Vida moderna

¿Cómo identificar un ataque de ansiedad y cómo superarlo?

Al momento de identificar estos síntomas se debe pedir ayuda de profesionales médicos.

30 de marzo de 2022
Ansiedad
Los trastornos de ansiedad se refieren a afecciones en las que la ansiedad no desaparece y puede llegar a empeorar con el paso del tiempo | Foto: Thinkstock

Según explican los expertos de Medline Plus, sitio web de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, la ansiedad es un sentimiento de miedo, temor e inquietud. Este puede provocar sudoración y sentimiento de tensión. “Puede sentirse ansioso cuando se enfrenta a un problema difícil en el trabajo, antes de tomar un examen o antes de tomar una decisión importante. Si bien la ansiedad puede ayudar a enfrentar una situación, además de darle un impulso de energía o ayudarle a concentrarse, para las personas con trastornos de ansiedad el miedo no es temporal y puede ser abrumadora”, detalla el portal.

De acuerdo con la Biblioteca los trastornos de ansiedad se refieren a afecciones en las que la ansiedad no desaparece y puede llegar a empeorar con el paso del tiempo. Sus signos pueden dificultar realizar acciones diarias, relaciones sociales y trabajar.

Mayo Clinic, entidad sin ánimo de lucro, dedicada a la práctica clínica, la educación y la investigación menciona los síntomas que incluyen:

  • Sensación de nerviosismo, agitación o tensión.
  • Sensación de peligro inminente, pánico o catástrofe.
  • Aumento del ritmo cardíaco.
  • Respiración acelerada (hiperventilación).
  • Sudoración.
  • Temblores.
  • Sensación de debilidad o cansancio.
  • Problemas para concentrarse o para pensar en otra cosa que no sea la preocupación actual.
  • Tener problemas para conciliar el sueño.
  • Padecer problemas gastrointestinales (GI)
  • Tener dificultades para controlar las preocupaciones.
  • Tener la necesidad de evitar las situaciones que generan ansiedad.

¿Qué hacer ante un ataque de ansiedad?

En caso de presentar este tipo de síntomas es importante consultar inmediatamente con un profesional médico. Se puede acudir a un centro médico y allá se recibirá la asesoría adecuada, ya sea de un doctor y/o psicólogo.

Mientras se recibe la atención profesional, Sanitas, entidad de salud, explica que lo primero que se debe hacer es intentar calmarse e normalizar la respiración inhalando por la nariz y exhalando por la boca. Luego, verificar con el pulso, que el ritmo cardíaco vaya disminuyendo a la normalidad.

“En cualquiera de los casos es importante consultar con el médico y tratar de identificar qué ha motivado la crisis de ansiedad o si existe algún trastorno psicológico subyacente. En función de ello podrá instaurarse el tratamiento más adecuado en cada caso, pudiendo éste contemplar el uso de fármacos y/o terapia psicológica cognitivo conductual”, apunta la entidad.

Cuando el estrés se convierte en el desencadenante de una crisis de ansiedad, generalmente, no es necesario un tipo de tratamiento, sino encontrar hábitos que contribuyan a la prevención de estos ataques.

¿En qué otros casos se debe pedir ayuda?

  • Sentir que se está preocupando demasiado y esto dificulta las relaciones, el trabajo y otros ámbitos.
  • Tener miedo, preocupación o ansiedad, los cuales son difícil de controlar.
  • Sentirse deprimido.
  • Tener problemas con el consumo de alcohol o drogas.
  • Tener otro tipo de problemas de salud mental.
  • Pensar que la ansiedad está asociada con un problema de salud físico.
  • Tener pensamientos o comportamientos suicidas (acudir a urgencias inmediatamente).

¿Cuándo ir a un psicólogo?

Los expertos insisten en la importancia de visitar a este profesional regularmente. No es necesario presentar tristeza o depresión para hacerlo. Sin embargo, Sanitas, Mayo Clinic y Medline Plus explican algunas de las situaciones específicas en las que también se recomienda visitar al psicólogo.

  • Cambios repentinos en la alimentación.
  • Cambios en los hábitos o rutinas de sueño.
  • Padecer dolores y molestias sin razón alguna.
  • Presentar cambios de humor que susciten problemas en las relaciones interpersonales o que interfieran con la cotidianidad de las personas.
  • Perder el control sobre las emociones, en especial en situaciones de la rutina diaria.
  • Dificultad para conciliar el sueño.
  • Incapacitad o dificultad para afrontar problemas cotidianos.
  • Actitudes y comportamientos violentos.
  • Sentirse irritable, agresivo o triste.
  • Abuso de sustancias (drogas).
  • Consumo en exceso de alcohol (más de lo habitual).