Vida Moderna
¿Cómo evitar el dolor de oídos después de nadar en la piscina o en la playa?
Al estar tiempos prologados en el agua, el oído es propenso a padecer complicaciones, tales como la otitis media y externa.
La otitis media y externa son bastante comunes, especialmente en niños durante el verano. Hace parte de las llamadas infecciones de la piscina o del oído externo. También afectan a atletas profesionales de natación, debido a que el agua es el detonante para estas enfermedades.
Ambas condiciones ocurren en el oído externo, es decir, la parte que se extiende desde el exterior del oído hasta el tímpano. La otitis media es mayoritariamente común entre junio a agosto porque se aumenta el número de personas en las piscinas o turistas en el mar.
La investigación La otitis del bañista. Prevención y tratamiento explica que la otitis media es una infección bacteriana generalmente causada por agua que ha estado en el canal auditivo durante mucho tiempo. Esto ocasiona un espacio húmedo ideal para que crezcan las bacterias. La buena noticia es que no es una enfermedad de corte contagioso.
Las infecciones del oído son causadas por varios tipos de bacterias, especialmente hongos y bacterias. Pasar demasiado tiempo en el agua o no secarse bien los oídos cuando está fuera del agua causa irritación, abriendo la piel en el canal auditivo y permitiendo la entrada de microbios patógenos. En lugar de una mala sequedad, también puede ser causada por eczema, inflamación, piel extremadamente seca o por una limpieza excesiva del canal auditivo causante de daños.
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Adicionalmente, las piscinas tienden a acercar a las personas. Como el agua no circula tanto como en los ríos y las costas, se facilita la migración y disolución de bacterias, hongos y gérmenes entre las moléculas de agua. La mayoría de las otitis media son causadas por bacterias Pseudomonas, incluida la Pseudomonas aeruginosa, una bacteria ampliamente distribuida en el suelo y el agua en todo el mundo.
Estas bacterias prosperan en áreas húmedas como lava manos o duchas, así como en piscinas y jacuzzis con poca cloración. El oído de un nadador puede ser el primer signo de infección con esta bacteria, la cual puede progresar a una infección del oído externo más grave, tal como la foliculitis del jacuzzi.
La infección causa erupciones con picazón y espinillas. La otitis externa suele ser dolorosa, pero los síntomas pueden ser más o menos graves según la progresión de la infección. Cuando se presentan leves, generan picazón, enrojecimiento y secreción de un líquido transparente. Si los síntomas empeoran y no se tratan, los dolores serán mayores igual que los riesgos que se corren.
Una vez que se conoce la raíz de la infección, el tratamiento más común son los antibióticos tópicos (intravenosos), comúnmente ciprofloxacino. Si el tratamiento es ineficaz, se recomiendan antibióticos orales, pero por lo general no son necesarios.
Cuando el dolor y la fiebre son muy intensos, pueden tratarse con medicamentos antiinflamatorios y analgésicos adicionales. Del mismo modo, los expertos declaran la necesidad de abstenerse de bañarse hasta que la infección haya desaparecido por completo.
Por otro lado, la otitis externa causada por nadar en piscina es relativamente fácil de prevenir o minimizar. Solo toma unos pocos pasos. El primero es evitar bañarse en cuerpos de agua congestionados o aquellos que no cumplan con los estándares de higiene requeridos. También se requiere el uso de tapones para los oídos, especialmente si la persona es propensa a padecer otitis media.
En el caso de la población que nada con frecuencia, la recomendación es no bucear ni pasar largos periodos de tiempo con la cabeza sumergida cuando hay riesgo de tener esta infección. Al salir del agua, se deben secar bien las orejas con cuidado. Igualmente, se debe evitar la limpieza excesiva de cera, especialmente con bastoncillos de algodón, debido a que un uso inadecuado puede provocar lesiones. El exceso de cera aumenta el riesgo de infecciones de oído y tapones para los oídos, pero quitarla en su totalidad también elimina la barrera natural que evita que las bacterias entren en el oído.