la Nasa para lograrlo. Un ejemplo de actividad compleja puede ser atender a personas con múltiples necesidades, porque así tendrá que resolver cómo complacerlas a todas.