Psicología

Cómo fomentar la capacidad emocional y la empatía

Este dúo es indispensable para disminuir conflictos escolares. La psicóloga Annie de Acevedo, quien estuvo en México hablando sobre el tema, explica maneras de inculcarla en los niños a partir de los tres años.

21 de octubre de 2019
| Foto: SEMANA

No se puede pensar en la capacidad emocional sin incorporar el concepto de empatía. Este dúo es indispensable para nuestra supervivencia, es la base y la esencia de las relaciones sociales bien llevadas con los compañeros y con la gente en general. Empatía es ponerse en los zapatos de los otros, caminar con ellos, sentir lo que sienten. Quien siente como siente el otro tiene grandes ventajas, pues jamás le hará daño y también sabrá como va a reaccionar, lo cual le ayuda a aplicar buenas estrategias de comunicación.

Los niños deben comprender que el bienestar de los demás es vital, que es importante tratar a las otras personas como quisieran que los trataran a ellos y que esta es la única manera como pueden llevarse bien con la gente. Generalmente, a la edad de tres años, los pequeños demuestran empatía cuando alguien se hace daño, porque ya han adquirido conciencia de sí mismos y a través de esta autoconciencia se tornan capaces de sentir y comprender lo que siente el otro. 

Pero si la empatía no se enseña, ni se estimula, esta capacidad se puede perder. A los tres años el niño está listo para ser compasivo, ayudar a otro, pensar en los demás, pero se necesita una dirección clara del adulto formador, con el fin de que él utilice  esa capacidad de manera adecuada y la maximice.

Las actividades de reflexión son claves para desarrollar la empatía y también para poner normas y límites sobre lo que espera los padres del comportamiento de sus hijos. Por ejemplo, decir “En esta casa no será tolerado que se maltrate a las personas” y si algo así pasara, tendrán que detener el juego, pues deben respetar la norma establecida de que ser crueles entre ustedes es inaceptable. 

Los programas de televisión también pueden convertirse en momentos educativos, y al verlos con ellos es bueno hacerles preguntas reflexivas como qué sienten cuando oyen a la gente ofenderse o  qué piensan sobre lo que pasó en el programa.

Las peleas entre hermanos son otra forma de construir empatía. En primer lugar éstas se dan porque cada uno quiere ser el centro del afecto de la madre o del padre y, segundo, por falta de empatía. Los padres pueden fomentar la empatía entre hermanos, haciéndoles juegos de roles y poniendo reglas claras de lo que se espera de cada uno. Los niños necesitan saber de sus padres qué es adecuado y qué no lo es. Al reforzar el comportamiento positivo de cada hijo van a hacer que sea más generoso y empático con los demás. 

“Solo cuando se empieza a tener sentido del dolor de los demás, comienza el hombre”, decía el poeta ruso Eugenio Yevtushenko. Aquellos que tengan un gran sentido de la empatía, esa capacidad de aceptar y compartir los sentimientos o ideas de otra persona, serán no solo buenos seres humanos, sino también personas queridas y bien recibidas por los demás. Son, en realidad, personas muy valiosas en una sociedad, ya que gracias a su habilidad empática pueden socializar de manera pacífica e, igualmente, encontrar soluciones constructivas a los problemas interpersonales y a los conflictos que se les presenten. Está demostrado que la empatía minimiza el conflicto.