La envidia buena se parece a la admiración. La mala puede ser dolorosa. | Foto: gratisography.com

SALUD MENTAL

Deje la envidia, puede ser físicamente dolorosa

Esta emoción viene en dos empaques: buena y mala. Esta última puede llegar a ser muy dolorosa. El médico psiquiatra José A. Posada Villa da recomendaciones para manejarla.

25 de mayo de 2018

La envidia es un sentimiento de tristeza que sufre un individuo que no tiene o desearía tener algo que otra persona posee. Existen dos tipos: la maligna y la benigna, y ambas implican compararse con alguien que está en una mejor situación. Pero mientras la maligna se centra en la persona, la benigna lo hace fundamentalmente en el objeto que genera esa emoción. Aunque no lo parezca, esta diferencia es grande y lleva a distintos comportamientos pues si bien la envidia buena puede parecerse mucho a la admiración, la diferencia es que admirar a alguien nos hace sentir bien mientras que envidiar a alguien es doloroso.

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La envidia maligna se relaciona con schadenfreude, una palabra alemana para la cual no hay traducción y que se usa para designar el sentimiento de disfrutar con la desgracia de otros. Es una emoción común, pero de la que poco se habla.

Cuando se siente envidia se activa una región del cerebro conocida como corteza del cíngulo anterior, que juega un papel importante en el procesamiento del dolor físico, y por eso se sugiere que la envidia es una experiencia físicamente dolorosa. Cuando se siente schadenfreude el cuerpo estriado se activa, y esta región del cerebro está involucrada en el procesamiento de placer. Y si es placentero, quizás también sea adictivo.

La mayoría de las investigaciones se han centrado en la schadenfreude que una persona siente hacia otra, pero el fenómeno también ocurre entre grupos de personas que pertenecen, por ejemplo, a diferentes regiones geográficas, partidos políticos o equipos deportivos. De hecho, puede ser el primer paso hacia interacciones grupales muy dañinas, estimulando prejuicios que en última instancia pueden conducir a la violencia.

Algunas personas pueden identificarse tan fuertemente con esos grupos que experimentan schadenfreude en situaciones que son nefastas para la sociedad, así afecte a todo el mundo. Es posible que los líderes negativos exploten esa tendencia humana a sentir felicidad cuando los rivales sufren.

El problema es que, entre los miembros de un grupo, esta emoción se vuelve aceptable como una forma de vincular o expresar la lealtad grupal. Saber que los demás comparten ese sentimiento se convierte en un permiso para actuar negativamente.

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La gente odia a otro para no odiarse a sí mismo

La envidia es un eco de los sentimientos de inferioridad y rivalidad con padres, hermanos y otras figuras importantes, sufridos por el niño en su desarrollo emocional y es en sí una defensa contra la percepción de la propia inferioridad: se odia a otro para no sentir odio contra si mismo.

Las personas envidiosas generalmente tienen menos autoestima y satisfacción con lo que hacen. Esa es una de las razones por las que son más propensas a la depresión, las fobias, las obsesiones, la agresión y las molestias psicosomáticas.

Como regla general, la gente envidia a quienes son similares en edad, clase social o logros académicos y los motivos cambian según estas variables. Se envidia más a las personas del mismo sexo.

Aproximadamente el 80 por ciento de las personas de menos de 30 años reporta al menos un fuerte sentimiento de envidia en el último año, pero disminuye a cerca del 69 por ciento en los mayores de 50. El tiempo claramente no la cura, pero parece atenuarla o por lo menos la disposición a admitir que se siente.

Los jóvenes son más envidiosos del éxito romántico, mientras que los más viejos envidian con mayor frecuencia el dinero y el éxito profesional.

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La envida buena

La envidia benigna ha jugado un papel importante en la búsqueda de los recursos necesarios para la supervivencia en el curso de la historia, pues con frecuencia motiva al esfuerzo por buscar, conseguir o mejorar situaciones o cosas y estos impulsos son bastante buenos cuando se trata de garantizar el desarrollo como especie. Inclusive, para algunos autores es un fenomeno fundamental en el desarrollo del sentido de justicia. La envidia benigna puede motivar a buscar una mayor equidad y nivelar oportunidades.  

Sin embargo, en algunos casos las reflexiones eticas o legales pueden llegar a justificar el placer experimentado en presencia de las desgracias ajenas. Disfrutar de la desgracia de alguien que ha violado un código legal o una norma etica puede considerarse como una emoción bien intencionada, ya que reflejaría una reacción ante la inequidad.

Neutralizar y minimizar la envidia es más difícil de lo que se piensa pues es difícil reconocer su existencia y se tiende a ocultarla. La única manera de combatirla es hacerla consciente.

Investigaciones recientes han permitido concluir que la envidia es un poderoso predictor de una mala salud mental y que contrario a lo que se creía, no se han encontrado pruebas de que la envidia actúa como un motivador útil y por lo tanto no es un predictor del éxito económico posterior.

Algunas recomendaciones prácticas

  • Comprender por qué se siente lo que se siente crea una ventaja y una oportunidad para responder de manera más reflexiva.
  • Tener en cuenta que cada cual es diferente y único.
  • Cultivar sentimientos de gratitud, que reducen el estrés y aumentan la autoestima y los sentimientos de empatía.
  • Dejar de juzgarte a si mismo con base en las experiencias de los demás.
  • Aceptar que cometerá errores en la vida. Eso es parte del aprendizaje.
  • Es importante buscar ayuda de un terapeuta si no puede superar la envidia por su cuenta. La envidia puede interferir con la vida diaria y la felicidad y en ocasiones, sin ayuda, puede ser difícil entenderla y encontrar la mejor forma de lidiar con ese sentimiento. Un buen profesional de salud mental puede ayudar a superarlos.